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“Migrantes en México”: sobrevivir en la informalidad y sin educación para sus hijos

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Ciudad de México.— Los migrantes en México enfrentan un escenario desafiante al intentar abrirse paso en un país que se ha convertido en una ruta de tránsito hacia Estados Unidos y también en un destino final para muchos.

Las dificultades que encuentran no se limitan a los peligros en el trayecto, sino que persisten una vez que deciden quedarse. El acceso a empleos dignos y la educación para sus hijos son temas clave en este contexto, cargado de prejuicios y violencia.

El acceso a empleos dignos, la protección contra la violencia y la garantía de una educación para los hijos de migrantes son derechos básicos en un país de tránsito y destino.

Panorama laboral de los migrantes en México

La búsqueda de empleo es una de las principales preocupaciones de los migrantes en México, especialmente para aquellos que no logran regularizar su situación migratoria de inmediato.

La mayoría de los migrantes que atraviesan el país, sobre todo los haitianos, se ven obligados a aceptar empleos informales con salarios bajos, como albañiles, meseros, cargadores o vendedores en el comercio ambulante. Estas actividades les permiten subsistir mientras continúan su travesía hacia el norte o buscan asentarse en México de manera definitiva.

Según un estudio realizado por Save the Children, el 94% de los migrantes haitianos en México no cuentan con empleo formal, y de aquellos que sí tienen trabajo, el 6% desempeña labores informales. Además, una significativa proporción de migrantes depende de remesas o de sus ahorros, lo que deja a muchos en una situación económica extremadamente precaria.

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A pesar de la creciente demanda de trabajo por parte de los migrantes, las oportunidades para integrarse al mercado laboral formal son limitadas.

La falta de permisos de trabajo y la barrera del idioma, especialmente en el caso de los haitianos, dificultan la integración en sectores mejor remunerados. Incluso para aquellos que logran obtener algún ingreso, la explotación laboral es común, con jornadas extenuantes y salarios que no corresponden a sus esfuerzos.

La presencia de migrantes en mercados, tianguis o construcciones es visible, pero su situación económica sigue siendo inestable, mientras persiste la percepción de que son una amenaza o una carga para las comunidades locales.

Educación para los hijos de migrantes

Otro gran reto al que se enfrentan las familias migrantes en México es el acceso a la educación para sus hijos. Aunque México cuenta con protocolos que permiten la inscripción de niñas, niños y adolescentes migrantes en las escuelas sin la necesidad de presentar documentos como actas de nacimiento o certificados de estudios anteriores, en la práctica, estos menores enfrentan múltiples barreras para asistir a clases.

A esto se suma el desconocimiento de los derechos educativos que tienen los niños migrantes en México. Muchas familias ignoran que sus hijos pueden acceder a la educación pública sin importar su estatus migratorio, lo que provoca que un gran número de menores no asista a la escuela.

El miedo a la violencia es otro factor que influye en la decisión de las familias migrantes de no enviar a sus hijos a las escuelas. Debido a las amenazas y el hostigamiento que muchos migrantes enfrentan, temen que la asistencia de sus hijos a las escuelas los exponga a ser identificados y atacados.

La barrera del idioma y las diferencias culturales también juegan un papel crucial en la exclusión de los niños migrantes. Para aquellos que no hablan español, como los haitianos, la adaptación a las aulas se convierte en una experiencia traumática.

Las constantes movilizaciones de las familias migrantes en su camino hacia Estados Unidos impiden, además, que los niños encuentren estabilidad en una escuela, lo que afecta su rendimiento académico y su integración social.

Violencia y estrés postraumático

El recorrido por México no solo trae consigo dificultades laborales y educativas, sino también una carga emocional y psicológica que marca la vida de los migrantes. La violencia extrema que enfrentan en su paso por el país ha sido denunciada en múltiples ocasiones por organizaciones internacionales como Médicos Sin Fronteras (MSF), quienes destacan el impacto que tienen la extorsión, el secuestro y los abusos sexuales en la salud mental de estas personas.

La constante amenaza de ser víctimas de estos crímenes ha generado un incremento en los casos de trastorno de estrés postraumático (TEPT) entre la población migrante. Este trastorno, caracterizado por flashbacks, pesadillas y ansiedad, es una respuesta a los eventos extremadamente estresantes que los migrantes han experimentado, como secuestros y otros actos de violencia.

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ebv

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