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Cuidado con lo que hoy dejamos de lado u ocultamos

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Mañana podríamos lamentarlo 

Una de las limitaciones que distingue nuestra forma de hacer periodismo -la cual se ha mantenido casi inalterada durante decenios-, por más cambios que haya registrado esta actividad en años recientes, en prácticamente todo el mundo, tiene que ver con lo que podríamos llamar ideologización de los contenidos o más precisamente, la ideologización de las decisiones, en lo que se refiere a qué noticias incluimos para su publicación, o cuales desechamos por no coincidir con nuestra forma de ver el mundo o más claramente, con nuestra ideología y posiciones políticas.

Las consecuencias de dicha forma de ver el periodismo, aun cuando por mucho tiempo no sea criticada o denunciada por quienes están interesados en los temas rechazados, es producir ciudadanos desinformados, y ajenos a ciertos procesos de cambio que están teniendo lugar, en éste o aquel país.

Viene a cuento lo anterior, por las coberturas de los diferentes espacios mediáticos a dos marchas celebradas en Washington, DC, ciudad capital de Estados Unidos, con escasos seis días de diferencia. La primera, este sábado 21 de enero y la segunda, seis días después, el 27 de este mismo mes.

La primera marcha, convocada por mujeres y centrada, básicamente en el rechazo de las posiciones misóginas del Presidente Donald Trump -quien apenas 24 horas antes había tomado posesión de su cargo, y en favor del conjunto de propuestas que en inglés se conoce como Prochoice.

En dicha marcha, la participación de estrellas del cine y la música, y personalidades del feminismo de Estados Unidos, más un número importante de marchas en decenas de ciudades de Estados Unidos y en las capitales de otros países, particularmente europeos, le dio a esta marcha el carácter de acontecimiento histórico, no únicamente por el número de participantes sino por el tema central: el rechazo abierto a las posiciones del nuevo Presidente de Estados Unidos frente a la mujer.

Dejo de lado la polémica generada en relación con el número de participantes en la marcha, frente al número de quienes asistieron a la ceremonia de la toma de posesión del Presidente Trump. Lo hago porque, además de perecerme frívolo el que el mismo Presidente y sus principales funcionarios a su alrededor se hayan enfrascado en ella, habla muy mal de la idea que tienen de la gobernación.

Vayamos ahora a la segunda de las dos marchas que hoy comento.

Esta marcha se conoce en Estados Unidos, con un nombre políticamente incorrecto: March for Life (Marcha por la vida).

Si bien en los espacios mediáticos, donde los políticamente correctos son los que deciden qué entra y qué no entra a la pauta de éste o aquel programa, hay un elemento que para quienes participan en los movimientos feministas, o en aquéllos que defienden y/o promueven temas relacionados con lo que de manera genérica se conoce hoy como la Agenda LGBTTI, la expresión misma –Provida, o, En favor de la vida-, es mal vista.

Asimismo, quienes la promueven y defienden son, por no pocos, calificados de manera negativa. Sin embargo, hay un hecho que vale la pena señalar.

La primera de las marchas aquéllas, es la primera vez que es celebrada; la segunda, por el contrario, al margen de lo que pudiéremos pensar de las posiciones que sus promotores y participantes defienden, fue la edición 44. Es decir, se ha celebrado de manera ininterrumpida, desde el año 1973.

La participación en la misma, ha llegado ser de varios cientos de miles de personas.

Esta vez, situación extraordinaria, la marcha contó con la presencia de varios funcionarios cercanos al Presidente Trump; entre otros, el Vicepresidente Pence y la que fungió durante su campaña como Coordinadora, la señora Comway, actual asesora directa del Presidente.

Ahora bien, ¿qué explica la escasa o nula cobertura de esta segunda marcha, en los espacios mediáticos nuestros? ¿Cuál es la causa de que una marcha de las características que señalé, haya sido prácticamente desaparecida de las pautas programáticas, u olímpicamente ignorada?

AL margen de las posiciones personales de cada uno de nosotros, hay una realidad que nos conviene conocer.

Los presidentes republicanos, en cuanto toman posesión, apoyan a quienes mantienen posiciones Prolife, y quitan todo apoyo en materia de fondos federales a los grupos y organizaciones Prochoice. Los presidentes demócratas hacen exactamente lo contrario, y nadie se rasga las vestiduras; esta forma de actuar -frente a estos dos grandes movimientos-, para usar una expresión coloquial, diremos que forma parte del paisaje.

Los que defienden una u otra posición, lo saben y, por encima de ello, siguen trabajando promoviendo la causa que consideran correcta y, al carecer de fondos federales, recurren a aportaciones privadas de quienes apoyan una u otra posición.

Luego entonces, pregunto: ¿Por qué en nuestros espacios mediáticos se loa sólo una de las marchas, y se ensalza la presencia de cientos de miles de mujeres y, seis días después, la segunda, prácticamente es desaparecida de los espacios mediáticos?

¿A qué se debe este trato? ¿A que los responsables de pautar las notas en un programa o espacio mediático, comparten la visión de las primeras que marcharon, al tiempo que rechazan las posiciones de las que marcharon en la segunda?

Dejo las cosas hoy así, para concluir mañana. ¿Le parece que nos veamos aquí, en este mismo espacio?

Al margen de si leyere mañana la conclusión, le pediría que analice este trato diferente y a todas luces opuesto, para dos actos políticos los cuales, como comentaré mañana, ante los problemas demográficos nuestros, tener elementos de las dos visiones -Prolife y Prochoice- nos ayudaría a entender lo que nos pasa hoy -en materia demográfica-, y ver con mayor claridad sus causas y probables soluciones.

Aquí lo veo pues, mañana martes.

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