Cobertura especial coronavirus

“El trabajo en el hospital es complejo pero lo más pesado es lo mental, saber que una falla te puede costar la vida, eso te acaba”

Entrevista con Katya, enfermera que atiende a pacientes con COVID-19

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Ciudad de México.- Katya tiene 25 años y a su corta edad ya forma parte de la primera línea del ‘Ejército Blanco’ que hace frente a la pandemia en México atendiendo a pacientes infectados por el virus del COVID-19.

Ella es aún estudiante de la Licenciatura en Enfermería y Obstetricia que imparte la Escuela de Enfermería de la Ciudad de México, no obstante, cuenta con un título técnico y cédula profesional como Enfermera General.

Por las tardes trabaja en una papelería para mantener sus gastos en la universidad. De tres de la tarde a ocho de la noche entre semana, y sábado y domingo de nueve a nueve.

“Voy a la universidad de 6:45 de la mañana a 3 de la tarde. Pero con el problema del Coronavirus la universidad canceló las clases presenciales. Por el momento tomo algunas clases en línea. Aún me faltan por estudiar dos años de teoría y uno de práctica. Soy Técnico en Enfermería General, estudié en el Conalep Coyoacán, cuento con título y cédula de Enfermera General en nivel Técnico”.

En entrevista con Siete24 Noticias, Katya relata que llegó al hospital donde actualmente labora únicamente para pedir informes acompañada de una amiga.

Llegué para pedir información pero jamás pensé que nos fueran a hacer el examen de inmediato, me seleccionaron para quedarme y entré a trabajar en una semana. Entré el 8 de abril y apenas estoy por cumplir un mes, detalló.

La joven de 25 años vive en la alcaldía Benito Juárez, en la Ciudad de México, muy cerca del metro Viaducto. Se sincera y comenta que en un principio no pensó que fuera todo tan complicado, que fuera “tan real” como lo que ahora está viviendo.

“Debo decir que en algún momento pensé que era algo que el gobierno se había sacado de la manga o algo así, pero cuando entré a este hospital y vi a todos los pacientes, me di cuenta que no era ninguna mentira y que era totalmente real. Me di cuenta que esto era lo que estaba viviendo el mundo entero, gente que se está muriendo por este nuevo virus”.

Katya sostiene firme que tiene un compromiso inquebrantable con la gente y con su profesión desde que salió del Conalep, es por eso que continúa estudiando la licenciatura; desde que salí del Conalep adquirí este compromiso con la sociedad, amo mi carrera, es mi pasión, estoy plenamente comprometida, mi pasión es cuidar a mis pacientes, es procurar su bienestar, afirma orgullosa.

Aquí les presentamos la entrevista completa con esta joven enfermera, que de un día para otro y sin calcular quizá lo serio de la aventura que estaba por emprender, se convirtió en la protagonista de este rescate emergente que los trabajadores de la  salud llevan a cabo en México, con episodios alentadores y esperanzadores, pero también ruines y llenos de impotencia como son las agresiones que los de su gremio han sufrido y continúan sufriendo.

La presión del día a día 

El trabajo en el hospital es muy pesado, cada día, cada hora, ha sido y sigue siendo muy pesado, pero no es el trabajo lo más complejo, lo más pesado es lo mental, es lo que te acaba, el estado mental en el que tiene uno que estar constantemente, no fallar, la presión, saber que una falla te puede costar la vida, todo eso te va acabando día con día, guardia con guardia.

Afortunadamente cuento con el apoyo de mis padres que me animan todo el tiempo y me ayudan bastante, porque llegó un momento en el que yo les dije que ya no quería continuar, pero ellos me animaron y me dijeron que todo iba a estar mejor, aunque ha sido muy pesado y difícil, porque no conocía el área, es un hospital nuevo y no es cualquier hospital, es un Instituto, entonces fue un reto gigante, pero ya ahorita lo veo más relajada, ya me adapté al trabajo y ahora lo veo más ligero.

El equipo de protección personal que uno debe portar también es lo que cansa mucho. Te deshidratas, no puedes ir al baño con el equipo, no puedes tomar agua, no te puedes tocar la cara, así que estás sudando con los goggles y llega un momento en el que ya no puedes ver nada, pero tienes que seguir porque no te los puedes quitar hasta que termines el turno, entonces sales a hidratarte, te puedes quitar todo el equipo y por fin puedes descansar un poco.

La verdad nunca imaginé pasar por una situación semejante a esto, todos los que nos preparamos en la escuela como personal que se dedica a las áreas de la salud, ya sean médicos o enfermeros, jamás nos preparan para vivir una situación tan estresante como esta, como la que estamos viviendo, porque es ponerse en riesgo uno mismo. 

Sí nos dan el equipo de protección, pero uno sabe que está en constante riesgo y que cualquier mínimo error que se cometa es un riesgo para uno, incluso para la familia que nos rodea.

El miedo

Al principio si tenía miedo pero ahorita ya no, ya lo entendí, asimilé la situación y ahora estoy enfocada en trabajar lo mejor que se pueda, ahora hago las cosas con mayor precaución y nos concentramos en enfocar toda nuestra energía en los pacientes y en nuestra protección con el pensamiento de que todo va estar bien.

Al principio como era algo desconocido, a todos nos dio miedo pero ahorita ya estamos más conscientes de que esta enfermedad del COVID-19 llegó para quedarse. Tenemos que aprender a trabajar con pacientes de COVID-19 porque esto es como la influenza que también llegó para quedarse, esto va para largo, estamos en una situación muy crítica porque estamos en el pico más alto de contagios, los hospitales están llenos y ya no hay lugares, pero sé que vamos a salir de ésta.

Donde estoy tenemos una capacidad para atender entre 120 y 130 pacientes, y nos tocan de dos a tres pacientes por turno. Usamos goggles que no tienen filtrado, solamente con una respiración en la parte de arriba; un quirúrgico, que es el traje de tela que utilizamos y adicionalmente un traje quirúrgico desechable que nos entregan a diario.

Trabajo una jornada de seis horas directamente con los pacientes, más otras seis de las cuales descansamos dos y continuamos ayudando, asistiendo a los compañeros en la parte de afuera para entregar medicamentos y los materiales que se necesitan. El turno completo dura 12 horas.

Hay un grupo que entra de ocho a dos de la mañana, el siguiente grupo entra de 11 de la noche a cinco de la mañana y otros entramos de dos de la mañana a siete u ocho de la mañana, hacemos una especie de relevos, pero cuando nos llega a tocar en urgencias es el turno es más complicado porque es más exigente y solamente tienes entre una hora y hora y media para salir.

Durante las seis horas que estamos adentro no se puede salir a hidratarse ni al baño, porque tienes todo puesto. Además del traje quirúrgico desechable llevamos una bata desechable, un gorro, los goggles, el cubrebocas N95, los cubrezapatos y los guantes, todo queda bien protegido.

El servicio es intenso y estricto y hay que aprender rápidamente la forma en que las enfermeras trabajan.

Los compañeros de base o de contingencia nos apoyamos para sacar todo el trabajo y al término del turno no tener pendientes, cualquier duda nos preguntamos, investigamos y nos apoyamos para poder atender a los pacientes.

La vida cambió

Con este trabajo que tenemos estoy valorando mucho más a mi familia. Es definitivamente  una de las enseñanzas, además de disfrutar la vida, seguir preparándome para continuar aprendiendo y tener más oportunidades como esta.

En el futuro quiero volver a trabajar en este hospital, no sé si en otra pandemia, pero eso sí seguir ayudando, mi compromiso sigue en pie, con mi carrera, con mis pacientes, aunque diario hay aprendizaje, a diario aprendemos cosas nuevas y adquirimos habilidades.

Estoy consciente de que siempre está la posibilidad de que podamos contagiarnos, pero en el hospital hay menos riesgo de contagio, porque ahí contamos con todas las medidas de seguridad y se respetan todas, además contamos con todo el material necesario para evitar el contagio. Siento que hay un mayor riesgo con la gente en el exterior, ya que en muchas ocasiones no siguen las recomendaciones y cuando vamos en el transporte público, por ejemplo, si no se cuidan hay un riesgo mayor.

Agradables sorpresas 

Por el contrario, me han tocado buenos comentarios, los primeros días en una tienda que hay en la esquina fui a comprar una botella de agua y a hacer una recarga para el teléfono, el chico de la tienda en la caja me preguntó si trabajaba en el hospital, me dijo que me llevara una botella de agua extra y me agradeció por la labor que estaba haciendo.

Me sorprendió y luego me di cuenta que había un letrero que decía que a los médicos y a los enfermeros muchas gracias por su labor, me agradó mucho darme cuenta de ese letrero, porque así como hay mucha gente que rechaza, hay gente que nos apoya bastante.

Esa parte me da mucha satisfacción y mucha alegría porque estamos realizando una labor titánica todo el personal de salud, y un reconocimiento aunque sea mínimo nos llena de alegría, al saber que también la gente te puede rechazar por desempeñarte como enfermero o médico,.

Los agresores 

Considero que es gente que no tiene el conocimiento y que se deja guiar por lo que dicen otras personas, siento mucha impotencia porque cuando llegan al servicio médico quieren una atención rápida y eficiente y ahorita algunos nos ven con cara de fuchi, como un posible foco de infección, pero cuando están adentro quieren una atención rápida. 

Hay que considerar esa parte también, sí estamos trabajando con pacientes de COVID-19 pero seguimos reglas de sanitización, por ejemplo, en este hospital nos brindan la oportunidad de bañarnos antes de salir y usamos ropa totalmente distinta cuando salimos del hospital.

Por seguridad todos andamos con ropa de civil, por todas las agresiones la instrucción es que no podemos salir con el uniforme blanco aún cuando el uniforme esté limpio y libre de COVID-19, pero la gente no lo ve así, la gente a veces se deja guiar por lo que otros dicen y no se informan, lo que hace que seamos más vulnerables en este momento.

Economía familiar y pandemia 

Mi papá es jubilado pero mi mamá trabaja, ella era la que más aportaba a la casa y si se vio afectada porque se quedó sin trabajo, tenemos ahorita algunas deudas y también fue lo que me motivó a entrar a trabajar en este tiempo, porque ya no sabíamos cómo íbamos a hacer para comer o para pagar los servicios básicos.

Mi madre es personal de limpieza en casas, así que sus diferentes patronas la descansaron por la cuarentena, eso nos puso en aprietos pero cuando surgió la oportunidad yo decidí tomarla. Pensé que esto nos ayudaría para poder sobrevivir estos meses.

Es un orgullo para mí que ahora gracias a mi carrera, poder regresarles un poco de todo lo que me han dado.

Y a pesar de que a mi madre no le gusta mi trabajo porque siempre me lo dice, ella hubiera querido que yo estudiara derecho o alguna otra carrera que no fuera de tanto riesgo, además me permitiera tener una mejor economía y no estar tan expuesta a este tipo de enfermedades contagiosas y con gente mal intencionada, pero finalmente mi madre ya me entendió que esto a mí me gusta.

Un cambio en la relación madre-hija

Ahora mi madre me cuida bastante, me prepara el desayuno, está pendiente de que duerma y que descanse, que esté bien alimentada para que no me vaya a enfermar, siento que incluso me ha aceptado más y me ha tomado más cariño, se ha acercado mucho más conmigo de lo que solía hacerlo, me ha dicho que se siente orgullosa de mí, de lo que estoy haciendo y de lo que he estado logrando porque jamás pensó que lo lograría.

Su apoyo está al 100% conmigo y lo valoro mucho, estamos más cercanas que nunca y sin ella no sé si estuviese logrando lo que estoy haciendo.

Mi padre siempre me apoyado en lo que he decidido hacer de mi vida, siempre ha confiado en mí y en mis decisiones y él solamente me pide que me cuide, que me enfoque en mi trabajo y haga lo mejor que pueda.

Recomendación para la gente  

Yo les diría que primero que nada se queden en casa, que no salgan si no tienen la necesidad de hacerlo, que sigan las medidas de prevención y que lean un poco más de la labor que realizamos los enfermeros y de los protocolos que se llevan para poder atender a los pacientes. 

Que no nos señalen y que se pongan a pensar porque esto le puede pasar a cualquiera, y quienes agreden al personal de salud, deben ponerse a pensar que en algún momento podrían llegar a necesitarnos y nosotros siempre vamos a estar para atenderlos. 

Nos pueden apoyar quedándose en su casa y evitando todo ese tipo de agresiones, somos seres humanos, tenemos familias y tenemos los mismos miedos e inseguridades que ellos.

Lo que debe cambiar

Lo único que cambiaría es la visión de la política sobre cómo se asignan los recursos, a dónde se van los apoyos económicos, porque hay hospitales donde no hay material y aunque a nosotros sí nos está llegando, hay veces que en otros lados les falta material, les falta comida, hay lugares donde ni siquiera tienen el equipo de protección personal y el personal de salud lo compra de su bolsillo para no contagiarse y atender bien a los pacientes, hay que reconsiderar cómo se está asignando la ayuda económica y checar que de verdad llegue a las manos que lo necesitan y que no se desvíe.

Un respiro

En ocasiones nos aburre la comida, pero hemos estado recibiendo algunas donaciones de marcas como Rappi, McDonalds o KFC. A veces tenemos menús muy repetitivos y con esos detalles que son simples, te llega una cajita con un mensaje en el que te agradecen por tu trabajo, “gracias por cuidarnos, gracias por lo que estás haciendo”, es muy bonito y te comes lo que te dan con gusto porque es algo distinto a lo que estamos acostumbrados a comer. Esas pequeñas donaciones que nos dan la verdad es que nos cambian la energía y disfrutamos esa cena, además de sentir que la gente nos está apoyando de esa manera.

Anoche me encontré con una cajita de Rappi que decía: muchas gracias por tu esfuerzo, México te lo agradece.

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