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Lo interesante: ¿Qué sigue? ¿Qué pasará con la estructura dictatorial construida y heredada por el finado?
Empezó la avalancha formada por la corrección política, los irredentos que jamás se atrevieron a reconocer su equívoco histórico que, quieran aceptarlo o no, los volvió cómplices, y los que piensan que es obligado guardar las formas y deben despedir al finado como si hubiera sido un héroe, no un dictador -para no agregarle otros atributos más que merecidos-, al que la historia, no debemos olvidarlo, no sólo no lo absolvió sino que, sin esperar a elaborar un juicio debidamente sustentado, lo condenó en vida.
Fidel Castro ha muerto; aun cuando los que saben, afirmaban que ya lo estaba mas no le habían avisado.
Lo que sigue ahora, es lo importante. No es únicamente lo que la conocida maldición china afirma -Ojalá te toque ver y/o vivir tiempos interesantes- sino lo que va a significar para, al menos, estos países latinoamericanos: Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Estos cuatro, sus gobernantes y gobiernos, sabrán qué hacer y cómo enfrentar lo que sigue. Si lo hicieren bien, sus gobernados pagarían un menor precio; de otra manera, a lo que padecen, tendrían que agregar una carga mayor o, tomar las decisiones que les permitiría enfrentar lo que representan gobernantes como Maduro y Ortega, por ejemplo.
Veamos ahora los efectos que la muerte de Fidel Castro, tirano muy admirado por estos rumbos y hoy, incomprensiblemente, idolatrado y tomado como guía y ejemplo por quienes dicen, hoy todavía -en serio, eso dicen-, querer construir el socialismo mediante la lucha armada.
La admiración y veneración de nuestros políticos por la figura y obra del Comandante, sólo sería explicarla por la vena autoritaria que nuestros políticos, conscientemente o no, tienen profundamente arraigada.
Es tal este rasgo en casi todos ellos, que por encima de la realidad de la vida cubana y los efectos devastadores de las políticas puestas en práctica por esa dupla de dictadores, el finado y su hoy heredero, jamás rectificaron.
Era el extremo del ridículo ver a centenas de políticos mexicanos, esperar y esperar para que en la madrugada los llevarán al santuario mayor y lograr la anhelada foto con el peor dictador que pueblo latinoamericano alguno haya conocido.
¿Qué nos enseñará el proceso que en Cuba ya empezó, el cual nadie sabe hoy cuánto durará? Es más, ¿quién podría asegurar hoy, que dicho proceso será pacífico y no, como muchos aventuraban desde que se supo de la gravedad del hoy finado hace unos años, violento?
¿Veremos el clásico y muy conocido golpe de Estado o una dimisión forzada? ¿Veremos una especie de rebelión dentro del Buró Político y el exilio, posiblemente a la Rusia de Putin, del hoy temeroso y nervioso hermano heredero? ¿Acaso éste, en la desesperación al verse en franca minoría entre los cuadros dirigentes, quisiere recurrir a lo que le dio tantos frutos, el paredón para los adversarios?
¿Cómo lograrán los cubanos deshacerse de esta dictadura que los ha vuelto a casi todos, miserables? ¿Veremos un plebiscito a la chilena? ¿Algo parecido al surgimiento de un Boris Yeltsin del trópico? ¿O un Mijail Gorbachov caribeño que conduzca la transición?
¿Veremos más perestroika y menos glasnost? ¿O a la inversa, o una mezcla de ambas?
Pienso que no hay opción que deba ser descartada; en ese panorama, ¿qué lecciones hay para los mexicanos y para México y su sistema político?
¿Le parece que sería interesante ver cómo pasa Cuba y los cubanos, de una dictadura, a la democracia? ¿Si ese proceso le pareciere interesante, no deberíamos entonces, seguirlo con el obligado detenimiento?
¿Qué deberíamos hacer y cómo, para llegar también, de una dictadura -perfecta, o blanda-, a una democracia?
Esto es lo que hoy debería interesarnos. Dejemos a los cubanos con su duelo y preparémonos para que en las próximas semanas o meses, empiezan las cloacas a destaparse, y las facturas pendientes de cobro a ser pagadas.
Efectivamente, cuán cierta es la maldición china: Ojalá te toque vivir tiempos interesantes.
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