Celebridades
‘La La Land’: una historia de amor
La La Land es un apodo que envuelve a la ciudad de Los Ángeles, su significado tiene que ver con un lugar de diversión, incluso fuera de la realidad; pero para los personajes de la cinta homónima de Damien Chazelle (‘Whiplash’, 2014), es asunto serio mudarse a ella y trabajar para que sus sueños se hagan realidad.
Emma Stone como Mia y Ryan Gosling como Sebastian, son dos veinteañeros que no se conocen, pero que sus caminos están trazados para cruzarse y no solamente volverse aliados, sino enamorarse. A lo largo del par de horas de ‘La La Land’ (2017), como público tenemos en los protagonistas a los perfectos embajadores del sueño Hollywood, llenos de talento, pero dudosos de sus propios alcances, siempre sonriendo al portazo en su nariz en cada llamado a escena.
Si Chazelle mostró en su virtuosa ‘Whiplash’ que la obsesión puede llevarnos a alcanzar lo inimaginable, aunque pongamos en peligro nuestra sanidad e incluso integridad, en ‘La La Land’ el cineasta explora cómo el sueño de oro puede ser el combustible de una persona, hasta que esta se tope con el posible amor de su vida, mismo que podría poner en riesgo ese título en la marquesina anhelado… ¿o no?
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A la usanza de los musicales de antaño y con un fetiche en especial por ‘Cantando bajo la lluvia’ y ‘Un Americano en Paris’ con Gene Kelly, Mia y Sebastian cantan y bailan para expresar sus emociones. Su encuentro se vuelve lo mismo una celebración por cazar sueños juntos, que por no sentirse solos en este mundo competitivo, donde el amor podría ser sin querer esa respuesta no buscada a la trascendencia.
Pero Chazelle está muy preocupado en subrayar la inocencia de sus personajes, dándole un halo a ‘La La Land’, que hace más antojable esta historia, pues la vulnerabilidad de sus sueños es casi directa con el qué tanto temperamento existe para resistir sucedan.
Una tras otra, canciones como “Someone is in the crowd”, “A Lovely Night” y la muy posible nominada al Oscar, “City of Stars”, pavimentan el camino de Mia y Sebastian, cual camino de ladrillos amarillo de Oz, desgajando cada emoción y contradicción de levantarse para enfrentar rechazos y decepciones. Eso sí, con una luz de farol californiano iluminando el vecindario.
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Chazelle divide su película a cuatro actos, con los nombres de las estaciones del año, jugando con la ciudad de Los Ángeles, en sus ambientes, colores y combinaciones de urbanidad y arte. En sí todo se vuelve una carta de amor a la capital californiana, con hasta un número musical casi imposible, que consiste en decenas de bailarines saltando sobre autos en plena hora pico del highway.
Cuando llega el momento en que la fascinación del amor y del sueño casi alcanzado comience a tambalearse, no hay duda que Emma Stone y Ryan Gosling nos han sabido hacer cómplices de esta pareja de ensueño, que incluso se da el lujo de danzar en los aires.
Chazelle sabe llevar a su filme por todo tipo de notas, pasando de la alegría a la nostalgia y luego de vuelta, como un virtuoso pianista que sabe que cada nota prometa la que sigue y así sucesivamente, como los pasos de Mia y Sebastian, sin que ambos sepan cual será el final de la tonada.
Porque el cine es para siempre…