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Regulación de alternativas al cigarro acabaría con mercado negro y acceso a menores de edad

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Foto Cuartoscuro

Ciudad de México.— La falta de regulación para importar y vender en México vaporizadores y cigarros electrónicos ha orillado a los consumidores a buscar estos productos en mercados informales, es decir, en internet, tianguis, puestos ambulantes y hasta en “tienditas” de la Ciudad de México y el resto del país.

Para los expertos, la prohibición de estas alternativas al cigarro de origen dudoso ha disparado su venta en el mercado negro, con precios que van desde los 100 hasta los cinco mil pesos, dependiendo del tamaño y marca, aunque no hayan pasado por un control de calidad.

Asimismo, agregan que esta oferta de productos “clones” o “pirata” para el consumo de tabaco y nicotina ocurre sin mayor vigilancia y a menor precio, por lo que resultan muy accesibles para cualquier usuario, sea adulto o menor de edad, y su consumo puede implicar graves riesgos para su salud e integridad.

“Constituye un grave riesgo para la sociedad, en virtud de que se desconoce el origen y calidad de los productos, así como por la extrema facilidad para que puedan ser adquiridos por menores de edad. Contrario al objetivo del Presidente Andrés Manuel López Obrador de lograr beneficios para el país, lo cierto es que ha detonado severos problemas de salud”, asegura Juan José Cirión Lee, presidente de la organización civil México y el Mundo Vapeando, defensora del vapeo.

Cabe recordar que, desde febrero pasado, en México se publicó la prohibición general, decretada por el Ejecutivo contra la importación de cigarros electrónicos, vapeadores y calentadores de tabaco, dispositivos electrónicos con los que países como Nueva Zelanda, Reino Unido o Japón regularon el consumo de tabaco y nicotina, ofreciendo así opciones de menor riesgo que el cigarro tradicional.

Aunque no están exentos de riesgo, estudios y organismos internacionales han reconocido que estos productos sin combustión sí representan una marcada diferencia contra el cigarro y el humo tóxico que produce. Tal es el caso del Servicio de Salud Pública de Inglaterra (PHE), que dio a conocer un estudio donde asegura que el cigarro electrónico es un 95 por ciento menos dañino que el de tabaco.

Incluso organismos agencias reguladoras de salud federal y otras dependencias, como la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, el Instituto Japonés de Salud Pública o el Instituto Federal de Alemania para la Evaluación del Riesgo, han promovido la regulación de estas alternativas al cigarro.

En México, el debate continúa, pues mientras la ley especifica la prohibición de vapeadores y cigarros electrónicos, algunos legisladores, especialistas y consumidores confían en que, con una regulación clara y una campaña pública de orientación que incluya información clara y precisa sobre estas opciones sin humo, se puede lograr, con una libre decisión, que muchos mexicanos dejen de fumar.

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