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Arzobispo pide a legisladores de Guerrero que custodien la vida humana
Ciudad de México.— El arzobispo metropolitano de Acapulco, Guerrero, Leopoldo González González, pidió a los diputados de ese estado que protejan todos los derechos humanos de cada hombre y cada mujer, especialmente el que salvaguarda el derecho a la existencia y a la vida, desde la concepción y hasta su fin en la muerte natural.
A través de un video mensaje, el pastor de la Arquidiócesis de Acapulco recomendó a los legisladores a discernir con claridad la iniciativa presentada para la legalización del aborto en la entidad.
González afirmó que la defensa de la vida humana no es una postura religiosa o doctrinal sino que parte de la convicción de los derechos humanos y de la dignidad de la persona humana.
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Reflexionó que, si la Constitución mexicana prohíbe los actos criminales y el asesinato en contra de la cualquier ser humano, también se debería salvaguardar la existencia de los niños en el vientre de sus madres: “A todos nos queda claro que nadie puede ser asesinado por no tener ciertas semanas de existencia”, abogó el arzobispo por las vidas que se pretenden cercenar antes de cumplir las semanas estipuladas por entes extranjeros o grupos ideológicos abortistas.
El arzobispo también recordó el planteamiento del Papa Francisco respecto a los derechos y la dignidad de la vida humana, quien afirmó que tales principios “no están sujetos a supuestas reformas o modernización”; por lo que pidió que no se pretenda resolver ningún problema -por grave que parezca- mediante el exterminio de una vida humana.
“El nuevo viviente que se forma en el momento de la concepción es ciertamente humano, tiene genoma humano y es un viviente humano diferente a cualquier otro; parecido a sus padres y hermanos, pero diferente. Sólo necesita tiempo, alimento y cuidados necesarios…”.
González además comentó que, según expertos y especialistas en atención integral de las mujeres con secuelas psicológicas post-aborto, las mujeres no desean abortar pues “muchos especialistas coinciden en afirmar que la mujer no desea abortar, que el aborto es una violencia muy grande contra ella misma, contra su cuerpo, sus instintos primarios, sentimientos o emociones, y muchas veces lo hace presionada por la irresponsabilidad paterna”.
Por ello, el arzobispo abogó por las mujeres víctimas de agresiones sexuales o violación. Afirmó que todo acto violatorio contra una mujer es una “muy grave injusticia” y lamentó que ofrecer sólo el aborto como ‘remedio’ no sólo no ayuda sino que abona a la impunidad tanto del agresor como de las instituciones que deben velar por el bienestar de todas las niñas, adolescentes y mujeres.
ebv