ECOS de la Familia
¿Existe el amor que sacia?
ECOS del Congreso mundial de las Familias
Este día del amor y la amistad, ábrete a una experiencia diferente del amor.
Por Evan Lemoine
Caminando por la universidad, entre 30,000 alumnos, y yo con una simple pregunta: ¿Habrá alguien aquí quien me pueda amar como yo sueño ser amado? En una explanada con cientos de personas, pero ¿alguna de ellas realmente me quería ver? ¿me quería conocer? ¿me quería recibir? ¿comprender? ¿valorar? ¿amar? ¿acompañar? Me sentía regalo de navidad envuelto, pero sin quien me quisiera abrir.
Y volteo a mi alrededor y una amiga en una relación tóxica me dice que no le importaba que su novio solo la usa, porque ella también lo usa a él. Otro amigo que quiere enseñarme cómo manipularlas para conseguir lo que uno quiere. Otra que dice que ya no quiere saber nada del amor, otros que ya han cortado y vuelto nueve veces, otra que le volvieron a poner el cuerno, otro que se la vive en el friend zone, preguntándose de porqué todas lo valoran pero siguen saliendo con hombres menos nobles.
Creo que todos tenemos la duda sobre si existe el amor que sacia, y sobre todo, si existe para mí.
Creo que es importante primero preguntarme ¿cómo sería ese amor? Porque no todos los amores son iguales. Si estoy en alta mar, muriéndome de sed, no me sirve tomarme el agua salada, porque no todas las aguas son iguales. El agua fresca sacia, el agua salada deshidrata. Lo mismo con el amor. El amor auténtico sacia, el amor ‘salado’ me ‘des-amora’, me daña en mi capacidad de amar y ser amado. Entonces, ¿cuál es la ‘sal’ que arruina el amor? El uso.
¿Qué es el uso? Cuando alguien sólo me quiere disfrutar, pero no me quiere feliz. Cuando está dispuesto a atropellar mi felicidad con tal de conseguir algún beneficio. A veces se disfraza con un uso mutuo, que los dos nos disfrutamos, pero nos hacemos infelices el uno al otro. Yo he llegado a creer que eso era amor, pero es porque yo no sabía la diferencia entre el disfrute y la felicidad. Por ejemplo, una bebida que sabe rica pero trae veneno, la disfruto pero me mata. Una infidelidad o un vicio lo podría disfrutar, pero me haría infeliz.
El primer nivel de madurez en la vida es saber elegir mi propia felicidad por encima de mi propio disfrute. El mayor problema de auto-estima en el mundo es cuando creo que el placer vale más que yo mismo, que vale más disfrutar un rato más que cumplir mis sueños, mis metas, mis proyectos. Que el disfrute vale más que la amistad, que mi futuro, que el amor. Amarme a mí mismo significa ser capaz de sacrificar a veces el disfrute con tal de abrirme a la felicidad. Y amar a otro es lo mismo: ser capaz de sacrificar a veces nuestro disfrute con tal de abrirnos a la felicidad.
Un ejemplo sencillo: tu pareja te dice “Te amo tanto que quiero pasar todo el domingo contigo abrazados, aunque tienes que estudiar para tu examen de admisión a la universidad de tus sueños.” Obviamente eso no es amor, sino uso. El amor significa siempre poner primero la felicidad de ambos, antes que el disfrute. Y si se pueden las dos cosas, adelante. El tema sexual es el más complicado para discernir esto, aunque en el fondo sabemos que es sencillo y nosotros lo complicamos. Si vamos a tener relaciones sexuales, debería ser una expresión de donación total, permanente y exclusiva, no un acto de mera prestación de bienes y servicios. No es suficiente respetar tu decisión, debería respetar tu dignidad, tu salud, tu futuro, tu persona.
El amor que sacia es total, permanente y exclusivo. Total (busco siempre tu mayor bien, te acepto totalmente, y estoy dispuesto a dar lo mejor de mí), permanente (te doy mi vida, mi corazón, mi persona para siempre), exclusivo (sólo para ti). En pocas palabras: “soy tuyo, totalmente tuyo, siempre tuyo, solamente tuyo.” “No sólo te quiero disfrutar, te quiero feliz”.
El amor salado es fácil de conseguir y está por todos lados, como el agua del mar. Pero si quiero alcanzar el amor que sacia, tengo que quitar de mi vida amorosa la sal del uso, del egoísmo y la agresividad. Este día del amor y la amistad, ábrete a una experiencia diferente del amor.
Si quieres lanzarte a un amor así, te invito echarte un clavado en la visión personalista del amor y la sexualidad, la podrás encontrar en mi libro: “Hacernos Uno: Construyendo un Amor para Siempre”. Porque el amor auténtico no se descubre, se construye.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
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Evan es Maestro en Ciencias de la Familia por la Red de Universidades Anáhuac. Fundador del Instituto Amar al Máximo, es conferencista internacional sobre temas de amor, sexualidad, noviazgo y matrimonio. Es experto en la Teología del Cuerpo y la visión personalista de la sexualidad y el amor humano. Evan y su esposa, Fernanda, tienen 8 años de casados, dos hijas y un bebé de 5 meses. Como matrimonio, son los fundadores y directores del Instituto Amar al Maximo.