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Joseph Fitzgerald: de atleta olímpico a sacerdote

Ofrece asistencia espiritual a los atletas en París 2024

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Foto: Especial

Washington.— París 2024 son los segundos Juegos Olímpicos para Joseph Fitzgerald; los primeros fueron Atlanta 1996, cuando formó parte del equipo de balonmano de Estados Unidos.

Ahora, 28 años más tarde, como sacerdote, sirve a Cristo proporcionando apoyo espiritual a los atletas que buscan las medallas olímpicas.

El Padre Joe, como ahora es conocido, recuerda con emoción su etapa como deportista, pero no se compara con el sacerdocio.

En diálogo con el National Catholic Registrer, Joseph Fitzgerald explica que en su vocación encontró algo que el deporte no puede darle.

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“Estoy muy feliz con la decisión que tomé. En mi partido final de balonmano marqué ocho goles y nunca miré atrás. Estoy totalmente en paz con haber dejado el deporte y buscar el sacerdocio. Hay algo en mi vocación que nunca podría haber logrado con el balonmano o en cualquier otro deporte”, aseguró.

“La vida de un sacerdote, bien vivida, es muy satisfactoria porque el sacerdocio es, como decía San Juan María Vianney, el amor del corazón de Jesús”, agregó.

El Padre Joe durante su etapa como deportista. Foto: Especial

El Padre Joe Fitzgerald fue enviado a París por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos como parte del programa de evangelización durante la justa olímpica.

Su labor es asistir a los atletas y ofrecer orientación espiritual a quienes lo deseen.

“Algunos han expresado su deseo de rezar y recibir los sacramentos”, explica. “La madurez que yo tenía hace treinta años no estaba al mismo nivel que la de estos jóvenes. Están buscando realmente la fe”, explicó para Aleteia.

El deporte y el sacerdocio se parecen: Fitzgerald

Ahora, afirma que su experiencia como deportista le ayuda en su labor de sacerdote, especialmente en el auxilio a deportistas.

“En un partido, la situación cambia muy deprisa, y hay que saber reaccionar y mantener la calma. Como sacerdote, hay momentos alegres y otros difíciles, por ejemplo cuando alguien me llama para que vaya a asistir a un moribundo, o cuando hay una pandemia mundial y tengo que enterrar a 230 personas en menos de un año”.

Finalmente dijo que se debe estar cerca de aquellos que viven la vocación que uno está considerando. “Hay que ver de cerca lo que es aquella posible vocación, en mi caso fue estar cerca de los sacerdotes y ver lo que hacían diariamente en la Iglesia”, resaltó Fitzgerald.

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JAHA

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