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Análisis y Opinión

4T: tiempo de aportaciones voluntarias

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No salgo del asombro de lo que se vivió la tarde de este lunes 25 en Eje Central, justo a un costado del Palacio de las Bellas Artes, en el primer cuadro de esta Ciudad de México, cuando un grupo de comerciantes ambulantes, acompañados por personas con discapacidad, cerraron esta importante vialidad y le exigían a todo aquel que quisiera transitar, una cuota voluntaria para permitirle el paso.

Pero antes de analizar esto, vamos a remontarnos al año 2014, ya que este martes 26 se cumplieron 68 meses de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero; razón por la que, como cada mes, un grupo de personas se dieron cita en el llamado “Antimonumento”, ubicado en Av. Juárez y Paseo de la Reforma, para exigir la aparición de estos muchachos o por lo menos conocer la verdad de lo que pasó con ellos. Algo que se les prometió desde la llegada al poder de López Obrador y que no se ha cumplido.

Pero ¿porqué hago relación entre el hecho de Eje Central y este caso de los 43? Guardando las proporciones del caso, lo que se vivió en el centro de la capital es una práctica habitual de los normalistas en las autopistas del estado de Guerrero. Jóvenes embozados que -ante la mirada pasiva de la autoridad-, obtienen recursos de manera ilegal al no recibir los apoyos gubernamentales que tanto se les han prometido. Lo mismo con los de Eje Central, a quienes se les han prometido apoyos económicos desde la época de campaña de López Obrador y que luego de año y medio de gobierno y en medio de una pandemia, tampoco se les ha cumplido.

Es verdad que tienen todo el derecho de exigir el cumplimiento de lo prometido a cambio de la lealtad al voto por MORENA pero no tienen porqué pedirle una cuota a los transeúntes. ¿En qué ciudad vivimos? ¿en qué Ciudad o capital del mundo, las autoridades permiten que un grupo de personas cierre la circulación de una de sus principales avenidas para obligar “de manera voluntaria” una “aportación” para la libre circulación?

Es cierto que después de un rato las autoridades llegaron y dispersaron a este grupo de manifestantes, pero ¿y los detenidos? ¿acaso cualquiera puede cerrar una calle y pedir dinero? Pareciera que la amnistía al que comete un delito se aplica aún sin estar en prisión. O tal parece que mientras más pasa el tiempo, las leyes se aplican con mayor dureza para aquellos que viven apegándose a las leyes y siendo permisibles con los que actúan al margen de las mismas.

Así que muy probablemente, tal y como sucede en las autopistas, lo vivido en Eje Central será un acto recurrente en la etapa post-Covid que estamos a punto de iniciar; y le digo esto porque las carencias, la delincuencia y el permitir que los que “menos tienen” puedan hacer lo que quieran con tal de que no se alejen de la “esperanza de México”, dará paso a manifestaciones, cierres de calles y “aportaciones voluntarias”.

Ese es el México que nos espera a partir de junio y si me equivoco le ruego que me lo haga saber. Ah, por cierto, de acuerdo con el INEGI, los índices de corrupción se han incrementado en este primer año de gobierno; así que, para no perder la brújula, la 4T permitirá muchas cosas, como “las aportaciones voluntarias” con tal de no perder adeptos, aunque el costo de esto lo vaya a pagar otra parte de la población.

José Luis Arévalo
Periodista
www.siete24.mx
@jlanoticias
@jarevalop



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Análisis y Opinión

Sobrerregulaciones frenan a la industria minera

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La industria minera ha sido un pilar de la economía mexicana.

Según estimaciones del INEGI realizadas en 2021 el sector metalúrgico representó el 8.6 % del PIB Industrial, (Producto Interno Bruto) y el 2.5% del PIB nacional.

Desde hace mucho tiempo México es reconocido como el primer productor de plata en el mundo, el quinto en bismuto, también el quinto en plomo , el octavo en oro, noveno en cobre, por citar algunos logros de nuestro país.

Esta industria genera más de 367 mil empleos y en 2020 representó una inversión de más de 3,500 millones de dólares.

Sin embargo, esta importante fuente de empleos hoy resiente graves riesgos, que limitan su futuro. En algunas zonas la intervención de la delincuencia organizada, que empezó cobrando derecho de piso y extorsionando a las empresas y hoy asume mayor control.

Otro grave freno al desarrollo de esta industria es la sobrerregulación, que permite a funcionarios públicos tomar decisiones que restringen el desarrollo de esta actividad industrial, como está sucediendo con el Proyecto Ixtaca, en la Sierra Norte de Puebla, donde la Secretaría de Economía se ha negado a otorgar concesiones, como ha sucedido a Minera Gorrión, empresa que lleva más de 20 años en el municipio de Ixtacamaxtitlán, Puebla, habiendo generado una derrama económica regional de más de 60 millones de dólares, y teniendo un proyecto con el que pretende invertir casi 170 millones más, tan sólo en construcción, y más de mil millones de dólares en la operación, durante los próximos 15 años.

Esta actitud de la Secretaría de Economía, -encabezada por Raquel Buenrostro-, manda a toda la industria minera un mensaje de incertidumbre jurídica, lo cual seguramente desestimulará la inversión y con ello la generación de empleos.

Almaden Minerals y Minera Gorrión fueron notificadas de la decisión de no considerarlas viables como candidatas a recibir concesiones y para evadir mayor compromiso, solicitó al Juzgado Dos de Distrito de Puebla que negara las concesiones, argumentando deficiencias técnicas de los proyectos.

Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó expedir nuevos permisos, poniendo como condicionante para su otorgamiento la realización de una consulta previa en la comunidad nahua de Tecoltemi, -vecina del municipio de Ixtacamaxtitlán-, donde están las minas.

Daniel Santamaría, Vicepresidente de Minera Gorrión y responsable del proyecto Ixtaca, destacó que este proyecto generaría empleos y derrama económica por más de mil 170 millones de dólares, invertidos en la mina Ixtaca, ubicada en el municipio de Ixtacamaxtitlán, Puebla.

Es importante recordar que las instituciones gubernamentales tienen como principal encomienda ser facilitadores de proyectos y promotores de inversiones, que hoy necesita México para generar empleos que ayuden a mejorar la calidad de vida de las comunidades y no el obstáculo que impida el desarrollo y crecimiento regional.

¿A usted qué le parece?

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Análisis y Opinión

Un asunto de dignidad

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En estos días se discutirá y sancionará un diferendo apreciativo sobre los márgenes de la acción sanitaria y humanitaria en El Salvador que quizá pueda tener efectos en otras latitudes, incluido México. El tema es complejo pero en el fondo, hay un diferendo ante la permanente atención, vigilancia y decisión médica pertinente que buscó salvaguardar la vida de una mujer embarazada y la del ser en su vientre.

Se juzga al sistema local de proveer asistencia médica profesional durante varios meses para procurar el bienestar integral a las dos personas. Los quejosos plantean que hubiera sido mejor invisibilizar la existencia de una bebé discapacitada desde el inicio (aunque nació y murió después, no sin antes recibir nombre e identidad) y permitir que, desde la opinión –personalísima pero ciertamente inexperta y alienada por abogados– de la paciente, se impidiera al personal médico a pensar, ofrecer opciones u obrar conforme a su conocimiento, su profesión y su conciencia. La mujer murió años más tarde y su historia hoy es utilizada como una estrategia, como un relato de intereses contrapuestos.

Estos asuntos son, por desgracia, sumamente comunes en nuestra vida contemporánea. En el estilo de vida, poder y privilegio que hoy campea en el mundo, las personas están más cerca de ser mercancías (adquiribles, consumibles y descartables) que de ser comprendidas en su complejidad irrepetible y en su absoluta dignidad sin importar sus particulares orígenes, sus condiciones, su hado o ventura.

Existe una antigua fábula china sobre un supuesto ‘hombre compasivo’ de quien se dice pescó una tortuga para hacer sopa con ella: “como no quería que alguien llegara a decir que él había dado muerte a un ser viviente, encendió fuego, hizo hervir agua en una olla, colocó una pértiga de bambú encima de la olla a manera de puente y le hizo a la tortuga una promesa: ‘Si consigues atravesar el puente, te dejaré en libertad’”. La fábula relata que la tortuga puso toda su voluntad e hizo lo imposible al atravesar el puente sobre el agua hirviendo… pero el hombre, aplaudiendo su hazaña, le pidió a la tortuga que regresara “para ver mejor cómo había logrado la proeza”.

La fábula enseña que, los discursos disfrazados de compasión son aún más pérfidos. Esto nos lleva a pensar que, aunque los discursos actuales aboguen por las libertades, los derechos o el reconocimiento de las diversidades de la humanidad contemporánea –incluso son socialmente aceptadas las ideas de trascendencia y armonización plural social mediante gestos de solidaridad, responsabilidad y amor– siguen existiendo narraciones que sólo defienden el propio privilegio, el egoísmo, el utilitarismo o el pragmatismo económico, la comodidad del fuerte frente a la anulación del débil o la indolencia ante los fácilmente descartables, los que nadie extrañará en “este mundo atestado de humanidad, agresivo, competitivo y eficientista”.

Hoy, mientras algunos se distraen con luces en el cielo, por fortuna hay gremios enteros defendiendo a trabajadores sexagenarios, a minorías arrinconadas, a mujeres violentadas, a personas e historias desaparecidas, a niños agredidos o utilizados, a jóvenes sometidos o corrompidos, a localidades envenenadas y a usuarios engañados. La única razón que alimenta el espíritu de esas luchas sociales es ese asunto de dignidad que perfora las conciencias, conmueve corazones y motiva a la acción en esa larga marcha hacia el bien común.

Pero ¿qué sucede cuando la dignidad humana es relativizada? ¿Qué sucede cuando se anteponen supuestos políticos, económicos o ideológicos que condicionan este principio humano? Hay quienes insisten que la lucha obrera, ecológica, comunitaria o social debe estar sujeta a las condiciones políticas; otros que la dignidad de la vida humana debe estar limitada por las condicionantes de la economía y el mercado; otros más llegan a afirmar que la indignación social sólo es válida desde una sola orientación ideológica. Y aún así se llaman compasivos.

Lo que atestiguamos en estos días –desde el utilitarismo bélico internacional o las agendas de interés económico supranacionales– es la evidencia que descarta aquella fantasía laicista de los Estados neutrales. Las opciones formales políticas o económicas tanto de las tiranías como las democracias son decisiones éticas y hasta morales, pero jamás neutrales: ¿Cuáles son las fronteras de la sanidad pública? ¿Cuáles son los límites de la acción contra el negocio de la droga? ¿Dónde se separa el bien común del privilegio? ¿Qué o quién define el grado de dignidad de una persona humana? Porque si quienes deciden se parecen al hombre de la fábula, se llamarán compasivos mientras contemplan a los miserables luchar por su vida bajo las reglas injustas y las condiciones imposibles que ellos mismos han definido.

Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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