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¿Qué significa la virgen de Fátima para el contexto de la Iglesia actual?
Ciudad de México.— Los mensajes de la Virgen de Fátima en los primeros años de sus apariciones (1917) se centraron en una solicitud para orar y para hacer penitencia ante los pecados y horrores del mundo –las atrocidades de la Gran Guerra atemorizaban a toda Europa-; con el tiempo (ya insertos en la Segunda Guerra Mundial), las paulatinas revelaciones de los ‘secretos’ se enfocaron en alertar –a través de visiones escatológicas- de los riesgos que corría la humanidad por los conflictos bélicos principalmente por la lucha contra la ideología comunista.
Algunos de esos pasajes dicen así: “Si no se conceden mis peticiones [orar y hacer penitencia], Rusia esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones contra la Iglesia. La gente buena será martirizada, el Sagrado Padre sufrirá mucho y varias naciones serán aniquiladas […] El Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas…”.
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En toda oportunidad, los pontífices y los obispos de la Iglesia católica han pedido a la grey que no interprete a la ligera el texto de estos mensajes, incluso el propio cardenal Joseph Ratzinger como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antes de ser nombrado papa Benedicto XVI) escribió sobre los mensajes de la Virgen Fátima: “un mensaje así puede ser una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el momento presente; por esto no se debe descartar. Es una ayuda que se ofrece, pero no es obligatorio hacer uso de la misma”.
Los mensajes después de las guerras
Son los obispos de la Conferencia Episcopal Portuguesa quienes en su más reciente asamblea plenaria emitieron un mensaje para comprender los acontecimientos de Fátima de 1917 en pleno siglo XXI:
“En la celebración del centenario de las apariciones de Nuestra Señora, confirmamos que el mensaje de Fátima es un itinerario pedagógico para los discípulos de Cristo que quieren configurar su corazón con el del Maestro. El ejemplo de Francisco y Jacinta es una interpelación eclesial; y su espiritualidad es una síntesis de aquello que la Iglesia está continuamente llamada a ser: contemplativa y compasiva”, escribieron los obispos el pasado 27 de abril.
Más allá de las visiones apocalípticas, los obispos portugueses insisten en que la vida de los pastorcillos fue un coherente testimonio de fe: “Su ejemplo evidencia que se puede testimoniar la fe en Cristo en cualquier etapa de la vida, sirva su fe como incentivo para que la Iglesia implemente una pastoral capaz de revelar, desde la infancia, la belleza de la vida en Dios y la exigencia de un compromiso al cuidado de los más vulnerables”.
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El cardenal Manuel José Macário do Nascimento Clemente, Patriarca de Lisboa, explicó que después de la caída de los países socialistas a finales del siglo XX, los mensajes de Fátima siguen vigentes por interpelar a la Iglesia en el cuidado de los más frágiles. Como declaró la Conferencia Episcopal en su documento ‘Fátima, señal de esperanza para nuestros tiempos’: “La atención que en Fátima se da a los más frágiles y vulnerables –a los niños, enfermos, sidosos, discapacitados y migrantes- es la propuesta espiritual de este lugar, aquí encuentran hospitalidad, cuidado, rumbo y ánimo”.
Conversión de la Iglesia Virgen
Para la iglesia portuguesa, es muy relevante que en los dos milenios de historia de la Iglesia católica no habían sido canonizados niños no mártires (en México, por ejemplo, han sido elevados a los altares a niños mártires indígenas y víctimas de la Guerra Cristera): “Que sean declarados santos dos niños no mártires habla de un modelo de santidad que reconoce la madurez de su vida cristiana a pesar de la tierna edad. Realza que el mismo Evangelio ofrece el Reino a aquellos que son como niños, simples y confiados en las esperanzas propias de su niñez. Cada uno de nosotros está llamado a dejarse convertir en una imagen del niño que confía plenamente en el amor con el que el Padre conduce nuestra vida”.
El milagro
La canonización de los hermanos Jacinta y Francisco Marto requirió de la presentación ante la Santa Sede y la aprobación de un milagro concedido por intercesión de los pastorcillos beatos. El milagro aconteció sobre el niño Lucas Batista, de cinco años de edad, que el 3 de marzo de 2013 cayó de una ventana a más de seis metros de altura en la ciudad de Campo Mourao, Brasil.
Aunque Lucas llegó con vida al hospital regional, los médicos informaron a sus padres João y Lucila Yurie que el pronóstico era negativo, que en el mejor de los escenarios, sobreviviría en un estado permanente de coma. Los padres del menor llamaron entonces a un convento de la Orden del Carmelo Descalzo para que rezaran por la salud de Lucas; y tras cuatro días en que llegó el mensaje a las monjas del claustro, las religiosas oraron a los beatos Francisco y Jacinta: “Pastorcitos, salven a este niño, que también es un niñito como ustedes”, relató el mismo João Batista a los periodistas acreditados en Fátima. Virgen
Seis días más tarde y sin que los médicos dieran tratamiento específico alguno a Lucas, éste despertó: “Despertó bien, lúcido y empezó a hablar, preguntó por su hermana”, cuentan sus padres. Ese milagro, revisado y aprobado por la Congregación para la Causas de los Santos del Vaticano inscribirá este 13 de mayo a Jacinta y Francisco Marto en el cánon universal de los santos. Virgen
ebv