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Sacerdote mexicano, rumbo a la santidad
Ciudad del Vaticano.— El Papa Francisco reconoció formalmente las “virtudes heroicas” del sacerdote mexicano Antonio Repiso Martínez, fundador de la Congregación de las Hermanas del Divino Pastor, y lo declaró como “venerable” de la Iglesia católica.
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Con la firma de un decreto eclesiástico, Francisco certificó un paso más del clérigo de la Compañía de Jesús, nacido el 8 de febrero de 1856 en Venta de Córdoba, Estado de México, y fallecido el 27 de julio de 1929 en León, Guanajuato.
Hasta ahora Martínez era “siervo de Dios”, el primero de los cuatro escalones que tiene el camino a la santidad; los otros son “venerable”, “beato” y “santo”.
Para su reconocimiento como “beato”, el próximo paso es el reconocimiento de un milagro, una curación inexplicable a través de la ciencia que se verifique tras la intercesión del sacerdote. Otro milagro es necesario para su declaratoria como santo.
Según la biografía del nuevo “venerable”, a sus 12 años falleció su madre y dos años después él se inscribió en el seminario, incluso contra la voluntad de su padre. Fue ordenado sacerdote el 20 de marzo de 1881.
Decidió ingresar a la Compañía de Jesús, los “jesuitas”, el 2 de agosto de 1893 tras 12 años de sacerdocio. Más tarde fue enviado a Oaxaca, donde fundó la Congregación de las Hermanas del Divino Pastor el 14 de enero de 1900.
Sufrió durante 27 años una llaga cancerosa en la espalda. Se trasladó a Nonovia, Chihuahua, donde trabajó por otros 15 años, desde donde se trasladó a León, Guanajuato, donde permaneció hasta su muerte.
También este día el pontífice reconoció las “virtudes heroicas” del siervo de Dios Octavio Ortiz Arrieta, nacido en Lima (Perú) el 19 de abril de 1878. Fue el primer salesiano peruano y el obispo de Chachapoyas por 37 años. Murió el 1 de marzo de 1958. Ntx
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agch