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Condena Papa Francisco ‘epidemia de la enemistad’
Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco hizo hoy una condena de la “epidemia de la enemistad” que afecta a la sociedad en el mundo y advirtió que a causa de esa “patología de la indiferencia” el grito de muchos se ha debilitado y silenciado.
Poco a poco las diferencias se transforman en sinónimos de hostilidad, amenaza y violencia, dijo el Santo Padre en su mensaje en la Basílica de San Pedro durante el consistorio de creación de 17 nuevos Cardenales de la iglesia católica, entre ellos el mexicano don Carlos Aguiar Retes, Arzobispo de Tlalnepantla.
Nosotros, lamentó el sumo pontífice, levantamos muros, construimos barreras y clasificamos a las personas.
“Nos toca transitar un tiempo donde resurgen epidémicamente, en nuestras sociedades, la polarización y la exclusión como única forma posible de resolver los conflictos.
“Vemos, por ejemplo, cómo rápidamente el que está a nuestro lado ya no solo posee el estado de desconocido o inmigrante o refugiado, sino que se convierte en una amenaza: posee el estado de enemigo por venir de una tierra lejana o por tener otras costumbres, por su color de piel, por su idioma o su condición social, por pensar diferente e inclusive por tener otra fe…”
Antes de entregar la Birreta, el anillo y la asignación de título o diaconía a Monseñor Aguiar Retes y otros 16 nuevos cardenales, cuatro de ellos eméritos, el Papa Francisco lamentó que el virus de la polarización y la enemistad “se nos cuela en nuestras formas de pensar de sentir y de actuar”.
En este contexto, el Papa Francisco invitó a practicar lo que llamó cuatro grandes imperativos de los tiempos actuales: “amen, hagan el bien, bendigan y rueguen”.
Se trata de una invitación, dijo, a practicar esas cuatro exhortaciones que el Señor les hace para plasmar su vocación en lo concreto, en lo cotidiano de la vida. Son cuatro formas que darán forma, darán carne y harán tangible el camino del discípulo.
Creo que, en estos aspectos, amar, hacer el bien, bendecir y rogar, todos podemos coincidir y hasta nos resulta razonable. Son cuatro acciones que fácilmente realizamos con nuestros amigos, con las personas más o menos cercanas, cercanas en el afecto, en la idiosincrasia, en las costumbres.
Y recordó: en el corazón de Dios no hay enemigos, Dios tiene hijos y no precisamente para sacárselos de encima.
El amor de Dios tiene sabor a fidelidad con las personas, porque es amor de entrañas, un amor maternal/paternal, que no les deja abandonadas, incluso cuando se hayan equivocado.
Nuestro padre no espera a amar al mundo cuando seamos buenos, no espera a amarnos cuando seamos menos injustos o perfectos, nos ama porque eligió amarnos, nos ama porque nos ha dado el status de hijos. Nos ha amado incluso cuando éramos enemigos suyos.
En este contexto, el Papa Francisco invitó a practicar lo que llamó cuatro grandes imperativos de los tiempos actuales: “amen, hagan el bien, bendigan y rueguen”.
Se trata de una invitación, dijo, a practicar esas cuatro exhortaciones que el Señor les hace para plasmar su vocación en lo concreto, en lo cotidiano de la vida. Son cuatro formas que darán forma, darán carne y harán tangible el camino del discípulo.
Creo que, en estos aspectos, amar, hacer el bien, bendecir y rogar, todos podemos coincidir y hasta nos resulta razonable. Son cuatro acciones que fácilmente realizamos con nuestros amigos, con las personas más o menos cercanas, cercanas en el afecto, en la idiosincrasia, en las costumbres.
Ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, con la presencia de Obispos de diversos países y todo el cuerpo cardenalicio de la Curia Romana, Su Santidad advirtió sin embargo que hay renuencia de nosotros mismos cuando Jesús nos presenta los destinatarios de esas cuatro acciones, pero Jesús es claro de que en su aplicación “no hay vueltas ni eufemismos”.
Jesús, señaló el Papa Francisco, dice amen a sus enemigos, hagan el bien a los que odian, bendigan a los que los maldice, rieguen por los que difaman.
Esas no son acciones que surjan espontáneas con quien está delante de nosotros como un adversario, como un enemigo. “Frente a ellos nuestra actitud primera e instintiva es descalificarnos, desautorizarlos, maldecirlos; buscamos en muchos casos demonizarlos, a fin de tener una sana justificación para sacárnoslo de encima”.
En cambio, remarcó, Jesús nos dice que el enemigo, al que te odia, al que te maldice o difama, ámalo, hazle el bien, bendícelo y ruega por él.
El enemigo es alguien a quien debo amar, recordó el Papa Francisco y dijo que en ese mensaje se esconde la fuerza de Jesús, donde radica la fuente de su alegría, la potencia de su andar y el anuncio dela buena nueva.
Sin darnos cuenta esa lógica se instala en nuestra forma de vivir, de actuar y proceder. Entonces, advirtió, todo y todos comienzan a tener sabor de enemistad. Poco a poco las diferencias se transforman en sinónimo de hostilidad, amenaza y violencia.
Cuántas heridas crecen por esa epidemia de enemistad y de violencia que se sella en la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de esa patología de la indiferencia, expresó.
Finalmente dijo que el virus de la polarización y la enemistad se nos cuela en nuestras formas de pensar de sentir y actuar. No somos inmunes a esto y tenemos que velar porque esa actitud no cope nuestro corazón, porque iría contra la riqueza y la universalidad de la iglesia.
Cabe señalar que en el rito del consistorio se realiza la “imposición de la birreta”, “la entrega del anillo” y la “asignación de título o diaconía”.
En la apertura de la celebración, el nuncio en Siria, Mario Zenari, fue el encargado, entre los nuevos cardenales, de dirigir un saludo de agradecimiento al Santo Padre en nombre de todos.
ebv