Análisis y Opinión

La ingratitud como violencia política de género en México

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Por Nayely De Jesús

La lucha por el reconocimiento y respeto efectivo de los derechos de la mujer, no debe ser ciega a los problemas de otras minorías. Nuestra experiencia y creciente visibilidad, debe ser puesta al servicio de aquellos grupos que sufran situaciones similares a las que las mujeres hemos vivido.

Este es el caso de todas y todos los que han sido partícipes de una campaña electoral, en donde los candidatos abusan de la necesidad e ilusiones de la población. Aquí no importa si son de derecha o izquierda, desde siempre ha existido una forma tolerada de violencia política: la ingratitud.

Son muchos los casos en donde se otorga un cargo público a quienes fueron partícipes de la victoria de un candidato, a manera de “pago del favor” y la remoción casi inmediata del mismo para pagar otros favores o cubrir con las cuotas que muchos partidos imponen.

Es dentro de estos casos donde encontramos la violencia política de género, ya que muchas veces se contratan mujeres para cubrir las cuotas de género impuestas por la ley y/o mostrar esa imagen de gobierno “incluyente”, pero que una vez cumplida su función, son removidas sin reconocerse siquiera el esfuerzo realizado durante las campañas.

Relaciono esta ingratitud con la violencia política de género, a partir de las definiciones acuñadas en la Convención de Belém do Pará, la Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), que la consideran como todas aquellas acciones y omisiones que tengan por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce y/o ejercicio de los derechos políticos o de las prerrogativas inherentes a un cargo público.

Esta ingratitud post-electoral es por igual una acción y omisión, al retirar del cargo a una persona por motivos políticos o personales y no del desempeño, y la omisión en el reconocimiento de su labor. Ambos fenómenos, tendientes a menoscabar y anular el ejercicio del cargo público y, porqué no, de las aspiraciones políticas.

Esto no es tema nuevo y existe suficiente legislación y literatura que regulan y denuncian estos actos, sin embargo, seguimos viviendo estos actos de violencia política, pudiendo ser por motivo de género u otro.

“Me despido enviándoles un cordial saludo y dejando la pluma en el tintero, porque estas líneas seguirán surcando la superficie digital”.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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