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Delfina, la maestra que quiere gobernar el Edomex
México.— Delfina Gómez, hija de un albañil, licenciada y poseedora de dos maestrías, tras ser alcaldesa y diputada, aspira a poner fin a 88 años de hegemonía del PRI en el Estado de México, que han gobernado varios políticos devenidos luego en presidentes del país, como Enrique Peña Nieto.
Vestida con blusa blanca y chaleco color vino, Gómez habla en una entrevista en la Ciudad de México sobre su ambición de ganar la elección del 4 de junio, marcada por la sombra del líder del partido al que pertenece, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador.
“Soy la diputada más votada a nivel nacional”, señala en respuesta a los que la consideran un títere del dos veces candidato presidencial de la izquierda mexicana y que, en la primera de ellas, en 2006, denunció un fraude electoral y comandó unas protestas sociales que hicieron tambalear a la democracia nacional.
“Puedo andar en Texcoco (el municipio del Estado de México que gobernó entre 2013 y 2015) y por suerte la gente hasta ahorita me respeta”, agrega sobre su primera experiencia política.
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Delfina recuerda que al llegar a su despacho de alcaldesa se encontró con una deuda de 200 millones de pesos (unos 15 millones de dólares de entonces) de su antecesor, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Había dejado sin pagar incluso uniformes escolares, y apenas quedaban ocho patrullas de policía, de las cuales tres estaban averiadas y eran alquiladas a un conocido del alcalde.
Gómez decidió reducir su salario, el de los regidores, del síndico y de los directores de primer nivel en un 10 por ciento, relata.
“No era mucho pero con el tiempo se hace una buena cantidad”, detalla Delfina, acostumbrada a lidiar con estreches económicas desde niña.
Gracias a ello en mes y medio se compraron cincuenta patrullas, se les proporcionó seguro de vida a los policías, exámenes de confianza y armas para salir a la calle.
“No se compró ningún carro para funcionarios, ni para la presidenta, nos aguantamos con los que tuvimos; no se aceptaron notas de restaurantes, gastos de representación”, con el argumento de que “un funcionario público gana bien”, añade sobre su política de austeridad.
“La maestrita” -recuerda- era el apodo despectivo con el que se referían a ella sus rivales políticos en Texcoco.
Después de eso fue elegida diputada nacional en junio de 2015 con Morena, responsabilidad de la que se apartó para luchar por el Estado de México.
Es la tercera en la mayoría de encuestas para los comicios del 4 de junio, que según algunos pueden marcar el signo de la elección presidencial de 2018.
A poca distancia están los candidatos del PRI, Alfredo del Mazo, primo de Peña Nieto e hijo y nieto de gobernadores de ese partido en el Estado de México, y del Partido Acción Nacional (PAN), la expostulante a la Presidencia en 2012 y exministra de Educación Josefina Vázquez Mota.
A la espera del inicio formal de las campañas, en abril, el nerviosismo en el PRI quedó latente el pasado fin de semana, cuando el propio Peña Nieto intervino en el 88 aniversario de la histórica agrupación que gobernó México de forma ininterrumpida entre 1929 y 2000.
Según Peña Nieto, en el país “hay riesgos de retroceso” y “están resurgiendo las amenazas que representa la parálisis de la derecha o el salto al vacío de la izquierda demagógica”.
Delfina, ¿una amenaza al PRI?
“Nací en Texcoco, mi padre se dedicaba a la albañilería, mi mamá era un ama de casa” y, “a pesar de la poca preparación que tenían ambos, tuvieron una gran visión que era que sus hijos crecieran y le echaran más ganas” a la vida para lograr a un futuro mejor, narra.
“Trabajé la mayor parte de mi vida en doble turno” para “vivir de una manera más o menos decorosa”, prosigue Delfina.
Así, se licenció en Ciencias de la Educación y llegó a ser directora de una escuela después de hacer dos maestrías en el Centro de Estudios Superiores de Educación y en el Instituto Tecnológico de Monterrey.
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En un momento de la entrevista derrama lágrimas al recordar a su madre, que la convenció de seguir viviendo en la humilde casa familiar -nunca se casó porque quiso dedicar su vida al estudio, asegura- pese a que con los años pudo comprar un pequeño inmueble.
“Tengo 54 años y esos 54 años sigo allí (…) Mi mamá me decía ‘sabes qué, hija, me preocupa que no te cases’. Yo le decía ‘al contrario, mamá, preocúpate de si me caso”, añade la maestra, convencida de la necesidad de que haya más mujeres en el poder en México.
De la mujer “dicen ‘es que le falta carácter’; no tienes que gritar para poder lograr un objetivo”, concluye.
emc