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¿ Qué es el hartazgo ? ¿Acaso la excusa ideal para seguir así?  

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Se lo digo un tanto molesto, estoy hasta el gorro con eso del hartazgo. Para decirlo de otra manera, estoy harto del hartazgo. (Por favor, perdóneme por la cacofonía, pero es verdad).

Hoy, casi a quien le pregunte por algún aspecto de la situación que enfrentamos (y las posibilidades de hacer algo para combatirlo y buscar un cambio), es muy probable que la respuesta que le den incluya esta frase: ¡Estoy harto!

Ésta la usamos en los tiempos que corren, tanto para justificar las maldiciones y juicios absolutos acerca del gobierno y sus funcionarios, de los partidos y sus candidatos como para permanecer en la peor de las pasividades.

El Estoy harto sirve pues, tanto para el desahogo diario como para quedar satisfecho, una vez que uno lo dice: ¡Estoy harto! Una vez que lo digo, con la voz grave y fuerte, no únicamente pienso que me veo bien e informado, sino que cumplo también, al decirlo, con mi responsabilidad ciudadana.

El famoso hartazgo aparece en donde menos uno lo espera; si pregunto a alguien por qué piensa esto o lo otro de algún tema económico o político, ahí está, rozagante y listo para darme la excusa salvadora: ¡Es el hartazgo! Es más, parecen pensar, ¿qué le pasa a Ángel? ¿Qué no entiende que estoy harto, que el hartazgo me tiene hasta la madre?

Tal parece pues, que el famoso hartazgo, no es -como uno podría pensar-, estar cansado de ver y padecer lo mismo por decenios, sino la simple y fácil excusa para eludir nuestra responsabilidad ciudadana.

Si efectivamente estuviéremos hartos ver y padecer la corrupción, y enfrentar la disyuntiva de votar por un corrupto e incapaz por uno menos corrupto, y posiblemente menos incapaz, pero, incapaz al fin, algo haríamos.

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De ser cierto eso del hartazgo, traduciríamos ese estar harto en participación, en una crítica responsable y en la disposición a unirme con otros que estuvieren en la misma situación para algo hacer, algo que contribuya a cambiar para bien lo que hoy padecemos, lo que hoy nos tiene hartos.

Pero no, únicamente me permite -la expresión-, desahogarme y verme bien mas no es el estímulo e impulso para involucrarme en lo público para que el hartazgo empiece a disminuir porque las cosas, con mi participación, habrían mejorado.

Ante ese hartazgo, si usted fuere uno entre las decenas de millones de mexicanos que están hartos, que todo lo explican con el hartazgo, algo sencillo como esto:

¿Qué le parecería usted, pensando en las elecciones -tanto en el orden estatal como en el federal- a celebrase el año próximo, que así como no queriendo, empezáremos a difundir por las redes sociales -como suele decirse ahora-, esta exigencia a los partidos:

¡Ya basta de candidatos incapaces y corruptos!

¡Queremos candidatos honrados y capaces!

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Únicamente eso; que todos los partidos lo escuchen.

Que sepan que el 1 de julio del año 2018, únicamente daremos nuestro voto a quien consideráremos honrado y capaz.

Esas serían las únicas cualidades que como ciudadanos exigiríamos: ¡Nada más, nada menos!

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