Análisis y Opinión

La guerra de las ambulancias

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La desaparición de Alexis, un estudiante de la UAM, después de haber sido levantado por una ambulancia en el Centro Histórico y encontrado su cadáver en el municipio de Chalco, Estado de México el 4 de junio de este año, nos muestra el descontrol que existe en la prestación de servicios de primeros auxilios y traslados hospitalarios, proporcionado por las ambulancias particulares. Las autoridades no han logrado aún crear un sistema que garantice claridad en el servicio.

Es evidente que cuando sobreviene una desgracia y se requiere un servicio, la premura por resolver la emergencia paraliza al accidentado y a su familia y terminan aceptando el servicio sin negociar costos y luego sobrevienen las sorpresas.

Durante la fase crítica de la pandemia de COVID-19 el servicio de las ambulancias fue determinante pues de su habilidad para encontrar un hospital donde se pudiese internar al nuevo enfermo, fue determinante para salvarle la vida al enfermo.

Sin embargo, ahora que ha bajado la presión de enfermos y familiares cuando hay una emergencia, han empezado los malos hábitos y se empieza a descubrir que muchas veces estos prestadores de servicios casi imponen el hospital al cual llevarán al accidentado o enfermo, nos lleva a la suposición de que existen arreglos económicos entre estos transportistas y el nosocomio.

Incluso se han descubierto conflictos suscitados entre ambulancias peleando por un accidentado.

Una ambulancia no es un taxi, ni un servicio de entrega de alimentos por aplicación, ni servicio de mensajería… Su vocación no debe ser comercial, sino humanista, pues resuelven emergencias y de su eficiencia depende una vida humana en muchos casos.

Las ambulancias son una extensión del sistema nacional de salud y tienen una responsabilidad.

Si quienes conducen las ambulancias tienen tratos con los hospitales privados para llevarles los accidentados que levantan en las calles, entonces están generando graves problemas financieros a las familias de estos, quienes se sentirán atrapados e incluso extorsionados.

Las autoridades consideran que hay 562 ambulancias que circulan por las calles de la Ciudad de México, -pero la mitad son “piratas,” o sea que no tienen permisos para brindar servicios.

Por lo anterior la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México instrumentó operativos para revisar unidades y sacar de circulación a las que no cumplan con requisitos y permisos.

Para tener la certeza de cumplir con la normatividad deben haber cubierto los trámites obligatorios ante la Agencia de Protección Sanitaria (AGEPSA), así como ante la Secretaría de Salud, y poseer las placas que autorizan circular por las calles de la Ciudad de México otorgando este servicio tan delicado como para dejarlo a la improvisación.

Además, deben inscribirse en el Registro de Ambulancias y Técnicos en Urgencias Médicas, pues de no contar con este requisito, estas unidades pueden ser llevadas al “corralón”.

Por lo anterior a partir del 23 de agosto las autoridades capitalinas están retirando de la circulación unidades que no cumplen con los permisos correspondientes, y las multas pueden alcanzar una cifra de poco más de nueve mil pesos.

De no poner orden en este servicio tan importante, podríamos descubrir más casos como el de Alexis, -descrito al inicio de este artículo-, pues las autoridades deben tener la seguridad de quien ofrece este tipo de servicios tiene la capacidad de atender emergencias y salvar vidas.

La improvisación, así como intereses ajenos a la atención médica básica y de primera respuesta, deben ser erradicadas de este vital servicio.

¿A usted qué le parece?

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