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¿Está usted seguro de que con Trump nos iría muy mal, y con la señora Clinton muy bien?

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 ¿En qué se basa para pensar eso?

A medida que nos vamos acercando a la fecha fatídica en noviembre de este año, las afirmaciones acerca de las consecuencias que acarrearía para México el triunfo del uno o de la otra, para decirlo claro y dentro de la total y absoluta corrección política, mueven a risa.

Los opinantes van, desde aquél cuyas opiniones están basadas en algo tan científico como las apuestas en un sitio de Internet, hasta el que habiéndose mostrando siempre mesurado y analítico, no para hoy de afirmar su rechazo al despreciable candidato.

¿Qué explicaría ese comportamiento analítico chafa, como si la elección a celebrase en unas cuantas semanas fuere una carrera de caballos en el Hipódromo de Las Américas? Por otra parte, por qué en otros actores, lo que vemos es un odio el cual, si nos atuviéremos en al menos un caso, a los antecedentes del que lo expresa, yo lo habría considerado impensable en él porque, para decir lo menos, él sabe bien de esas expresiones de odio.

A la fecha, entre tantas opiniones que he leído o escuchado, no he podido encontrar una sola más o menos soportada en la realidad de las características del sistema político de Estados Unidos.

Tampoco he podido encontrar a alguien que, partiendo de la práctica del Congreso de Estados Unidos -Cámara de Representantes y Senado-, aunado al contrapeso que aquél juega frente al Ejecutivo, haya podido demostrar que la llegada de Trump a la Presidencia representaría el desastre que aquí nuestros sesudos e informados analistas predicen.

En el caso de México, ¿cuáles serían los elementos que aducen para justificar esa visión apocalíptica que a la menor provocación sueltan de corridito? La verdad, no los he encontrado salvo, por supuesto, afirmaciones absolutistas como estás: ¡Con Trump, el peso se irá por las nubes! ¡De llegar Trump, se caerían nuestras exportaciones a Estados Unidos!

¿Por qué? Solo ellos lo saben.

Ahora le pregunto a usted: ¿En verdad piensa que la llegada de Trump a la Presidencia de Estados Unidos, sería una completa y verdadera tragedia para México? De pensar que sí, ¿cuáles serían las causas de esa tragedia?

¿Será acaso que a usted le late, por las declaraciones que aquél ha hecho durante las primarias primero y después ya en la campaña, que su victoria sería el Apocalipsis? ¿En verdad piensa que así funciona el mundo en los tiempos que corren?

¿Y qué piensa usted de la llegada de la señora Clinton a la Presidencia de aquel país? ¿Está convencido de que con ella nos iría de perlas? ¿Acaso no conoce sus posiciones, y la visión que tiene de México y su clase política?

Le pediría, ante lo que arriba le planteo, un grandísimo favor el cual, en un descuido, lo favorece a usted más que a mí que lo estoy pidiendo.

No haga caso de predicciones apocalípticas para México, en caso de que Trump llegare a ser el próximo Presidente de Estados Unidos.

En caso de que pensare que dichas predicciones tienen visos de convertirse en realidad, mejor busque cómo y qué hacer para fortalecer a nuestro país, no únicamente en lo económico sino en la unidad interna.

Los mexicanos no votamos en Estados Unidos; en consecuencia, la decisión de quién debe ser el próximo Presidente de Estados Unidos les corresponde, única y exclusivamente, a los electores de ese país, no al analista que se guía por las apuestas, y tampoco al intelectual que destila odio en cada opinión acerca de aquel candidato.

Use su sentido común, que es mucho, producto de tener los pies en la tierra, y no se pierda en disquisiciones supuestamente teóricas, que las expresan los que sólo pretenden presumir una capacidad analítica de la cual carecen. Y menos caso haga de los que más ignorantes que aquéllos, se concretan a repetirlas como autómatas.

Y por favor, no olvide que, para dañar a México y a los mexicanos, estamos nosotros; para eso nos pintamos solos. Así lo hemos demostrado desde hace muchos años y mire usted, aquí seguimos aguantando vara.

¿Trump un peligro para México? Seamos serios; peligro, lo que se llama peligro para este sufrido país, nuestros gobernantes actuales y sus funcionarios, y los 628 legisladores y los dirigentes de los partidos políticos.

Esos sí hacen daño, y mucho. Trump y Clinton, son apenas unos aprendices de destructores de Mëxico frente a verdaderos profesionales de la destrucción de su propio país: Los políticos mexicanos.

Reíto pues, para destruir y hacer daño a México, nos bastamos solos.

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