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FELIPE MONROY FELIPE MONROY

Análisis y Opinión

El tiempo del polemarca

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Polemarca fue un título militar y de gobierno en los pequeños reinos de la antigua Grecia. Su principal función era organizar y comandar al ejército, pero sus funciones tenían concesiones administrativas y judiciales.

El polemarca era uno de los ‘arcontes’ en quienes recayeron los privilegios de los antiguos reyes (el arconte epónimo, por ejemplo, era el magistrado principal y el baileus arconte se encargaba de arreglos cívico-religiosos).

Sin embargo, aunque el ‘polemós arconte’ era un puesto ocupado por la aristocracia mediante elecciones, con el tiempo los polemarcas fueron sustituidos gradualmente por los ‘estrategos’, quienes tenían una formación militar más completa. Así, los polemarcas fueron reducidos a realizar funciones ceremoniales y, principalmente, participaban en los debates públicos.

En su cúspide, el polemarca (del griego polemós: guerra; y archón, gobernante) fue el ‘señor de la guerra’, un jefe militar de inmenso poder entre los belicosos pueblos helenos; imponía orden, combatía la corrupción y administraba la fuerza legítima de estos primitivos Estados. No obstante, su papel fue gradualmente ocupado por otro personaje y su poder también fue diezmado. El estratega (del griego strategós: ejército, campamento; y agein: conducir, guiar) pronto se convirtió en el verdadero señor de la guerra, el auténtico jefe militar y, todavía más: era un puesto público que no se sometía a elección sino a la promoción del militar más avezado y respaldado por las moras o unidades militares.

Es indudable que la historia y la lengua nos enseñan varias cosas sobre este asunto; primero, que el poder otorgado mediante el electorado a un líder social puede designar a casi cualquier ciudadano como ‘gran comandante’ o ‘comandante supremo’ de las fuerzas armadas de un pueblo; pero también alerta a dicho gobernante a mantener la mano muy firme sobre las huestes bajo su mando porque un verdadero estratega puede arrancarle el poder sin que su gobierno se de cuenta y termine simplemente ejerciendo lo que le queda de poder mediante la palabra, el debate y sí, la polémica (un concepto derivado de las horas más bajas de un polemarca).

Con lo que se vive en México en estas semanas, quizá sea bueno preguntarse quiénes son los verdaderos estrategas que están realmente guiando a las tropas y a las facciones, a los partidarios, a los simpatizantes y adeptos; quiénes van extendiendo su influencia sobre las instituciones políticas y administrativas del país; quiénes determinan los gastos y los presupuestos; quiénes imponen sus reglas y sus leyes. Quiénes quedan impunes, quiénes se benefician de la corrupción y el caos.

Cuando el tiempo del polemarca llega a las fronteras de su agotamiento, el gobernante simplemente participa de inacabables debates en el foro público, agota toda la retórica para mantener su fragmento de poder; y, sobre todo, sobrevive de la pura polémica (nuevamente, de polemós; y del sufijo ica/ico que significa ‘perteneciente a, relativo a’). Es decir, habla de lo que aparentemente le pertenece a él, al polemarca, pero que realmente está en manos del estratega.

Parece que por esta razón no es casualidad que en la única votación de los últimos tres años donde el partido el gobierno recibió apoyo gregario de partidos de oposición fue en la conservación de las fuerzas militares en tareas de seguridad pública hasta el 2028 (más allá de la mitad del próximo sexenio -gobierne quien gobierne-); que las investigaciones por actos delictivos y de corrupción cometidos por miembros del ejército son sistemáticamente eliminadas o desestimadas; que los principales contratos en esta administración son para empresas del ejército o para empresarios exmilitares; o que uno de los más graves hackeos de información oficial a servidores militares de la historia parezca tema secundario en el gobierno.

Un último relato: Durante la archiconocida Batalla de Maratón donde los griegos vencieron una de las muchas ofensivas de los persas, se dice que el polemarca Calímaco tuvo el voto decisivo para mantener a los helenos en la batalla en lugar de retirarse (como deseaban los estrategas). La batalla se ganó, pero Calímaco resultó muerto “atravesado por tantas lanzas que parecía estar de pie”. Esto último es muy singular porque para quedarse de pie, Calímaco debió recibir tantas estocadas de los persas como de los griegos.

Se especula que los persas habían ofrecido oro a los estrategas griegos para que votaran por la retirada; pero la decisión de Calímaco puso a los comandantes militares griegos en un riesgo que no deseaban correr. El triunfo llegó, pero la corrupción cobró la vida del polemarca.

*Director VCNoticias.com

@monroyfelipe



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Análisis y Opinión

La afición y el deportista

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Por Ignacio Anaya

La relación del fútbol mexicano con su afición es lo que muchos podrían describir como un amor apache. En su sentido más simple, representa una mezcla de amor y odio entre ambas partes. Un día, la gente puede estar entonando con orgullo el himno nacional en un estadio lleno cuando la selección juega y, al siguiente, exigiendo la renuncia del director técnico y la salida de los jugadores. Es una ironía, pero es la realidad, que un país con tanta pasión por este deporte dé, en el mejor de los casos, una presentación mediocre.

El fútbol es una de las principales instituciones de entretenimiento e identidad de la sociedad mexicana; el estadio Azteca se considera un templo sagrado para muchos aficionados.

La dinámica del fútbol en México puede entenderse a través de la idea propuesta por el sociólogo Eric Dunning de la “figuración social”, un concepto que describe cómo diferentes grupos e individuos interactúan en una red de relaciones interdependientes. En este esquema, encontramos a los jugadores, entrenadores, administradores del club, árbitros y, por supuesto, aficionados. Todos estos actores tienen roles distintos, pero están inextricablemente vinculados en la trama de este deporte.

Por un lado, están los jugadores y entrenadores, cuyo objetivo es ganar partidos y campeonatos. Pero esta meta no es solo una cuestión de habilidad técnica o estrategia táctica; también está profundamente influenciada por las presiones y expectativas de los demás actores en la figuración. Los administradores del club, por ejemplo, pueden priorizar la rentabilidad económica sobre la calidad deportiva, una de las principales quejas de la afición mexicana, imponiendo restricciones en los recursos disponibles para mejorar el rendimiento futbolístico. Igualmente, no hay que negar la existencia de nepotismo e influencia dentro de este entorno.

Por otro lado, los aficionados, con un amor innegable por el fútbol y con expectativas altas y a veces inalcanzables, se ven influenciados por los medios y su tendencia a ensalzar a la Selección Nacional. Hay que ser honestos, el equipo no estaba en ninguna condición de vencer a Argentina en Catar 2022; la afición mexicana creamos ilusoriamente una rivalidad futbolística inexistente que reflejaba cierta competitividad de identidades entre los dos países. En el núcleo de esta dinámica se encuentra la creencia de que el fútbol puede ser un vehículo de la identidad nacional, para la afirmación de los valores y las aspiraciones de la sociedad mexicana. Asimismo, los altibajos del fútbol no son simplemente una cuestión de victorias y derrotas en el campo, sino un reflejo de las carencias del país.

Resulta interesante observar a quienes se dirigen las frustraciones durante los últimos malos desempeños. Además de los jugadores, las críticas van hacia los dueños, empresarios y directivos nacionales, lo cual refleja juicios más profundos sobre lo que se deja ver en la cancha.

En este sentido, la correlación del aficionado con el fútbol es paradójicamente tanto de amor como de frustración. La gente espera ver a su equipo ganar siempre y se siente profundamente desilusionada cuando esto no sucede.

Estas tensiones y contradicciones se hacen aún más agudas en el contexto de la creciente profesionalización y comercialización del fútbol. La presión por el rendimiento y el éxito, la demanda constante de resultados y la explotación comercial del deporte como un producto de entretenimiento han exacerbado la intensidad y la seriedad de la competición.

La relación entre el fútbol y su afición en México es, sin duda, compleja y llena de contradicciones. Pero también refleja una dinámica social más amplia, en un mundo donde convergen, negocian y luchan distintas corrientes, desde la pasión por el deporte hasta los intereses económicos.

Resulta preciso señalar que la pasión indiscutible por el deporte a menudo se ve ensombrecida por una gran variedad de factores, alimentados por la creencia de que el fútbol da más de lo que realmente es. Sin embargo, esta interacción está influenciada por tensiones inherentes al sistema, la profesionalización y la comercialización del balompié, así como las presiones por el rendimiento y el éxito. Además, la afición también refleja críticas profundas dirigidas a los aspectos socioeconómicos del país, con sus descontentos apuntando hacia las altas jerarquías. ¿Se podrá romper algún día esta relación? Hay mucho camino por recorrer para lograrlo.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Análisis y Opinión

Nuevos métodos y lenguajes en la Iglesia

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FELIPE MONROY

En las últimas semanas algunos sucesos en la Iglesia católica pasaron ligeramente desapercibidos debido a la preocupación por la salud del pontífice Francisco, de 86 años y ya con dos años continuos de recurrente atención hospitalaria. Sin embargo, los sucesos comienzan a reflejar los efectos de la reforma de las actitudes emprendida por el Papa argentino y comenzada incluso años atrás en un proceso de adecuación de las instituciones eclesiásticas al siglo veintiuno. Al empezar el tercer milenio, una de las ‘actualizaciones’ de la Iglesia exige que ésta sea “nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en sus expresiones”. Y por lo menos dos hechos advierten que el camino marcha; lento, pero marcha”.

El primero de ellos se originó en Francia donde los obispos locales aprobaron en su Asamblea Plenaria de marzo pasado un nuevo documento de identificación y un sistema de información actualizable digitalizado para todos los ministros ordenados de la Iglesia francesa.

El documento en cuestión se llama ‘celebret’ y es una especie de tarjeta, credencial o documento de identidad para obispos, sacerdotes, religiosos y diáconos residentes, incardinados o afiliados a alguna institución religiosa de origen francés. Es cierto que en muchas diócesis del mundo ha habido una credencialización de sus ministros para evitar casos de falsos sacerdotes, nulidades sacramentales y otro tipo de estafas a los fieles.

Pero la novedad es que este documento es nacional (no sólo diocesano o regional), abarca a curas diocesanos y religiosos, es obligatorio y en permanente actualización de los casi de 17 mil ministros de culto con un código QR que puede –y debe– ser escaneado por párrocos, rectores, obispos, sacristanes y sí, fieles en general, para conocer el estatus canónico del ministro de culto. Es decir, a través de un semáforo (verde, amarillo, rojo) se puede alertar a la comunidad si el ministro cuenta con plenas licencias para administrar los sacramentos o para ejercer algún tipo de acompañamiento pastoral o espiritual.

El color verde indica que el ministro cuenta con plenas facultades; el amarillo, advierte de alguna irregularidad y pide prudencia para hacerlo partícipe de alguna actividad litúrgica, y el rojo, claramente evidencia que el ministro no debe ser admitido ni para actividades celebrativas ni para atención pastoral. Por su parte, los diáconos (facultados para bendecir, bautizar, casar, dar la comunión, llevar el viático a los moribundos, predicar el Evangelio, presidir funerales y ceremonias de sepultura) tienen el color azul para poder realizar estas actividades pero, como regula su oficio, no están facultados para celebrar sacramentos como la Reconciliación (confesar), la Eucaristía (misa) ni la Unción de Enfermos.

Este nuevo mecanismo es producto de los compromisos que la Iglesia católica en Francia hizo tras los escándalos de abuso sexual y los recurrentes errores de encubrimiento que se permitieron en las instituciones religiosas. Ahora, este ‘celebret’ quiere ser un método que haga más partícipe a la grey y a las instituciones para prevenir excesos, abusos o ilícitos dentro de la Iglesia.

El segundo evento es el nombramiento del nuevo arzobispo de Madrid, José Cobo Cano, y el lenguaje que ha venido utilizando en sus primeros días de pastor electo. Ante una cadena radiofónica, Cobo compartió varias reflexiones teológicas con un lenguaje cotidiano, incluso popular-matritense: “Dios no es Harry Potter… Cuando estamos chungos, él se queda ahí cuando se va todo el mundo se va”; pero también hizo una comparación de su responsabilidad ante el arzobispado de Madrid con el famoso programa de televisión: “Más que Juego de Tronos esto es una familia… cada uno tenemos nuestra pedrá”.

Llama la atención ver que, en el Reino de España, quizá una de las últimas naciones del mundo emparentada con el Vaticano a través de rigurosas formas y lenguajes centenarias, uno de los máximos referentes de la Iglesia católica deja los rigorismos y formalismos para acercarse a otras realidades, a nuevos destinatarios, mediante nuevas expresiones.

Cobo será el primer arzobispo de Madrid en 60 años que no ha sido trasladado desde otro arzobispado mayor. Es decir, los últimos cinco arzobispos madrileños ya habían sido arzobispos en otras sedes metropolitanas mayúsculas: como Santiago de Compostela, Zaragoza, Valencia o del primado de Toledo. Todavía más, Cobo hasta ahora no ha sido obispo titular residencial, sino un obispo auxiliar colaborador.

Ya antes, Francisco hizo cardenal a un obispo auxiliar (al salvadoreño Gregorio Rosa Chávez) y con estos gestos reivindica la función del lenguaje, la actitud y el ejemplo más que de los formalismos (o formulismos) con los que algunos planean seguir conduciendo la Iglesia. El pontificado de Francisco, hay que reconocer, se encuentra ya ante el escenario de transición; y, sin embargo, estas dos audacias, la del carnet digital y el lenguaje sencillo, reflejan que quizá algo de la actitud bergogliana habrá de permanecer un poco más.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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