Mundo
¿A qué se debe tanta ocurrencia e improvisación?
La capacidad de improvisar, es una cualidad positiva en un cómico o en los actores; las ocurrencias de ambos, son bien vistas cuando, en un sketch u obra de teatro, agregan de su cosecha ésta o aquella ocurrencia, la cual es celebrada con las carcajadas y/o los aplausos del público.
Sin embargo, cuando se trata del gobernante y sus funcionarios -más aún en tiempos difíciles-, la población en general reacciona con coraje y críticas acerbas (Cruel, riguroso, desapacible), por lo que juzgan como una irresponsabilidad en la gobernación.
Hoy, por ejemplo, ¿quién habría pensado que este gobierno, ante las muestras de incapacidad exhibidas en cuanto a manejo político se refiere, no se diga ya en materia de comunicación con los gobernados, saldría con la ocurrencia de imponer un recurso caduco como son los Pactos?
Una cosa sí habría que reconocerle, particularmente por parte de los amantes de la nostalgia y los programas de Jorge Saldaña, que nos haya regalado la oportunidad de recordar los años aciagos (Infausto, infeliz, desgraciado, de mal agüero), del noveno decenio del siglo pasado.
Sin embargo, ¿a quién podría habérsele ocurrido, recurrir a un instrumento, propio de una economía cerrada con un partido casi único, para replicarlo en las nuevas condiciones donde, el modelo prevaleciente es el de una economía abierta, y el partido casi único es un mal recuerdo?
¿Sabe usted a quién? A políticos temerosos de su propia ignorancia, asustados por la reacción provocada por sus tonterías al frente de un gobierno que ha perdido el rumbo, y sólo el alcanza para dar palos de ciego o dar bandazos cual papalote sin cola.
Pero lo peor, el servilismo de algunas organizaciones y sus dirigentes, y el ya conocido de no pocos funcionarios indignos.
¡Qué vergüenza escuchar de Meade, cantar loas almibaradas a su Jefe! ¿Alguien lo imagino alguna vez así de sumiso e indigno? ¿Y de Navarrete? ¿Qué decir de éste, que pretendiendo verse firme, engolaba la voz y subía el volumen, a la vez que doblaba la cerviz (Humillarse, deponiendo el orgullo y altivez), con el riesgo de lastimarse la columna vertebral, debido a lo exagerado de su genuflexión ante el poderoso en turno?
¡Qué espectáculo? Ni con Chávez ayer y hoy con Maduro; ni con Ortega y Correa y los Kirchner, y tampoco con lo queda de uno de los Castro, se ven escenas como la de ayer.
¿Acaso con estos personajes, podría un país enfrentar con valentía y decisión sus problemas, y darles solución? Ni en sueños podríamos esperar este milagro.
Así seguiremos pues, de tumbo en tumbo hacia la debacle y la ruina. Ya lo verá.
¡Pobre México! Tantos y tan graves problemas, y sin funcionarios dignos y honrados intelectualmente.
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