Ante Trump y sus amenazas económicas, más y más apertura

más profunda, más rápida.   

Si uno revisare la historia económica desde fines del Siglo XVIII a la fecha, encontraría algo que podría sernos de gran utilidad en los tiempos que corren.

Dadas las condiciones actuales de nuestras dos economías, de México y de Estados Unidos, y las amenazas económicas lanzadas en contra de México y sus avances económicos por el hoy Presidente Electo Donald Trump, y si hubiésemos revisado lo señalado en el primer párrafo, llegaríamos a la conclusión que, al menos para nosotros y nuestra economía, la única salida efectiva que nos permitiría enfrentar sus amenazas, y aun cuando pudiere parecerle a usted una locura, poder volverlas irrelevantes, sería concretar más apertura económica; profundizarla y ponerla en práctica de la manera más rápida; es decir, en el menor tiempo posible.

A las posiciones proteccionistas y mercantilistas, lo único que puede derrotarlas de manera contundente y en el menor tiempo posible, es más apertura, más libre comercio y más incorporación voluntaria y activa a la globalidad.

Por más que le busquemos glándulas mamarias a los ofidios, es imposible encontrárselas; son reptiles, no mamíferos. Así sucede cuando se quiere uno enfrentar a los gobernantes y negociantes -que no empresarios-, que ven en las medidas proteccionistas y el mercantilismo la única respuesta aceptable y adecuada. De ahí que, como en el caso de las chichis de las culebras, es imposible encontrar en ellos sentido común y los conocimientos obligados para entender la utilidad de la apertura de la economía, el libre comercio y la incorporación voluntaria y activa a la globalidad.

La experiencia acumulada de estos dos últimos siglos, lo prueba de manera indubitable: Una economía abierta se moderniza, mientras que una cerrada se estanca.

El libre comercio eleva la calidad de vida y el bienestar de una sociedad, mientras que las barreras al libre intercambio de mercancías y servicios entre países y sus economías, reduce el nivel de la calidad de vida, castiga el bienestar de la población y daña a los consumidores.

Hoy, México no tiene otra salida frente a las amenazas de Trump en los aspectos económicos, que seguir con la apertura de su economía, profundizarla en aquellos espacios donde casi nada o nada se ha hecho y, hacerlo de manera rápida, en el menor tiempo posible.

Hagamos irrelevantes las amenazas de Trump; hagamos a México más atractivo a la inversión extranjera, hagamos de nuestro país, un verdadero espacio económico óptimo, para invertir y hacer negocios.

Actualicemos y modernicemos el andamiaje jurídico caduco, reduzcamos la burocracia y preparémosla -a matacaballo-, y reduzcamos al máximo tanto trámite absurdo que sólo encarece y retrasa -cuando no impide-, la creación de fuentes de empleo permanente.

Combatamos de manera efectiva la violencia y la inseguridad que golpea de frente la confianza de los inversionistas y el bienestar de la población; fortalezcamos la cultura de la legalidad y trabajemos, sistemática y permanentemente, para darnos un verdadero Estado de derecho.

Abramos la economía, y abrámosla más profundamente, en tantos espacios económicos que aún permanecen como si viviéremos, en el mejord e los casos, en los años treinta del Siglo XX.

Campo, energía, mercados laborales, burocracia y educación, entre muchos otros. Para empezar, ahí están cinco espacios que a gritos, demandan apertura y modernización.

Si actuáremos así, dejaríamos a Trump como solemos decir coloquialmente, chiflando en la loma.

Ése es el reto; ¿lo aceptaremos?

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