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CONTRALUZ: La La Land se va de concierto
La la land. La sincronización es un arte en la vida. Depende de nuestras decisiones, pero también de la de los demás, incluso –algunos dirán- de la intervención del señor destino. Elementos necesarios en toda historia de amor, como la que tienen Mia Dolan (Emma Stone) y Sebastian Wilder (Ryan Gosling) en la película ‘La La Land’, buscando conquistar su sueño en Hollywood.
Es éste principio de “tomados de la mano”, que operó para que Al Jonson pudiera ser la primera voz escuchada en la sala de cine con ‘El cantante de Jazz’ (1927). El proceso artesanal implicaba que la imagen era expuesta en cada fotograma de la cinta de celuloide, mientras que el audio quedaba grabado en una cinta paralela. Luego, una moviola sincronizadora, servía para que el editor pudiera empatar cada imagen en movimiento con su sonido. Si un solo cuadro sobraba o faltaba, todo caía en la desincronización. Tal como los eventos que Mia y Sebastian recorren para definir si pueden permanecer juntos o no como enamorados.
Para que existiera ‘La La Land’ tendría que haber una coincidencia y luego una convergencia de sueños. El futuro compositor Justin Hurwitz y Damien Chazelle fueron compañeros de cuarto en Harvard y fundidos en una amistad que descansaba sobre su amor por los musicales, comenzaron a gestar las primeras notas de la partitura.
De ahí surgieron los corazones de Mia y Sebastian, forjados del trabajo artesanal de más de dos años en que los dedos de Hurwitz se hincharon de tocar las notas de todos los instrumentos y que sus ojos casi reventaron de no dormir. Incluso, llegó a enfermarse el autor por falta de sueño.
Hurwitz y Chazelle lograron ser los Lennon y McCartney de sus propias vidas, sólo hablando de musicales como ‘Los paraguas de Cherburgo’ (1964) y de ‘Cantando bajo la lluvia’ (1952). Las sensibilidades se empataron y ambos fluyeron, escritor-driector del filme y compositor musical, como un par hecho con el propósito de crear. Su amor por la música y el cine se plasmó en los primeros dos filmes de esta mancuerna: ‘Guy and Madeline on a Park Bench’ (2009) y ‘Whiplash’ (2014).
‘La La Land’ surgió como una carta de amor a la ciudad de Los Ángeles, “donde las cosas no siempre suceden como uno quiere”, declaró Chazelle: “nuestra película es un tributo a todo aquel que se muda a Los Ángeles a perseguir su sueño”.
Hurwitz terminó obteniendo dos de los seis premios Oscar que la Academia otorgó a ‘La La Land’ el pasado mes de febrero, por la melodía de la canción “City of Lights” y por la partitura de todo el filme. Mientras su mancuerna Chazelle fue elegido Mejor Director, liderando una película con 14 postulaciones a la estatuilla dorada.
Es por ello, que el inicio de la gira mundial de ‘La La Land in Concert: A live to Film Celebration’ (en julio estará en Monterrey, México), en el último fin de semana de mayo, no podría existir mejor lugar que el emblemático Hollywood Bowl de la ciudad de Los Ángeles.
El que escribe, tuvo la oportunidad de asistir al segundo concierto de dos celebrados bajo las palmeras californianas, acompañado de 17 mil espectadores y presenciando una orquesta en vivo, un grupo de jazz, un coro, bailarines y al mismo Hurwitz con la batuta en mano.
La sincronización también fue el ley motive de la noche, cuando como espectadores nos vimos en una experiencia que rebasaba la pantalla digital donde se proyectaba entera ‘La La Land’, mientras la orquesta seguía los pasos de Mia y Sebastian, con cantantes en vivo entonando las estrofas de los personajes secundarios y el coro del fondo. La música de Hurwitz cobró una vida distinta, teniendo al propio letrero de Hollywood en los cerros del fondo como testigo.
‘La La Land: en concierto’ no se resumió a músicos y cantantes en diálogo con la pantalla, sino que se elevó a un estado más complejo, cuando los arcos del Hollywood Bowl se iluminaron con colores que empataban las escenas de ‘La La Land’, incluso se pintaban de textos y animaciones que complementaban lo que se veía en escena.
Queriendo desbordar la noche cual champagne, las notas de Hurwitz también llamaron a los colores hechos pólvora, cuando los fuegos artificiales surgieron tras el escenario, estallando al ritmo de la partitura. No había duda, los sueños de Justin y Damien tomaron a La La Land real, con todos nosotros en ella.
El piano de Randy Kleber y la trompeta de Arturo Sandoval, provocaron esa comunión con la pantalla. El público completó el ritual, muchos de ellos eran familias, otros novios donde la chica se vestía como los personajes del filme. El silencio y la atención predominante en las gradas, era interrumpida por susurros cual concierto de quienes se sabían de memoria las estrofas de las canciones que los letristas Benj Pasek y Justin Paul, concibieron con Hurwitz como compositor.
Chazelle estuvo presente en el público y pudo darse gusto con su amigo Justin de que pudiéramos escuchar una introducción previa, “Overtura”, que estaba guardada en el cajón, porque al editar su filme no pudo caber. Existió también un intermedio y Justin pudo poner música para que como público siguiéramos el drama de ver a Mia y Sebastian tomar decisiones trascendentales, tras escuchar ese silbato de partida del tren de la vida que casi siempre llega en el momento menos esperado, incluso oportuno.
Hay quienes dicen que escribir, componer o crear una historia, trae consigo el instinto de poder controlar al destino, azar, o las decisiones que otros nos afectan. La noche en que Hurwitz y Chazelle compartieron su ‘La La Land: en concierto’, esa ilusión pudo existir con música e imagen danzando, evaporándose poco a poco con el tarareo melancólico de Mia, mientras que cada quien fue tomando la autopista de regreso a sus vidas. Eso sí, bañados de la luz fosforescentes de los faroles, que siempre aparecen en par en par, uno frente al otro, dándose luz en medio de la oscuridad con complicidad.
Porque el cine es para siempre…
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La la land
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