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Marihuana entre el viaje y el naufragio
Ciudad de México.— Luis consume marihuana desde hace ocho años, está consciente que por fumar ha perdido muchas cosas: la escuela, el trabajo que tanto le gustaba y hasta unos cuantos kilos. A los 15 años pesaba 76 y hoy 59. Sabe que es consumidor y el daño que le causa pero hoy su cuerpo se la pide.
El joven de 23 años accede a hablar para Siete24 Noticias, y comenta que la primera vez que fumó la “yerba verde” fue cuando ingresó a la preparatoria, en donde empezó a juntarse con un grupo de amigos que lo indujeron al vicio. “La primera vez que la consumí sentí mareos y luego empecé a sentir, como dicen, ya te cargó el payaso, me empezó a dar mucha risa, me sentí feliz y eso me agradaba; pero luego ya no la fumaba para sentirme en onda sino porque mi cuerpo empezó a necesitarla”.
Para Luis, lo más drástico que le provoca no consumir marihuana son cambios bruscos de carácter, “desvarían mis emociones, de cualquier cosa me irritó, me pongo muy neurasténico, no puedo hacer bien las cosas, por eso dejé la escuela, sólo quiero darme un toque para sentirme relajado”.
Recuerda que con frecuencia le mentía a su madre, quien creía que iba a la escuela, cuando la mayor parte el tiempo se pasaba en el parque, fumando con sus amigos, además el dinero que le daban en su casa se lo gastaba para comprar la droga.
Con la mirada triste, Luis relata que su adicción al cannabis le provocó que perdiera un gran trabajo, el cual le auguraba un mejor futuro, como él dice; una tarde saliendo del trabajo personal de seguridad de la empresa le descubrió una bolsa con 20 gramos de la yerba.
“Era un buen trabajo en una cadena restaurantera, entré a trabajar a los 16 años, como garrotero, limpiando mesas, lavando cochambre, lavando los trastes y se me dio la oportunidad de aprender en la cocina, llegué a ser cocinero, después parrillero, llegué a ser parrillero B y luego A, iba a llegar a ser encargado de cocina que vendría siendo el segundo del chef”.
Sin embargo, ese rápido ascenso en su trabajo se vio frenado un día cuando el Jefe de Seguridad de la empresa, en las revisiones acostumbradas al personal, encontró en la mochila de Luis una bolsita de marihuana, que al preguntarle que hacía eso ahí, el joven se quedó atónito sin saber que responder.
Posteriormente lo trasladaron con el gerente de la cadena restaurantera, quien le expresó, haz firmado tu renuncia, “yo llorando le dije que no me corriera, que me diera la oportunidad de demostrarle que esa droga era para consumo personal y no para venderla en la empresa, pero simplemente me dijo, firma tu renuncia… siento que ese día se truncó una buena carrera que yo habría hecho ahí, pues me sentía orgulloso que en dos años de haber llegado a ahí, yo estaba a punto de ser el segundo del chef en una empresa de reconocido prestigio”.
Hoy Luis sigue consumiendo marihuana aunque en menor cantidad porque el dinero no le alcanza, su puesto de comida sólo le da para comprar unos cuántos gramos para dos cigarrillos que se fuma uno por la mañana y otro por la noche.
CONSUMO A MÁS CORTA EDAD
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes 2014, en México, un millón 798 mil 400 menores de primaria a bachillerato han probado drogas ilegales, de éstos 152 mil 181 eran estudiantes de quinto y sexto grado de educación básica, y la primera sustancia de consumo fue la marihuana, seguido de inhalables y la cocaína.
De ese millón 798 mil 400 estudiantes, más de 108 mil 31 han consumido la yerba de una a cinco veces y, en el caso de los niños de quinto y sexto grado, la cifra es superior a los 106 mil.
La encuesta levantada en las 32 entidades federativas, tanto en escuelas públicas como privadas, arrojó que 345 mil niños han consumido drogas, y la edad de inicio se registra a partir de los 10 años de edad, anteriormente empezaban a los 12 años; y más de dos millones de menores requirieron algún tipo de rehabilitación por consumo de drogas, especialmente, de la marihuana.
Según la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC), los costos de hospitalización, entre 35 a 40 días, oscilan entre los seis mil y 120 mil pesos, aunado a que no existen suficientes clínicas especializadas, por lo que la sociedad tiene que asumir los costos indirectos como el ausentismo en el trabajo, pérdida de productividad y lento aprendizaje.
AFECTACIONES CEREBRALES
De acuerdo con especialistas, contrariamente a lo que muchas personas creen, la marihuana es una droga adictiva que conlleva una serie de riesgos significativos para la salud de sus usuarios, puede ocasionar problemas de memoria, afectar el aprendizaje y causar diversos problemas del comportamiento. Con el paso del tiempo, el uso continuo de esa sustancia causa más efectos perjudiciales a largo plazo.
Para el doctor Agustín Herrera Fragoso, en su más reciente libro: “La legalización de la Marihuana” publicado después de la controvertida resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), del 4 de noviembre de 2015, que autoriza a cuatro personas cultivar marihuana con fines recreativos, expone que dicha sentencia “quedó corta”, porque no consideró las evidencias científicas que prueban que el cannabis causa daños mucho mayores a la salud que el tabaco y el alcohol”.
Incluso, ignoró las graves afectaciones que provoca a la economía nacional y al tejido familiar, “no es congruente ni aporta nada al libre desarrollo de la personalidad”.
En entrevista para Siete24 Noticias, Herrera Fragoso, asesor de la Fundación Aguirre, Azuela, Chávez, Jáuregui, Pro Derechos Humanos A.C.,
resalta que dicha resolución cambió el paradigma de lo prohibido a lo permitido en México.
Puntualiza que de acuerdo con probados estudios científicos internacionales y nacionales, los niños y adolescentes son los más vulnerables en padecer daños cerebrales definitivos por el consumo del enervante, en especial en la corteza prefrontal, la cual termina de desarrollarse entre los 21 y 25 años de edad, y es la que coordina los comportamientos cognitivos, la expresión de la personalidad, los procesos de toma de decisiones y la conducta social, por lo que este sector es el más susceptible a los efectos negativos de ese tipo de droga.
Detalla que un joven con dependencia muestra un déficit de memoria a corto plazo -aun después de seis semanas de abstinencia-, y el consumo a largo plazo causa daños significativos al disminuir la actividad en los lóbulos frontales y temporales, así como áreas que involucran la atención, concentración y estabilidad emocional.
CRISIS DE VALORES
Al citar la Teoría del Derecho de Tomás de Aquino, que establece que “las leyes humanas no prohíben todos los vicios, de los que los virtuosos se abstienen únicamente los más ofensivos”, Herrera Fragoso expone que es obligación del Estado intervenir para marcar límites y garantizar a la sociedad buenas leyes, en las que no se toleren conductas que atenten contra las instituciones o los derechos fundamentales de las personas.
En este sentido -abunda-, que la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), marca también un límite en los derechos para no afectar a terceros, pero esa limitación tiene que ser hacia el bien común, en donde el Estado fomente un desarrollo holístico para que la niñez tenga una salud psicológica, una integridad física y un desarrollo adecuado de bienestar, además de valores sólidos.
Lamenta -que como lo apunta el sociólogo francés Gilles Lipovetsky, en su libro “De la ligereza”-, actualmente los niños y adolescentes se desenvuelvan en un entorno material “ligero, fluido y móvil”, situación por la que el Comité de los Derechos del Niño ha expresado su preocupación por el aumento de la mala salud mental en los adolescentes por trastornos de depresión y traumas resultantes del abuso, desatención, violencia, explotación y el consumo indebido de alcohol, tabaco y drogas, lo que explica, en mucho el aumento de suicidios en los jóvenes.
En opinión del especialista, es grave la crisis de valores que conlleva a un oscurecimiento del horizonte ético que causa enorme inseguridad en la vida y tensión de las relaciones sociales que tienden a priorizar los intereses particulares, en lugar de un principio fundamental que es el bien común.
De ahí, la urgente necesidad de buscar una educación integral, “porque no se pueden prostituir las bases de la sociedad, a favor de intereses personales o partidistas, cuando se descuida a los que no son votantes, dañando aun más, la parte más sensible de la sociedad, que es la infancia”.
LÍMITES DE LA LIBERTAD
Legalizar la marihuana -dice Herrera Fragoso-, no es la solución para abatir la violencia y frenar a la delincuencia organizada, porque en breve se producirán otras drogas, incluso más dañinas, adictivas y al alcance de todos.
Indica que el reto es incentivar a nuestra infancia y juventud a que generen su propia “droga natural: Las Endorfinas, a través del ejercicio, ya que en la actualidad, los adolescentes se encierran en la computadora, en los juegos y en los celulares”.
Por su parte, considera que el gobierno debe impulsar políticas públicas, tanto de prevención como de rehabilitación, en la que prevalezca un marco jurídico restaurativo, para que las personas que hayan caído en las drogas no se conviertan en adictos en potencia, por el contrario, se integren a la sociedad, pero sobre todo, no sean “criminalizados, porque hay muchas circunstancias para caer en la adicción, que son entendibles, porque el Estado no ha sido garante de los derechos”.
Abarrotar las cárceles no representa una medida viable -agrega- y se tienen que analizar los casos de los presos acusados de los delitos contra la salud, ya que el 60 por ciento están recluidos por posesión de marihuana.
Reiteró que la resolución de la Corte de 2015 “no es congruente con el bien común y al libre desarrollo de la personalidad, porque permitir el consumo individual de la marihuana, “más bien vuelve a la persona vulnerable y esclaviza esa libertad a una dependencia, entonces sería realmente poner cadenas y no esa libertad que se necesita, en lugar de construir, destruye al ser humano por un vicio”.
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ebv