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“No puedo esperar a que te deporten”: los hostigamientos a latinos en la era Trump
La Era Trump/ La primera vez que sucedió, Tanya Russ se encontraba en Walmart. Estaba charlando con un amigo en español cuando un hombre se acercó a ella y comenzó a decirle palabras racistas. Después, su marido le pidió que comprara gas lacrimógeno para protegerse.
La segunda vez que Russ vivió un acoso similar después de la elección del presidente Donald Trump fue cuando recibió un mensaje que dejaron en su auto mientras estaba estacionado afuera de su casa en Phoenix. La nota incluía una esvástica, un insulto racial y las frases “Trump ganó” y “regresa a Mexco”. “Lo que llamaba la atención era que ni siquiera podían escribir bien ‘México”, dijo Russ.
La tercera vez fue en el supermercado, en enero. Russ estaba hablando por teléfono en español cuando una mujer pasó y le dijo: “No puedo esperar a que te deporten”. Esta vez, dijo Russ, “estaba harta”.
Enfrentó a la mujer, quien le dijo que en realidad había estado hablando con alguien por teléfono. Russ no le creyó.
“Mi familia ha estado en este país incluso antes de que se convirtiera en Estados Unidos”, dijo Russ en una entrevista. Sus antepasados vivieron en California cuando todavía era parte de México y también tiene ascendencia de nativos en ese país.
“Primero que nada, soy estadounidense”, dijo, pero la gente sigue tratándola como si fuera una ciudadana de segunda clase.
Desde la elección, muchos estadounidenses latinos han reportado experiencias similares. Cerca de 160 de 1372 incidentes de prejuicio han sido recopilados por el Southern Poverty Law Center desde la elección del presidente Trump fueron dirigidos a gente latina o a personas que son percibidas como tal. Texas y California tuvieron la mayor cantidad de incidentes reportados.
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Las amenazas y el hostigamiento contra los estadounidenses latinos “forman parte de la nueva norma de esta administración, que se produjo cuando el presidente fue candidato”, dijo Marielena Hincapié, directora ejecutiva del National Immigration Law Center. Sobre todo desde la toma de posesión, los grupos comunitarios que trabajan con el centro han estado reportando un aumento de distintos tipos de acoso antilatino, incluyendo “personas a quienes les dicen que regresen a México cuando ni siquiera son mexicanas”, dijo.
Decenas de personas han denunciado hostigamiento antilatino al proyecto Documenting Hate, el cual registra los crímenes de odio y los incidentes de prejuicio desde las elecciones, y al menos diez personas dijeron que les gritaron “regresa a tu país”, según el sitio web de Univisión.
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En el caso de Ulises Ricoy, decano de Artes y Ciencias del Colegio del Norte de Nuevo México en Española, Nuevo México, el acoso ocurrió mientras hacía ejercicio. Era el día después de la elección y él estaba corriendo cerca del campus de la universidad cuando un camión con una placa de la bandera confederada se le acercó.
Dos hombres le gritaron un insulto racista y le dijeron que “se fuera de este país”. También arrojaron una botella de cristal llena de un líquido parecido a orina. La botella lo golpeó en el pecho y un poco de líquido le salpicó en la cara.
Ricoy nació en Austin, Texas, creció en México, y regresó a Texas para estudiar la secundaria. Allí se acostumbró a insultos y groserías. Pero en la zona rural de Nuevo México, mayoritariamente latina y nativoestadounidense, donde vivió siete años, nunca había experimentado algo así hasta el incidente de noviembre.
Cualquier persona que sufra acoso o amenazas debe reportar el incidente a la policía, a un grupo local de derechos de inmigrantes, a una coalición interreligiosa, a una organización de servicios legales o a un amigo o familiar de confianza, dijo Hincapié. Informar sobre un incidente puede ayudar a que la víctima obtenga apoyo, desde ayuda legal hasta el tratamiento de su salud mental, y puede ayudar a aumentar la conciencia sobre el acoso y los crímenes de odio. “Debemos ser capaces de contar la historia de lo que realmente está sucediendo en nuestras comunidades”, dijo.
Russ reportó la nota que dejaron en su auto a la empresa administrativa de su complejo de apartamentos. A veces sale a trabajar muy temprano y, después del incidente, le pidió a su marido que la acompañara al auto. “Estaba asustada”, dijo. “No sabía si alguien iba a estar esperándome”.
Cuando la molestaron en Walmart y en la tienda de abarrotes, deseó que alguien la hubiera defendido: “Nadie les dijo nada, nadie los detuvo, nadie trató de protegerme. Solo se quedaron callados”.
Aunque el profesor Ricoy estaba solo cuando lo atacaron, sus colegas de la universidad se le acercaron cuando oyeron lo que había sucedido. El presidente de la universidad incluso hizo un anuncio mediante el cual reprobó el incidente.
Aunque no todos hablan de esto abiertamente, el profesor Ricoy ha observado que hay mucha ansiedad causada por el gobierno de Trump en el norte de Nuevo México. Varios estudiantes que son inmigrantes recientes de México se le han acercado para externar sus preocupaciones. Al mismo tiempo, ve un sentimiento de esperanza para el futuro. “Es el espíritu de los migrantes”, dijo.
“Conocemos la adversidad”, explicó. “Este es tan solo otro reto”.