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“La verdadera noche de Iguala”

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México.— La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa es un claro ejemplo de que el Estado mexicano no funciona más y es el resultado del error de haber sacado al Ejército a las calles, porque se volvió un brazo armado de algunos cárteles debido al problema de corrupción en el país, advirtió la periodista Anabel Hernández al enfatizar que debemos aprender la lección de Iguala.

“Ayotzinapa no es un asunto ideológico como nos quiso hacer creer el gobierno, Ayotzinapa no es un asunto de buenos y malos, Ayotzinapa es un ejemplo de que este Estado no funciona más y de que cualquiera de nosotros pudiera ser uno de los 43”.

En entrevista con Siete24.mx, Anabel Hernández presentó el libro La Verdadera Noche de Iguala, donde tras dos años de investigación llegó a varias hipótesis sobre el destino aquella noche de los estudiantes normalistas.

Convirtiéndose en periodista desplazada tras publicar el libro Los Señores del Narco, Anabel tuvo que huir de México tras varios atentados a su familia, el último cuando un comando de 11 policías federales irrumpió las casas de sus vecinos buscando a la reportera que pudo llegar hasta Estados Unidos. Ahí en agosto de 2014 la Universidad de California en Berkeley le otorgó una beca para investigar la operación de un cártel de la droga mexicano que tiene el control en Los Ángeles, pero semanas después sucedió la noche de Iguala, recuerda la periodista lo que cambio la historia y mes a mes volvió a viajar a México para indagar en las calles de Guerrero lo sucedido con los 43.

“Era un punto de quiebre, si era cierta la versión del gobierno de México de que un grupo criminal y un alcalde habían decidido desaparecer a 43 estudiantes, era un punto de quiebre que para mi sonaba irracional y significaba que algo estaba pasando”

P: ¿Qué paso en Iguala?, dos años después la gente se sigue preguntando ¿dónde están los 43?¿Qué sucedió?

R: Lo que sucedió esa noche desde un principio fue bastante claro. Hay evidencias periciales, hay múltiples testigos incluyendo los normalistas sobrevivientes que desde las primeras horas del 27 de septiembre apuntaban con toda claridad quienes eran los principales responsables de esos sucesos. Eso era muy claro, sin embargo desde un principio la fiscalía general de Guerrero y la PGR intentaron manchar, ensuciar, enturbiar esa claridad para que no se supiera lo que paso esa noche. Lo que sucedió de acuerdo a mis dos años de investigación con pruebas documentales, pruebas periciales, peritajes de balística, testimonios no de los estudiantes que pudieran tener algún tipo de contaminación ideológica, sino con personas comunes y corrientes que esa noche estaban en la calle.

P: ¿Vecinos, vendedores?

R: Hay que recordar y tener claro que ese viernes 26 de septiembre las calles de Iguala estaban repletas de gente. Estaba la señora de los hot dogs, estaba la señora que vende los esquites en la esquina, estaba la señora de la farmacia, la de los helados, la familia que iba a caminar… a través de esos testimonios es que obtuve las primera información de que no solo policías municipales habían participado, sino que había personas vestidas de civiles con un armamento más poderoso, la genta (testigos) insistía que parecían militares vestidos de civil.

P: ¿El gobierno sabía lo que estaba pasando?¿Supo en qué momento de los hechos?¿Desde el primer momento?

R: El gobierno no sólo sabía lo que estaba pasando, el gobierno estuvo cazando a los estudiantes desde el 22 de septiembre de 2014, el gobierno es cuando detecta que los estudiantes secuestran dos autobuses, ellos no lo sabían, iban cargados de heroína. Esto ocurrió cuatro días antes y es ahí cuando empieza la operación del Estado para intentar recuperar estos autobuses a favor de un grupo criminal.

P: ¿Sabían los 43 que los autobuses estaban sembrados con droga? ¿No sabían?

R: No lo sabían. Hay una prueba contundente que el gobierno parte de su operación en un principio fue tratar de ensuciar a los estudiantes queriéndolos involucrar con un grupo criminal… ellos tan no lo sabían que secuestran a los autobuses el 22 de septiembre, los llevan a las instalaciones de la Normal y se quedan ahí estacionados. Si supieran que ahí había heroína no mueven los camiones, los dejan ahí y los venden a un grupo criminal al Chapo Guzmán… o ellos mismos la van sacando por dosis y la van vendiendo si es que queremos seguir esta historia del gobierno de que estaban involucrados con el crimen organizado. Tan no sabían que estos camiones significaban su muerte, tan no sabían que iban cargados de droga que ese 26 de septiembre deciden ir a robar más autobuses transportados en esos dos autobuses que contenían la droga… Es ahí cuando empieza el monitoreo y la persecución del gobierno federal, del Ejército, de la policía federal, estatal y diversas policías municipales, todas con el mismo propósito recuperar la droga sembrada en los autobuses.

AQUÍ LA ENTREVISTA EN VIDEO

El quinto autobús…

Mientras las tesis del GIEI y otros periodistas se basan sobre otros camiones, un quinto con droga, para Anabel Hernández la heroína iba en los dos donde atacaron a los 43, según le han confirmado fuentes dentro del crimen organizado que asegura también tienen sus propios órganos de inteligencia.
“Desde el principio de la historia en todo momento son los autobuses no los estudiantes lo que importaba al gobierno”.

El momento de la desaparición ocurrió entre las 10:30 y las 11 de la noche de aquel 26 de septiembre cuando tras un operativo, los propios estudiantes habían caído en cuenta que habían robado dos autobuses con un fuerte cargamento de heroína es ahí cuando deciden desaparecerlos “la única corporación que podía emitir la orden, la única que tenía bajo su control total el C4 (el centro de operaciones), las cámaras de seguridad y todas las dependencias era el 27 Batallón de Infantería”.

Para Anabel Hernández quien entre sus trabajos periodísticos se encuentra una entrevista desde la clandestinidad que le dio la vuelta al mundo a Rafael Caro Quintero hace unos meses, lo sucedido en Ayotzinapa fue una operación del Estado para encubrir lo que había pasado “no hay que olvidar que la noohe de Iguala ocurre un día después de que el Ejército mexicano con toda la verguenza ante el mundo tiene que reconocer que después de tres meses de haber negado ejecutar a 21 personas en Tlatlaya, horas antes el 24 o 25 de septiembre emite un boletín reconociendo la ejecución, sí fuimos nosotros, es todo ese ingrediente que impide de manera equivocada y perversa al gobierno que en vez de enjuiciar otra vez al Ejército decide encubrirlo”.

Para sostener la “verdad histórica”, la versión oficial del gobierno, al menos 100 personas han sido brutalmente torturadas, violadas, han recibido toques eléctricos, incluso han violado a muchas esposas de los testigos, asegura la también periodista de Proceso.

P: La “verdad histórica” dice que los restos de los 43 fueron incinerados y arrojados en bolsas al río Cocula. ¿Dónde están? ¿Se va a saber en algún momento realmente qué les paso?

R: … La gran pregunta es esa, hay que preguntar a quien sembró los huesos en el río San Juan. Porque el gobierno federal en su desesperación de cerrar el caso y que no se investigará más, la prueba con la que pensaba cerrar el caso es decir los restos de Alexander Mora que aparecieron en la bolsa de basura en el río san Juan, ahora que la PGR esta diciendo sembramos esa prueba (según un reporte aún no oficial ya difundido por el New York Times), pues solo la podría sembrar quien ejecutó el crimen. Solo quien sabe dónde están los estudiantes pudo haber conseguido los restos de Alexander Mora y haberlos sembrado en ese río. La prueba con que el gobierno quiso cerrar el caso es la misma que mantiene el caso más vivo y más abierto y la que incrima al gobierno federal. Tomás Zerón no debería ser solo enjuiciado y cuestionado sobre todas las anomalías ocurridas en el río San Juan… ¿cómo obtuvo el hueso de Alexander Mora?¿Y cómo lo sembró?… Gente de Tomás Zerón estuvo presente desde esa noche. Qué raro que sea su gente la que encontró los huesos…

P: ¿Debe el Ejército seguir en las calles 10 años después de la guerra al narcotráfico emprendida por Felipe Calderón?

R: Eso es el centro del tema, es el centro de lo que paso esa noche. Durante muchos años he estado investigando esta relación perversa entre crimen organizado y el Ejército, no es algo nuevo, pero es una relación que se había manifestado de otras maneras. El Ejército protege cargamentos, no detiene a los capos, el Ejército tiene una convivencia con los narcotraficantes y a partir de que sale a las calles a hacer acciones policiacas estamos viendo el nivel de corrupción al que puede llegar. El Ejército ya no solo los protege, sino que puede operar como un brazo armado de los cárteles de la droga. Creo que este libro llega en un momento preciso donde tenemos que discutir como nación, como país, hacia dónde queremos llegar. Esta supuesta guerra contra el narcotráfico como esta diseñada que para mi es claramente falsa, tan falsa que un batallón puede coludirse con un capo y sacrificar a 43 personas ¿de verdad 43 personas valen 2 millones de dólares? ¿para esas madres sus hijos tienen ese precio?… la militarización a costado vidas a costado hijos a muchas personas, la gente debe entender la lección de Ayotzinapa, Ayotzinapa no es un asunto ideológico como nos quiso hacer creer el gobierno, no es un asunto de buenos y malos, es un ejemplo de que este Estado no funciona más y de que cualquiera de nosotros pudiera ser uno de los 43 detenidos o uno de los torturados ¿o torturadores? ¿Qué queremos ser cómo sociedad? esa es la importancia de esta investigación.

Emanuel Mendoza
Twitter: emanuelmendoza1

emc

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