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Persisten grandes deudas sociales con las madres mexicanas
Ciudad de México.— Consagrada en el calendario como una fecha especial desde 1922 cada 10 de mayo se celebra en México el Día de las Madres, una jornada que reconoce el privilegio de la maternidad, pero al mismo tiempo, de todas las implicaciones que ello conlleva como es la crianza, manutención y la educación de los hijos.
Sin embargo, más allá de la gran mercadotecnia que orienta a los consumidores a ‘festejar a mamá’ a través de regalos, arreglos florales, perfumes, ropa, bolsas, teléfonos celulares, gadgets de última generación o agasajándola invitándola a un restaurante, poco se menciona la deuda social que el país aún tiene con las mujeres convertidas en mamás. Deuda que no es exclusiva para un solo tipo de madre, pues va desde las amas de casa hasta las ejecutivas de grandes corporativos, empleadas, obreras e incluso, trabajadoras del campo quienes, además de toda su labor, procuran estar al pendiente de sus hijos, del hogar y la familia.
Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2016, más del 74% de las trabajadoras en México son madres (casi 20 millones de mujeres), tan sólo un millón de ellas son madres de seis hijos o más. Y la tendencia de mujeres que deben compaginar su actividad profesional con el cuidado de sus hijos se incrementa año con año: del 70% en 2008 a 74.2% en 2016.
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Pero congeniar ambas actividades no suele ser sencillo: “Sin duda la principal preocupación de las madres trabajadoras es procurar el bienestar de sus hijos, ya sea porque son el único sostén del hogar o porque deben complementar los ingresos de su pareja porque el dinero no alcanza”, comenta en entrevista la terapeuta familiar Lucy Serrano.
Desde la experiencia de la psicóloga, las madres trabajadoras suelen tener muchas inquietudes sobre quién y cómo cuida a sus hijos mientras trabaja, sobre cómo afectará emocionalmente esa situación a sus hijos en el futuro y, finalmente, cómo deben lidiar con cierto estigma social que aún las señala como “malas madres” por no atender al cien por ciento a sus hijos. Y es que, nueve de cada diez madres trabajadoras combinan las labores domésticas con su trabajo remunerado.
Por si fuera poco, ni las instituciones públicas ni los empleadores les facilitan las cosas: “No sólo no las auxilian. A veces ven la maternidad en su contra. Si en el currículum pones que tienes hijos, lo ven negativo. Nos hace falta mucho camino para apoyar a las madres trabajadoras: acceso a guarderías e instalaciones adecuadas, facilitar el homeoffice, garantizar horarios escalonados. En fin, aún falta que empleadores valoren el verdadero capital humano de las madres en las actividades laborales pues, la gran mayoría de las veces, son mujeres muy responsables y excelentes trabajadoras que, de tener más apoyo para el cuidado de sus hijos, podrían responder mejor a los desafíos laborales”, comenta Serrano.
En efecto, cerca de 8 millones de madres mexicanas cuyo hogar depende preponderantemente de ellas enfrentan un panorama económico, financiero y social adverso. Su principal necesidad es tener dónde y con quién dejar a los hijos mientras ellas trabajan: la escasa disponibilidad de guarderías subsidiadas por alguna instancia gubernamental orilla a muchas mujeres a encargar a sus hijos algún pariente (principalmente a los abuelos) o a racionar un gasto que va de los 500 a los 6,000 pesos mensuales en guarderías privadas.
“La primera preocupación de las madres trabajadoras es con quién dejan a los hijos, quién les apoya con sus tareas y con su alimentación; y, aunque casi siempre encuentran la forma, muchas veces pueden creer que los hijos, al crecer, les reclamarán esa ausencia. Ese es un miedo infundado”, apunta la terapeuta.
Inequidad
Las madres trabajadoras no sólo padecen la carencia de apoyos logísticos para congeniar hogar y trabajo, la calidad del empleo, la inequidad salarial y la doble carga de labores en el hogar son una constante. Según la Organización Internacional del Trabajo, tres de cada 10 hogares mexicanos son sostenidos por una mujer pero casi la mitad lo hacen mediante un empleo informal, lo que se traduce en ingresos no constantes, sin beneficios ni prestaciones de ley, como el seguro social o un fondo de ahorro para el retiro.
En los trabajos formales, la situación no es mejor: la brecha salarial entre hombres y mujeres es casi del 20% de diferencia; además, muchos de los centros de trabajo, según la Asociación de Mujeres Académicas de la Universidad de Guadalajara, carecen de prestaciones de salud adecuadas para las mujeres y las mujeres que son madres, no suelen tener representación sindical femenina y hay desigualdad de oportunidades de educación y capacitación.
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INMUJERES apunta en su Diagnóstico de marzo 2017: “La inserción de las mujeres en el ámbito laboral en los últimos 40 años ha aumentado considerablemente sin que esto se haya traducido en una igualdad real en las condiciones de trabajo, ni en el reparto de las obligaciones domésticas y el cuidado. Las dobles y triples jornadas que desempeñan las mujeres evidencian algunas condiciones de desigualdad. Las mujeres dedican más horas al trabajo remunerado y no remunerado que los hombres y, por tanto, trabajan más horas a la semana”.
Las madres de familia trabajadoras, según el INEGI, dedican 63 horas de trabajo semanal, ganan 31.8% menos que los hombres en ocupaciones industriales, 10.8% menos como comerciantes y 14% menos como profesionales.
El acceso al trabajo para las madres mexicanas no suele darse en las mejores condiciones y, por si fuera poco, el trabajo y servicio que proveen en materia de cuidados no es suficientemente valorada: “La principal y más sólida barrera que enfrentan las mujeres para lograr su autonomía económicas –dice el Diagnóstico 2017- es el trabajo no remunerado que realizan en sus hogares (tareas domésticas y cuidado de niños, adultos mayores, con discapacidad o enfermas)”.
Se trata, sin embargo, de una contribución social imprescindible para las familias donde las madres de familia destinan más de 75 horas por semana de servicio y cuyo trabajo no remunerado se estima correspondería al 24.2% del Producto Interno Bruto, a decir de los datos de la Cuenta Satélite de Trabajo no Remunerado de los Hogares de México del 2015.
Presiones y débil marco legal
Si bien algunas empresas dan el día a las mamás para que puedan ser festejadas, la mayoría de las compañías no cuentan con programas que apoyen a las mamás durante el resto del año como horarios flexibles, asistencia en el cuidado de los hijos, permisos de ausencia para actividades relacionadas con la crianza, permisos de lactancia o apoyo después de la incapacidad por maternidad.
La Ley Federal del Trabajo aprobada en 2012 ha sido la reforma más significativa para apoyar la maternidad en su relación con el ámbito laboral: Por primera vez se tipificó como delito el que los empleadores requieran un certificado de no embarazo para descartar una empleada, el coaccionarla para renunciar por estar embarazada o presionarla a cambiar su estatus marital o arreglos del cuidado de sus hijos.
En el estudio de Amber Peterman, publicado por LeaveNetwork (una red internacional de investigación en políticas de maternidad), las mujeres embarazadas en México trabajan a la par de las mujeres no embarazadas al menos hasta el último trimestre de gestación (cuando reducen al 40% las horas laborales). Peterman constató que las mujeres sin permiso prenatal previo tienen más probabilidades de dar a luz a un bebé con menor talla para la edad gestacional o tener partos prematuros.
La constitución garantiza la implementación de los permisos de maternidad de hasta dos meses y tiempos de alimentación del bebé hasta por dos medias horas de pausa laboral; sin embargo, la implementación de estas leyes no es uniforme, particularmente en las mujeres que laboran en el servicio doméstico, trabajos temporales, etc.
“Ha sido documentadas situaciones, como en las maquiladoras o fábricas, donde las mujeres no siempre cuentan con la protección de sus derechos de maternidad y pueden ser discriminadas si están embarazadas, incluso cuando se les requiere una prueba de no embarazo para la aplicación de un trabajo”, dice Peterman.
En México, los beneficios de permiso de maternidad apenas cubren al 19.7% de los 2 millones 586 mil 287 nacimientos (datos provistos por el IMSS, ISSSTE y el INEGI). Por ley, las madres con menores lactantes y hasta los seis meses de edad tienen derecho a dos descansos pagados por día de hasta media hora para la alimentación de sus hijos, permiso por maternidad extendida a ocho semanas (pueden ser más si el recién nacido requiere cuidados hospitalarios) y también las madres adoptivas tienen derecho a seis semanas pagada para adaptarse a su nuevo estatus familiar.
A pesar de ello, el 59 por ciento de las mujeres que se convierten en madres tienen que dejar su trabajo por falta de apoyo para el cuidado de sus hijos. La razón: no hay un sistema de guarderías que realmente apoyen a las madres trabajadoras.
Según un estudio hecho por la Suprema Corte de Justicia de la Nación –después de la tragedia de la guardería ABC- se encontró que solo el 0.3 por ciento de las guarderías subrogadas del IMSS cumplieron con los requisitos necesarios para su operación; mientras, la PROFECO considera que el 63.3% de las guarderías privadas tienen una valoración de regular a mala entre los usuarios.
Madres trabajadoras
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el cuarto trimestre del 2016, la tasa de participación económica de las mujeres de 15 años y más con al menos un hijo nacido vivo es de 44.1%, de las cuales, 97.9% combina sus actividades extradomésticas con los quehaceres domésticos.
Atendiendo a su situación conyugal, la tasa de participación económica más alta se da entre las madres solteras (71.8%), divorciadas (71.7%) y separadas (68.3%), es decir, casi siete de cada diez trabajan o buscan trabajo. La necesidad de tener un ingreso también responde a que el 67.5% de los padres divorciados, no cumple con la pensión alimenticia a sus hijos amén de que los trámites ante juzgados y tribunales son un verdadero viacrucis emocional para las madres que luchan por el bienestar de sus hijos; y es que, los hogares monoparentales encabezados por una mujer, estadísticamente son más vulnerables a pobreza alimentaria.
En comparación con toda esta deuda social con las madres mexicanas, ellas sí dejan una gran herencia a sus hijos que en resumidas frases dan lecciones de vida y de experiencia a sus hijos en cualquier etapa de su desarrollo.
Las frases de mamá:
“Te lo digo yo porque soy tu madre”.
“Cuando tengas a tus hijos entonces me vas a entender”.
“Así tengas bigotes voy a seguir siendo tu madre”.
“Si lo busco yo, y lo encuentro ¿qué te hago?”
“Cuando tú vas yo ya vengo de regreso”
“Si te estoy diciendo que se van a a caer es porque se van a caer”
“Levántate del piso, levántate… señor, mire ese niño, lléveselo, se lo regalo”
Cuando vivas sólo haces lo que quieras
¿Crees que te mandas solo?
“Te lo comes porque aquí no es restaurante”.
Yo no sé cómo le haces pero lo terminas.
¿A quién le pediste permiso?
Bonitas horas de llegar
Algún día me lo vas a agradecer
Todo lo que hago es por tu bien
Y si tus amigos se tiran de un puente ¿tú también?
Datos
http://www.inegi.org.mx/lib/olap/consulta/general_ver4/MDXQueryDatos_Colores.asp?proy=enoe_pe_ed15_po#
http://www.beta.inegi.org.mx/proyectos/enchogares/regulares/enoe/default.html?init=2
http://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/207125/Diagnostico_propuesta_marzo_2017_vf.pdf
http://www.profeco.gob.mx/revista/publicaciones/adelantos_04/guarderias_jul04.pdf
http://www.beta.inegi.org.mx/proyectos/enchogares/regulares/engasto/2013/default.html?init=2
http://www.inegi.org.mx/lib/olap/consulta/general_ver4/MDXQueryDatos.asp?proy=engasto_hogviv12
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4119929/
ebv