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La prostitución de las Redes

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Pablo Mier y Terán

Vivimos en un mundo digital. Con frecuencia es más real para la mayoría de la gente lo que ve en su iPhone que lo que mira en la calle, si es que aun la mira. Hay más de 3,800 millones de personas conectadas a Internet, lo que representa casi el 50% de la población mundial.

Esta realidad creciente ha dado pie a un nuevo fenómeno llamado noticias falsas (fake news), que algunos denominan posverdad: las mentiras pueden ser más creíbles que la propia verdad, gracias a la manipulación emocional de los participantes del universo digital. Hay demasiadas verdades como para ser verdaderas todas –la física, la metafísica, la jurídica, la mediática, la histórica, como diría el clásico- y con la novedad de que ahora hay que añadir una más: la verdad digital.

Este fenómeno, ligado a las noticias falsas (fake news), posverdad, es posible gracias a la manipulación emocional, activa o pasiva, de los participantes en el universo digital.

Si en su época la Alemania Nazi logro controlar las mentes por medio de la propaganda, “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en verdad, decía Goebbels ministro de propaganda de Hitler, no tiene por qué extrañarnos que hoy, con distintas herramientas se busque también la manipulación de las conciencias.

Se trata de técnicas ligadas al concepto de “control reflexivo”, creadas por la antigua Unión Soviética, heredadas por el actual gobierno de Rusia y manifestadas con claridad en dos acontecimientos recientes: el Brexit del Reino Unido y la elección presidencial de Estados Unidos.

Al final es lo mismo que en su tiempo hicieron Hitler, Stalin y otros; usar la información para manipular, ofreciendo verdades a medias en temas emocionalmente sensibles para influir al público a tomar determinadas decisiones.

En el México de hoy, con elecciones en puerta y más de 70 millones de internautas la posibilidad de manipulación de las redes –prostitución le llaman algunos- no es un tema menor.

Aquella idea inicial romántica de que las redes serían la voz de los sin voz, de que sería el cauce lógico de la igualdad y de la democracia se está empañando; es la condición humana que suele, cuando se desboca, corromper lo que toca.

Quien sabe sobre nosotros, puede tener el control sobre nosotros y Facebook y Google, solo por citar algunos, de nosotros lo saben todo.

Andrés Sepúlveda, un haker colombiano que apenas terminó su preparatoria, reveló hace meses cómo usaba ejércitos de bots que publicaban comentarios positivos y tendencias falsas sobre un candidato para el que trabajaba, además del trabajo común de interceptar las comunicaciones del Wi-Fi de sedes de partidos opositores y de apoderarse de sus páginas web.

Es la era del neuromarketing donde el manejo de las redes que sirve para vender puede también para influenciar la política.

Hace meses Facebook utilizó a unas 700.000 personas sin su consentimiento, para descubrir cuánto nos afecta lo que leemos en nuestro muro. Durante una semana manipulando el muro de estas personas, mostrando a la mitad de ellas, menos publicaciones con noticias positivas y a la otra mitad menos publicaciones con noticias negativas. Al finalizar se demostró que los usuarios que vieron menos noticias positivas usaron más palabras pesimistas en la semana siguiente en sus muros y que los usuarios que vieron menos noticias negativas, publicaron en sus muros más palabras positivas en la semana siguiente.

El antídoto además de cierta desconfianza, el criterio.

@pablomieryteran

La opinión emitida en este texto es responsabilidad del quien lo emite y no representa la opinión ni la postura de Siete24.mx ni de deportes.siete24.mx

 

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