Análisis y Opinión
La curiosidad y una batalla en la frontera
Por Ignacio Anaya Minjarez
Las noticias no tardaron en llegar a todo el poblado de Douglas, territorio de Arizona. Mexicanos en Agua Prieta se pelearían entre sí, pronto las tropas federales y los insurrectos estarían entablando combate por el control de la plaza en muy poco tiempo. Los periódicos así lo anunciaban y la gente estaba dispuesta a creer que verían un espectáculo del otro lado de la frontera, como el visto hace pocos días en aquel mismo poblado. En efecto, el temor dentro de la población de Douglas se escondía, o mejor dicho se ilusionaba, dentro de una gran emoción por ver de tan cerca una batalla. Las balas que cruzaron la frontera e impactaron a unos cuantos civiles unos días antes, cuando los insurrectos tomaron Agua Prieta, no fueron lo suficiente para detener la curiosidad de algunos.
Por aquellos días de abril de 1911 ya se tenía conocimiento sobre el estallido de un movimiento armado. El nombre de Francisco I. Madero aparecía en diversas noticias y opiniones de prensa, México se encontraba en los inicios de una revolución, la población estaba harta del longevo presidente Porfirio Díaz. Pero para muchos ciudadanos fronterizos en el territorio del otro lado, el estallido de un movimiento armado no era más que la oportunidad de presenciar una guerra en primera fila. Contaban con un escudo protector, al menos eso creían, conocido como la línea internacional. Tan solo unos metros marcaban la diferencia entre una bala con intención y una accidental, aunque la idea del peligro de esta última no atravesó la cabeza de aquellos que necesitaban satisfacer un cierto deseo de adrenalina. Resultaba irónico, pues tan solo unos días antes de la supuesta gran batalla los maderistas se hicieron del control de Agua Prieta gracias a un ataque desde el norte de la ciudad. Según los reportes, algunos disparos cruzaron la frontera y fueron a parar en algunos infortunados espectadores. Aun así, pudo haber sido ese mismo sentimiento de adrenalina, de exponerse al peligro bajo una ilusión de seguridad, lo que les provocó a varios la emoción de estar cerca del suceso.
Agua Prieta se encontraba bajo el control de los maderistas… los federales se acercaban al poblado. La violencia que se avecinaba sonaba prometedora. El periódico Arizona republican publicaba el 15 de abril: “EL CONFLICTO MÁS GRANDE DE LA REVOLUCIÓN”. En febrero sucedió la batalla de Casas Grandes, en la cual participaron 600 insurrectos y 900 federales. Lo que sucedería en Agua Prieta prometía ser más grande, o al menos así lo promocionaban los periódicos estadounidenses. Por ello, varios vecinos de Douglas se organizaron para ver la matanza entre mexicanos desde la comodidad que les proporcionaba la línea internacional. En realidad, también había unos cuantos estadounidenses que, por distintas razones, cruzaron hacia México y se unieron a los insurrectos. Además, los acontecimientos de días anteriores provocaron que el gobierno de Estados Unidos movilizara tropas en la frontera entre ambas localidades. Incluso tuvieron que ir autoridades hacia Agua Prieta para entrevistarse con los jefes de la guarnición maderista, a fin de que garantizaran la seguridad de la población estadounidense y evitar el cruce por parte de alguno de los dos bandos a través de la frontera.
Todo estaba en las perfectas condiciones para que los ciudadanos de Douglas pudieran observar la batalla. Varios vecinos se organizaron y, entre amigos y conocidos, quedaron en juntarse en los techos de las casas que tuvieran mejor vista hacia Agua Prieta. Se sentían seguros, la frontera, las autoridades, la distancias y las promesas eran suficientes para generar una extraña combinación de nerviosismo con emoción. Los espectadores veían cómo las tropas maderistas se reforzaban en la ciudad. Posteriormente, llegaron los reportes de escaramuzas cercanas cerca de Agua Prieta, la batalla estaba a punto de comenzar.
¡Qué mala suerte la de estos ciudadanos curiosos! En la mañana del 17 de abril comenzaron los disparos entre ambos ejércitos. 1600 federalistas contra 1000 insurrectos. Las líneas defensivas en las afueras de la ciudad aguantaron durante todo el día, hasta que finalmente fueron superadas por los federales. Pero ese no fue el único problema de los maderistas, dentro de sus filas se hallaba un extraño enemigo. Por algo las licorerías eran inmediatamente destruidas cuando un poblado caía ante los rebeldes. Nunca hay que dudar de las capacidades del ser humano para encontrar lo que quiere y si desea una bebida alcohólica, la obtendrá. Varios de los soldados e incluso un oficial en el centro de la ciudad estaban alcoholizados mientras los federales avanzaban. Para los maderistas no inhabilitados por el alcohol, solo había dos opciones: salir de Agua Prieta o rendirse. Unos salieron a las montañas y otros cruzaron la frontera donde se entregaron a las autoridades de Douglas. ¿Qué sucedió con los espectadores? Algunas balas los alcanzaron, se habló de siete heridos entre los ciudadanos que observaron el conflicto. La conclusión de la batalla fue que la línea divisora no sirvió de mucho y los curiosos que terminaron en el hospital se dieron cuenta por la mala… ah, sí, y Agua Prieta fue recuperada por las fuerzas del gobierno.
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