Mundo
Tom Brady y los caciques del periodismo mexicano
Tal Cual
A Tom Brady casi nadie lo ha podido derrotar en el campo de juego. Nos puede caer bien o mal. O hasta sospechar que en algún momento ha hecho trampa con aquello de los balones desinflados.
Sin embargo, lo ocurrido en el pasado Súper Bowl cuando un reportero mexicano le robó el jersey que utilizó el pasado 5 de febrero, expone una realidad del periodismo mexicano: la existencia de cacicazgos que acaparan eventos internacionales y que desplazan a los periodistas especializados en algunos medios.
Ello más allá de delito que cometió Mauricio Ortega, hasta hace unos días director del diario La Prensa, quien está acusado de sustraer el jersey del quarterback de los Patriotas de Nueva Inglaterra, Tom Brady, después del Súper Bowl 51.
El escándalo es mayúsculo porque incluso intervino el FBI quien ya recuperó el famoso y cotizado jersey, pero además por el momento de las relaciones entre México y Estados Unidos en donde la narrativa del presidente Donald Trump tacha a una gran parte de mexicanos, sobre todo migrantes, como “Bad Man”. En nada ayuda a la imagen del país este tipo de situaciones.
Los memes se han reproducido en redes sociales e incluso una portada falsa del diario “La Prensa”, el de mayor circulación en México, donde aparece la foto de Ortega y de cabeza principal: “No Tiene Madre”. Dedicada a quien por cierto escribía las ingeniosas cabezas de este rotativo popular.
Otros memes son los del jersey de Brady colgado en una azotea mexicana acompañada de calzones. Unos más comparan la foto de Mauricio Ortega con la de Javier Duarte.
Más allá de la chunga, de los memes y de la vergüenza de este penoso caso para el periodismo mexicano, es necesario reflexionar el por qué en algunos periódicos, lo menos, son los directivos, jefes o allegados a los mismos quienes son asignados a cubrir eventos importantes, en este caso deportivos, aunque no tengan la más remota idea del deporte en cuestión.
Mauricio Ortega no es un caso aislado de un director de un diario mexicano que es acreditado para cubrir un evento como el Súper Bowl. Conozco por lo menos otros dos casos, uno de ellos del diario deportivo Ovaciones, en donde el jefe de Redacción e Información General, Alberto Montoya, se adjudica cada año la asistencia al máximo evento deportivo en Estados Unidos, aún por encima de las decenas de reporteros especializados que trabajan en ese rotativo.
Hace algunos años, en el Súper Bowl del 2004, cuando en el espectáculo del medio tiempo y máxima audiencia la cantante Janet Jackson dejo al aire un pecho cuando cantaba, el citado columnista político que tiene la concesión anual de auto asignarse la cobertura de este evento, “se le fue la nota”, como dicen los clásicos. Andaba comprando un hot dog y una cerveza cuando ello ocurrió. Los editores de Ovaciones le enmendaron la plana desde México.
No se trata de dispensar o justificar lo ocurrido con el jersey de Tom Brady a un tema de asignación de coberturas. Es un tema de ética y delincuencial lo que ocurrió. Pero debe existir una llamada de atención a los directivos de periódicos y de otros medios de comunicación respecto a las asignaciones a este tipo de eventos.
Qué pensarán los reporteros de Ovaciones o de La Prensa o de alguna estación de radio que está asignado todo el año a cubrir el futbol americano colegial a redactar notas semanales de la temporada de la NFL, pero que nunca será enviado a cubrir un Súper Bowl porque esos viajes, esos privilegios, están reservados para caciques del periodismo. Aunque luego acaben en escándalos. Tal Cual.
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