Columna Invitada

¡Acuérdate de Acapulco…!

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Por Antonio Maza Pereda

Es raro que haya un sexenio sin alguna catástrofe natural. Más extendidos y muchas veces más mortíferos han sido los grandes sismos. A esta administración le ha tocado un ciclón relativamente pequeño en extensión, pero extremadamente poderoso, causando una enorme destrucción en una pequeña área: Acapulco, Guerrero y su área metropolitana, con una población de aproximadamente 900,000 habitantes.

Se ha hablado mucho del tema: qué se pudo haber dado aviso con mayor anticipación y tomar medidas preventivas, de los saqueos, y de la negativa a permitir apoyos privados y de las organizaciones no lucrativas, al menos en una primera fase, del decomiso o expropiación de los materiales de apoyo a la población, para ser entregados en nombre del Gobierno, en fin… Estamos inundados por un mar de información contradictoria, tal que nos resulta muy difícil poder afirmar con certeza qué es lo que está pasando.

Esta administración ha anunciado un plan de recuperación para Acapulco. Plan que tiene aspectos buenos y necesarios. Queda abierta la discusión de sí este plan hubiera sido más eficaz y posiblemente más generoso de no haberse cancelado el famoso FONDEN (Fondo de Desastres Naturales). Una vez más, cuesta mucho trabajo poder decir donde está la verdad. Los medios han estado difundiendo los malos resultados de las aportaciones directas a municipios en desastres similares, mecanismo puesto en práctica con la extinción del FONDEN, comentando que ha habido malos manejos de los fondos que se han entregado a los municipios sin una supervisión suficiente.

Independientemente de todo ello, el plan de recuperación tiene aspectos muy positivos y necesarios. Tal vez lo que se puede criticar es que son soluciones de muy corto plazo. La mayoría de las acciones estarán en vigor durante tres meses mientras que, simultáneamente, el propio Gobierno dice que la recuperación completa de la infraestructura turística llevará unos dos años. No queda claro que es lo que va a hacer la población, que mayormente vive del turismo, durante ese lapso. Porque no se sabe de dónde van a venir los ingresos de la población económicamente activa, cuando deje de haber las aportaciones de emergencia. Un hotel que no abre no puede sostener a su personal. Y lo mismo ocurre con restaurantes, fondas, centros nocturnos y actividades similares. Sin contar que, dentro de dos años, otros destinos turísticos habrán captado parte del mercado que vacacionaba en Acapulco.

Una buena parte de los apoyos consisten en no cobrar impuestos, tanto a la población como a las empresas. Desgraciadamente no es un apoyo en dinero. De todas maneras, un negocio que no puede abrir y que tiene algunas pérdidas, no va a pagar impuestos. Y una vez que vuelva a operar, dejará de pagar impuestos hasta que compense sus pérdidas. Es importante para la población que no se le cobren IVA e ISR por tres meses, pero quien esté desempleado y sin ingresos, poco será lo que le beneficie este apoyo.

Habrá préstamos con intereses muy bajos para la reconstrucción. Pero, finalmente, los empresarios tendrán que pagar el principal de la deuda. Y muchos de ellos, sobre todo los micro y pequeños empresarios, que seguramente ya estaban endeudados, no tienen capacidad para aumentar su endeudamiento. En otras palabras, no son sujetos de crédito. La banca se ha unido a esta oferta. El gran problema es resolver el tema de las garantías, que permiten a un empresario endeudarse. Lo mismo ocurre con el ofrecimiento de los bancos, de no exigir los pagos mínimos en las tarjetas de crédito. Importante, pero el tarjetahabiente sigue debiendo la misma cantidad. Y si no tiene ingresos, fácilmente va a agotar el crédito que tiene asignado. No estoy diciendo que estos apoyos no deban de existir. Lo que estoy diciendo es que son insuficientes.

Al parecer, nuestra clase política no acaba de entender qué hay algunos beneficios que se ven muy bien en el papel, pero que a la hora de ponerse en práctica no funcionan. Y no lo hacen porque para muchos de ellos el endeudamiento es un verdadero misterio. Hay un tema importante en el asunto de las garantías. Los bancos prestan, siempre y cuando el deudor pueda ofrecer garantías que en algunos casos son el triple o el cuádruple del valor del préstamo. En algún momento de los setenta y ochenta existieron fondos, como el FOGAIN, qué se dedicaban específicamente a ofrecer garantías para que las empresas micro y pequeñas pudieran tener acceso al crédito. No se habla de nada parecido en este paquete de apoyos y claramente harían falta.

Otro tipo de donativos claramente son indispensables: despensas y entrega gratuita de energía eléctrica, son muy necesarios. Pero si no hay una recuperación rápida de la economía, habrá que extenderlos por más de los tres meses que están previstos.

Los desastres nunca son oportunos, pero este en particular es extraordinariamente inoportuno. Ya se ha perdido la derrama económica que se podía haber esperado con el puente del Día de Muertos y así será con el puente del 20 de noviembre, con las temporadas de Navidad y Fin de Año. Derramas que forman parte importante de los ingresos de la población. Hay que recordar que, en las zonas turísticas, una parte importante del empleo es temporal y hay largas temporadas donde las familias no tienen ingresos procedentes del turismo. Muchas familias no pueden garantizar un ingreso constante.

En fin, qué bueno que se están creando apoyos, pero es necesario estudiarlos más a fondo y complementarlos de una manera importante. Y siempre está el asunto de definir de donde saldrá el dinero necesario. Seguramente, aunque al Gobierno no le guste, las asociaciones de asistencia privada, ONGs, asociaciones religiosas y similares, tendrán que aportar fondos complementarios, en gran cuantía.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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