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¿Se dejará atrapar Meade, por el canto de las sirenas?

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 ¿Tendrá consciencia del papel que debe jugar, dada la situación del país?

¿Insistirán en su despropósito (Dicho o hecho fuera de razón, de sentido o de conveniencia), los que han pretendido hacerle creer al doctor Meade, que puede ser candidato a la Presidencia, y ganar la elección?

¿Acaso no se han dado cuenta, los que insisten en llenarle de humo la cabeza al nuevo Secretario, que en los tiempos que corren, Hacienda no es el espacio para pensar en sueños guajiros? ¿Que no entienden?

Hoy, y en los próximos dos o tres años cuando menos, Hacienda debe ser el espacio donde se trabaje las 24 horas de los siete días de la semana para, únicamente, buscar regresar la cordura y la prudencia a las finanzas públicas.

Por otra parte, diría el clásico, los serviles y oportunistas simplemente ejercen su derecho a buscar acomodarse, y obtener beneficios y privilegios mil; el problema, más que de ellos, lo es del elogiado porque, si éste cayere en el juego perverso de los elogiadores profesionales, siempre a la búsqueda del débil de carácter para aprovecharse de él, estaríamos perdidos.

Por eso las preguntas del título: ¿Escuchará Meade el canto de las sirenas? ¿Tendrá consciencia del papel que debe jugar hoy, dada la situación del país?

Ahora bien, ¿cuál es el papel que obligadamente deberá jugar? Además de limpiar el campo de batalla -donde quedaron hechas pedazos las ilusiones del anterior secretario-, y de limpiar las estructuras de la Secretaría de Hacienda de tanto experto en echarle aire al que se deje -que heredó-, tiene que sentar las bases para un manejo diferente de las finanzas públicas.

Deberá alejarse de esa idea peregrina de su antecesor, a la que apostó, de un período expansivo de la economía mundial; también, corregir la estrategia de un crecimiento explosivo de la deuda. Hoy, el estancamiento es la regla; además, la caída de la demanda, no únicamente se presenta en la República Popular China sino también, en las economías de nuestros principales socios comerciales.

Hoy, una vez más se cumple lo que bien se sabe desde hace decenios, que la deuda y su manejo irresponsable, no generan crecimiento; a la larga, depender de la deuda y permitir -cuando no estimular-, un déficit creciente en la operación del gobierno, se vuelve una peligrosa adicción y la realidad, más temprano que tarde, nos alcanza.

En estos tres años nueve meses, se ha probado que lo que solían decir los que se fueron -así como sus panegiristas oficiosos y oficiales-, era una engañifa; ni hubo crecimiento y, menos aún, los problemas estructurales de la economía fueron enfrentados y resueltos.

Ésa es la realidad que debe enfrentar el nuevo Secretario de Hacienda; ésa es la realidad a la que debe dar solución o al menos, sentar las bases que corregirían el rumbo.

La superficialidad analítica y las cuentas alegres del que se veía como candidato y Presidente de la República, deberán ser desterradas de la Secretaría de Hacienda. El papel que deberá jugar el doctor Meade y la obligada consciencia del mismo, es tarea por demás honrosa.

Además, de cumplirla y cumplirla bien, podría lograr algo más que embarcarse en una aventura totalmente irresponsable: permanecer en Hacienda en la próxima administración.

La madurez con la que actúe, y la firmeza y seriedad que le imprima a su labor en Hacienda podría, al margen de quién fuere el ganador en el año 2018, a continuar con la difícil tarea que hoy, lo quiera y entienda o no, tiene encomendada. Meade está hoy, sin duda, llamado a ser el nuevo Antonio Ortiz Mena; ¿estará consciente de esa posibilidad? Y si así fuere, ¿estaría a la altura de ella?

Hoy, Videgaray es el mejor ejemplo de lo que no debe hacerse cuando se está al frente de una secretaría. No debemos olvidar a Luis Videgaray, el soberbio devorado por su ambición.

Hay que tenerlo presente, no únicamente en Hacienda sino en todo el sector público porque, el daño que le causó al gobierno al que supuestamente debía servir -no servirse de él-, y a la economía en su conjunto, no es cualquier cosa.  El precio a pagar por el país, será muy elevado; ya lo verá.

Por eso pregunté en el título: ¿Escuchará Meade El Canto de las Sirenas? ¿Tendrá consciencia del papel que debe jugar hoy, dada la situación del país

Lo mejor sería, con esas sirenas, pedirle a Gastón Acurio que nos prepare un buen ceviche. Lo demás, simple literatura y ambiciones desmedidas de una caterva de sinvergüenzas que lo único que hicieron, fue dejar un tiradero.

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