Laboratorio de Ideas
4 dimensiones para evaluar el desempeño individual
Dime cómo me mides y te diré cómo me comportó. Ésta es una premisa que aplica en el comportamiento de cualquier empleado sin importar su nivel en la organización, lamentablemente en mi opinión, pocas empresas lo aprovechan de manera correcta.
La evaluación del desempeño y el sistema de consecuencias derivado de los resultados del mismo, son el mejor mecanismo organizacional, no solo para identificar las razones de por qué se logran o no los resultados del negocio, sino también para direccionar el comportamiento del personal.
Un proceso de evaluación del desempeño individual completo debe incluir desde mi punto de vista 4 dimensiones: a) logro de objetivos, b) cumplimiento de procesos, políticas y procedimientos, c) competencias y d) apego a la cultura. La primera de ellas indicará la efectividad de la persona, las otras tres nos indicarán las razones de esa efectividad.
Al analizar los resultados de toda la organización, los directivos podrán conocer el nivel de efectividad organizacional, compararlo con los indicadores de negocio e identificar las causas de los resultados.
Cuando una organización no está logrando sus resultados de negocio, puede ser porque su modelo de trabajo, sus procesos, sus políticas, sus sistemas o su estructura organizacional no son los más adecuados, pero para saberlo, debe medir el grado en que su personal se apega y cumple con ese modelo.
Si en las evaluaciones individuales se aprecia que el nivel generalizado de cumplimiento es alto, el problema es el diseño del modelo. Por el contrario, si el nivel de cumplimiento es bajo, no es problema de diseño sino de ejecución y deberá identificar las razones.
Si la evaluación de competencias resulta baja, la no ejecución será seguramente derivada de un problema de aptitud y habrá que definir estrategias para fortalecerlas, pero si resulta en niveles adecuados, entonces es problema de actitud, y se deberán revisar los resultados de la evaluación cultural y determinar si es un comportamiento individual o generalizado.
Lo más importante no es evaluarlo, sino contar con un sistema de reconocimiento y consecuencias que contemple el resultado integral de la evaluación individual, es decir, los premios, reconocimientos, bonos, promociones, aumentos, prestaciones y demás, deberán depender del resultado de la evaluación de las cuatro dimensiones.
Si solo premias el cumplimiento de objetivos, a la gente no le interesará mejorar sus competencias, seguir los procesos y cumplir con las políticas o lineamientos y mucho menos comportarse apegado a la cultura organizacional.
Si los premios los otorga el jefe, entonces ni siquiera el cumplimiento de objetivos será de su interés, solo buscarán complacer a su jefe.
Cuando te preguntes por qué los directivos de manera generalizada no ponen interés en apoyar algún proyecto interno, o en impulsar la cultura organizacional, revisa si los mides por eso y si hay algún reconocimiento o consecuencia al respecto.
Si te preguntas por qué la gente en general no sigue los procesos y las políticas definidas, o por qué siguen sin utilizar alguna herramienta tecnológica, revisa si los mides por eso y si existen consecuencias al respecto.
Cuando te preguntes por qué la mayoría de la gente no trabaja en equipo, por qué no colaboran o por qué no apoyan los esfuerzos de otras áreas, seguramente será porque tienen otras prioridades definidas, no por las necesidades organizacionales, sino por la manera en que los evalúan y los premian.
Sugerencias y comentarios en Twitter: @gemedinaro
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Laboratorio de Ideas
¿Y la activación física contra la obesidad?
Por Agustín A. Herrera Fragoso
¿Qué le pasó a Poncho?, se cuestionó la familia del niño en un video subido a la red social Youtube, el cual narra la historia del estudiante de secundaria que falleció el 2 de diciembre de 2013 por la misma causa que tiene sumida a una buena cantidad de niños mexicanos en una regular o mala calidad de vida y con riesgo a contraer enfermedades como diabetes e hipertensión: la obesidad.
“Ves a tus hijos crecer y piensas que están sanos. Desafortunadamente no te das cuenta y pasas por muchas situaciones, que en el caso de Poncho fue lo que me pasó. No me di cuenta de que su alimentación, el que no hiciera ejercicio, su sobrepeso le causara la muerte”, señala el padre de Poncho en la grabación.
Con el video, los padres del joven pretenden crear conciencia sobre el problema de la obesidad en México que, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2018, en el país se registró 18.1 por ciento de sobrepeso en infantes de 5 a 11 años de edad y 17.5 por ciento de éstos con obesidad.
El sobrepeso y la obesidad constituyen ya, en conjunto el principal problema de salud pública en México. Para enfrentar el problema se limitan a prohibir los alimentos denominados Chatarra por su alto índice calórico y de azúcar, sin hacer un abordaje de manera integral y desarrollar políticas públicas que involucren a los diversos sectores de la sociedad mexicana en conjunto con los padres y la sociedad.
La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. Se calcula que en 2016, más de 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos.[1]
Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Mismas que son prevenibles.
La obesidad entre los niños y los adolescentes se ha multiplicado por 10 en los cuatro últimos decenios[2]. El número de niños y adolescentes de edades comprendidas entre los cinco y los 19 años que presentan obesidad se ha multiplicado por 10 en el mundo en los cuatro últimos decenios.
Las conclusiones de un nuevo estudio dirigido por el Imperial College de Londres y la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que, si se mantienen las tendencias actuales, en 2022 habrá más población infantil y adolescente con obesidad que con insuficiencia ponderal moderada o grave.[3]
La Dra. Fiona Bull, coordinadora del programa de la OMS de vigilancia y prevención poblacionales de las enfermedades no transmisibles señala: “La OMS alienta a los países a esforzarse por modificar los factores del entorno que aumentan el riesgo de obesidad en nuestros hijos. Más concretamente, es preciso reducir el consumo de alimentos muy elaborados baratos, con alto contenido calórico y bajo valor nutricional. Además, conviene que los niños dediquen menos tiempo de ocio a actividades sedentarias y que incluyen el uso de pantallas. Para ello, es necesario fomentar la actividad física mediante el deporte y la recreación activa”.
Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantiles es el desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto calórico. El aumento mundial del sobrepeso y la obesidad infantiles es atribuible a varios factores, tales como:
- El cambio dietético mundial hacia un aumento de la ingesta de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables.
- La tendencia a la disminución de la actividad física debido al aumento de la naturaleza sedentaria de muchas actividades recreativas, el cambio de los modos de transporte y la creciente urbanización.
Se acepta que la prevención es la opción más viable para poner freno a la epidemia de obesidad infantil, dado que las prácticas terapéuticas actuales se destinan en gran medida a controlar el problema, más que a la curación. El objetivo de la lucha contra la epidemia de obesidad infantil consiste en lograr un equilibrio calórico que se mantenga a lo largo de toda la vida.
Equilibrio que se vivía y que forjábamos principalmente en los 70s, 80s y 90s, cuando la alineación tecnológica no destituía el juego y la diversión en los parques, la delincuencia organizada no invadía las calles y espacios de recreación infantil; donde se podía mantener un equilibrio calórico con el ejercicio, por lo que falta:
- Mantener la actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas.
Elemento fundamental que la OMS lo señala para complementar el régimen alimentario y saludable.
Situación que también va de la mano de la seguridad, el contar con los espacios adecuados, donde podemos cambiar una cultura virtuosa del ejercicio y el juego sumando a la familia, amistades y la sociedad.
Por lo que se recomienda que se den las condiciones legales y de política pública para que:
- Los niños y jóvenes de 5 a 17 años inviertan como mínimo 60 minutos diarios en actividades físicas de intensidad moderada a vigorosa.
- La actividad física por un tiempo superior a 60 minutos diarios reportará un beneficio aún mayor para la salud.
- La actividad física diaria debería ser, en su mayor parte, aeróbica. Convendría incorporar, como mínimo tres veces por semana, actividades vigorosas que refuercen, en particular, los músculos y huesos.
Donde la realización de una actividad física adecuada ayuda a los jóvenes a:
- Desarrollar un aparato locomotor (huesos, músculos y articulaciones) sano;
- Desarrollar un sistema cardiovascular (corazón y pulmones) sano;
- Aprender a controlar el sistema neuromuscular (coordinación y control de los movimientos);
- Mantener un peso corporal saludable.
La actividad física se ha asociado también a efectos psicológicos beneficiosos en los jóvenes, gracias a un mejor control de la ansiedad y la depresión. Asimismo, la actividad física puede contribuir al desarrollo social de los jóvenes, dándoles la oportunidad de expresarse y fomentando la autoconfianza, la interacción social y la integración. También se ha sugerido que los jóvenes activos pueden adoptar con más facilidad otros comportamientos saludables, como evitar el consumo de tabaco, alcohol y drogas, y tienen mejor rendimiento escolar.
[1] Ver: https://www.who.int/dietphysicalactivity/childhood/es/
[2] Ver: http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2017/increase-childhood-obesity/es/
[3] 11 de octubre de 2017, LONDRES
Análisis y Opinión
La imagen se construye desde los detalles
El Mundo Interno de las Organizaciones
Cada vez es más común ver en redes sociales a profesionales o empresas que hacen publicaciones sobre distintos temas relacionados a sus servicios o productos tratando de llamar la atención de posibles clientes. Es importante destacar que en ocasiones la forma resulta mucho más relevante para captar la atención de un posible cliente que el fondo del contenido.
El fondo es el contenido y mensaje que se intenta transmitir, incluye el enfoque y el manejo del tema. El fondo nos permitirá hacer juicios sobre el nivel de experiencia que tiene el profesional y la empresa, dominio del tema, punto de vista con el que hace la observación, enfoque práctico que le da, y muchas cosas más.
Por su parte, la forma incluye tanto la redacción y ortografía utilizada, así como el diseño, las imágenes y el medio seleccionado para comunicarlo. La forma nos permitirá hacer juicios sobre la importancia que tiene para la empresa o persona que lo publica hacer o entregar cosas con calidad, su nivel de profesionalismo y la atención que le da a los detalles.
Todo comunica y todo lo que una empresa o un profesional hace, de manera consciente o inconsciente, contribuye a que el público con el que tiene contacto genere una determinada imagen de ellos que influirá en la toma de decisiones con relación a la compra del producto o servicio que ofrece.
La imagen es la suma de los juicios que un determinado público hace sobre una organización o un profesional a través de la acumulación de todos los mensajes que haya recibido, directa o indirectamente.
Una publicación con errores ortográficos o de redacción genera juicios tan negativos como una publicación donde el manejo del tema es confuso, erróneo o sin ofrecer valor alguno. Un profesional que no cuida el manejo de sus redes sociales y el tipo de publicaciones o fotos que comparte puede contribuir de manera negativa a su imagen profesional, tanto como un conflicto laboral.
Desde mi punto de vista, si una empresa no tiene algo verdaderamente relevante que aportar que sea distinto o nuevo a lo que se ha dicho, o si no domina un tema en particular, es mejor no escribir nada, ya que eso solo pondrá en evidencia su incapacidad ante sus potenciales clientes. Si una empresa no es capaz de revisar la puntuación, la redacción y la ortografía de una publicación, seguramente tampoco pondrá atención al hacer las cosas con calidad y profesionalismo para sus clientes.
La calidad de los productos y servicios de una organización o de un profesional son tan importantes para construir su imagen como lo son la actitud y comportamiento fuera y dentro de la empresa, al igual que la calidad de sus publicaciones y mensajes que emite a través de los distintos medios de comunicación.
El incremento en el uso de los chats a través de dispositivos móviles ha atrofiado tanto nuestra capacidad de escribir como la de leer, y nos hemos llenado de una serie de vicios y malos hábitos que pueden verse reflejados en las publicaciones que elaboramos y publicamos. De pronto ya no sabemos usar la puntuación correctamente y al revisarla no somos capaces de detectar errores tan graves como la falta de un signo de interrogación al inicio de una pregunta, o el uso indiscriminado de mayúsculas por ejemplo. Es por ello que debemos darle el doble de importancia a la revisión de los textos.
Si queremos fortalecer nuestra imagen como empresa o profesionales independientes, debemos comenzar por cuidar todos los mensajes que enviamos, al menos los que hacemos de manera consciente. Hay que reconocer que para hablar de un tema hay que dominarlo y tener algo nuevo que aportar o, de lo contrario, será mejor no escribir a menos que se trate de una simple opinión sobre el tema.
Y si ya decidiste publicar un artículo, un aviso o un simple comentario de cualquier índole, asegúrate de hacerlo con buena redacción, verifica el significado real de las palabras que utilizas, revisa que tiene la puntuación adecuada y asegúrate que esa publicación realmente refleja la imagen que quieres proyectar.
Recuerda, la imagen pública de una empresa puede ser su principal aliado o su peor enemigo para lograr sus objetivos de negocio y su construcción comienza desde los detalles.
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