Análisis y Opinión

La Economía Verde

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El reto de mantener el equilibrio entre los legítimos intereses económicos que se derivan de la actividad emprendedora y la responsabilidad que debe practicarse con el entorno natural y humano, -visión que podríamos ubicar en el concepto ambientalismo-, ha generado en todo el mundo grandes reflexiones, que pretenden estimular una cultura ética que tenga como objetivo minimizar el impacto ambiental de los procesos de industrialización.

La falta de políticas ambientalistas en la expansión industrial a lo largo del siglo XX ha dejado como legado el deterioro de la calidad atmosférica y ha contaminado ríos e incluso, el mar. La devastación de grandes territorios, a partir del crecimiento de la mancha urbana, ha afectado el hábitat de muchas especies animales y las ha puesto en riesgo de extinción.

La mano del hombre modificando el curso de ríos y deteriorando la calidad del aire que respiramos, así como su impacto en la flora y la fauna, ha llevado a los gobiernos de las principales potencias económicas del mundo, entre las cuales se encuentra México como una de las 20 líderes, a realizar acuerdos de carácter global para preservar el equilibrio ambiental y generar una nueva cultura de responsabilidad con el entorno y la naturaleza.

Sin embargo, la preservación de estos acuerdos multinacionales no ha estado exenta de riesgos cuando cambian las políticas gubernamentales en los países líderes y se minimizan los riesgos, como sucedió durante la administración del presidente Donald Trump, en la cual Estados Unidos asumió una actitud displicente y hasta retiró apoyos económicos a organismos que vigilan el cumplimiento de estos.

Afortunadamente la administración del presidente Joe Biden ha retomado su interés por fortalecer esta cultura ambientalista y de responsabilidad y ha fortalecido su presencia en estos ámbitos.

Sin embargo, hoy en México surgen graves riesgos a partir de cambios sustanciales y de fondo en las políticas energéticas, lo cual representa un retroceso en la visión ambientalista, lo cual tendrá impacto en el cumplimiento de las responsabilidades, tanto para con nuestro propio hábitat territorial, como en relación con los compromisos asumidos en este rubro con la comunidad internacional.

Aquí es donde se vuelve importante difundir estas nuevas tendencias ambientalistas, como lo es la “ECONOMÍA CIRCULAR”, que ofrece alternativas para que la industria cumpla con su responsabilidad social, así como para que la ciudadanía tome conciencia de la urgente necesidad de preservar los equilibrios ecológicos, para así proteger el entorno, cambiando hábitos cotidianos nocivos e irresponsables por otros más amigables con la naturaleza.

La economía circular se sustenta, explicado en lenguaje cotidiano, como las tres “R”, que son: “Reutilizar” lo que ya cumplió su ciclo de vida, en relación con aquellos objetivos para los que fue fabricado, así como “Rediseñar” nuestros procesos productivos e incluso los productos y servicios, y además, “Reciclar” desechos, con lo cual se impide que la huella de carbono siga aumentando.

Para lograr tener éxito en estos retos se hace necesario promover un cambio de mentalidad y construir una cultura alrededor de estos objetivos.

Sin embargo, en México, donde aún tenemos grandes comunidades pobres distribuidas a lo largo y ancho del país, nuestra idiosincrasia se expresa como ausencia de cultura de previsión, así como de irresponsabilidad en el cuidado de la naturaleza, lo cual se manifiesta como una tendencia colectiva.

Por fortuna la “reutilización” es parte de nuestra cultura endémica, la cual se deriva de limitaciones en la disponibilidad de recursos económicos en un alto segmento de la población, lo cual ha estimulado la creación de estos hábitos.

Sin embargo, el problema es la falta de visión para llevar al ámbito productivo y cotidiano los beneficios de esta cultura nacional.

La economía circular en México debe pasar de ser un concepto revolucionario y elitista para llegar a convertirse en hábitos cotidianos de responsabilidad cívica entre los ciudadanos y familias para con el entorno ambiental, así como el descubrimiento de un nuevo mercado para las empresas promotoras del concepto.

Por las características propias de México y la conformación de su planta productiva, se vuelve urgente aterrizar estos conceptos en lo cotidiano de las micro y las PYMES.

La forma en que la sociedad mexicana asimiló la eliminación de las bolsas plásticas que nos regalaban en los supermercados y tiendas, así como la drástica disminución de la utilización de popotes plásticos utilizados para beber refrescos y aguas frescas, que eran una vieja costumbre en las fonditas, lo comprueba.

Son las multinacionales, que bajo el influjo cultural y de valores propios de la cultura nacional de sus países de origen, nos han traído esta visión de responsabilidad social con el medioambiente.

Esta nueva cultura global contempla sanciones y premios para las empresas, promoviendo así una operación cotidiana con responsabilidad social con el medioambiente

El reciclaje es una práctica que debe ir más allá del ámbito industrial, pues es una cultura social cotidiana y cívica que se sustenta en el principio de que para que prospere un país, debe convertirse esta en un estilo de vida

Es evidente que debe estimularse y promoverse una visión de negocio que deje claro que la responsabilidad ambiental puede convertirse en un negocio de alta rentabilidad. Sólo así surgirán micro y pequeñas empresas dedicadas al reciclaje que se convertirán en el vínculo entre la sociedad, que se convierte en proveedora de residuos, y los grandes corporativos dedicados a esta actividad transformadora.

Es necesario estimular una visión de mercado y de rentabilidad para aprovechar las oportunidades que nos brinda la economía circular. Sin embargo, para que esta visión prospere debe haber voluntad política y empresarial para generar el cambio de hábitos, tanto en la vida personal y familiar cotidiana de la población mexicana, como en el sector productivo.

Un grave riesgo de retroceso lo representa la actual visión gubernamental que pretende regresar a la utilización prioritaria de las energías fósiles, por encima de las energías limpias y renovables, y esto se deriva del interés por fortalecer a PEMEX como pilar de la economía mexicana.

La economía circular es el nuevo reto que debemos promover desde el sector productivo de México, para así preservar el entorno ambiental sin afectar la necesaria expansión industrial en nuestro país.

La economía circular representa el equilibrio entre la productividad industrial de alto impacto económico y la preservación del entorno, así como el respeto para con la naturaleza.

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