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‘El mundo ya no será el mismo’: Obispos de México

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Ciudad de México.— La pandemia por Covid-19 en el mundo ha puesto en evidencia la fragilidad de las instituciones y la pérdida de las seguridades de la sociedad “el mundo ya no será el mismo… [y] el mayor desafío es rehacer el tejido social resaltando los valores humanos dando primacía a la vida” expresan los obispos de México en su mensaje al pueblo de Dios con motivo de la asamblea plenaria que tuvo que suspenderse debido a la contingencia sanitaria.

“Los obispos de México, así como las millones de personas en todo el mundo, nos hemos quedado en casa ante esta contingencia del coronavirus; orando, celebrando la fe, al pendiente de nuestro pueblo, atentos a los acontecimientos y acompañando a nuestra gente, buscando soluciones ante esta emergencia y sobre todo organizando la caridad”.

En su mensaje, los pastores de la grey católica en el país reafirman su convicción de que “la vida es la más hermosa experiencia de la que es capaz el hombre”. Exhortaron a los católicos y a las personas de buena voluntad a sentirse llamados a buscar “una vida plena de realizaciones en el presente y en el futuro. Necesitamos redescubrir la belleza de nuestra humanidad. El hombre está al centro de la creación. Sin embargo, el mundo ya no será el mismo. Dios nos llama a recrear un mundo nuevo en todo sentido. Estamos llamados a edificar nuestras vidas y la sociedad en el amor, en la responsabilidad y la solidaridad. El mayor desafío es rehacer el tejido social resaltando los valores humanos dando primacía a la vida. Con esperanza levantamos la voz en favor de la belleza de la vida y la dignidad humana”.

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Por ello, los obispos aseguran sentir la obligación moral “de levantar la voz en nombre de los que sufren los estragos de esta pandemia” y piden a todo el pueblo mexicano, especialmente a los gobiernos federal, estatales y municipales, “a olvidarnos de intereses personales partidistas, ideológicos, políticos y religiosos para unirnos en la preservación de la vida de todo ser humano que se encuentre en el territorio de México”. A los tres niveles de gobierno le hacen este llamado en particular:

“Invitamos a quienes tienen el poder de decidir sobre los grandes proyectos y obras nacionales a considerar la oportunidad de destinar esos recursos, durante los meses en que muchos mexicanos no tienen trabajo, para mitigar las carencias de alimentos en muchos hogares de nuestra nación mexicana. Salud, alimentos y trabajo son exigencias ineludibles en esta emergencia sanitaria de Covid-19”.

Los obispos reconocen que la pandemia por Covid-19 sorprendió al mundo como una tormenta inesperada y furiosa: “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos y ayudarnos mutuamente… Estamos experimentando la fragilidad de las instituciones y en particular del sistema sanitario y financiero. Nosotros mismos como Iglesia: obispos, presbíteros, diáconos, laicos y consagrados, experimentamos la debilidad de la condición humana, la amenaza del contagio, la pérdida de todas nuestras seguridades”.

A pesar de todo, los obispos hacen un reconocimiento a los agentes sanitarios, encargados de mercados, limpiadores, transportista y fuerzas del orden que durante la pandemia exponen su vida y la de su familia; también hacen un elogio a los ministros religiosos, religiosas y laicos que han continuado obras de solidaridad con los más vulnerables y desprotegidos:

“La atención sanitaria y la alimentación son prioridad en estos momentos, como el trabajo honesto lo es y lo será también al terminar la pandemia”.

Los obispos hacen hincapié en su llamado a preservar la vida y la dignidad humana aun en medio de una crisis tan acuciante: “La vida es sagrada y pertenece a Dios, por lo tanto, es inviolable y no se puede disponer de ella. La vida debe ser acogida, tutelada, respetada y servida desde que surge hasta que termina. El Señor de la Vida nos pide honrar la dignidad de toda persona, preocuparnos por la suerte de los demás porque la persona humana está más allá de cualquier Institución y sobre cualquier cosa”.

Finalmente, los obispos hacen un compromiso personal para “articular los esfuerzos por el bien de todos los seres humanos, refrendando el compromiso de seguir construyendo una casita sagrada, como nos lo ha pedido la Virgen de Guadalupe, porque representa un elemento común de identidad de este pueblo, un signo de unidad, un espíritu de familiaridad”.

Información VC Noticias

Siete24.mx

ebv

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