

Análisis y Opinión
Mujeres: ‘Que el Estado no claudique’
Cansadas de la falsa polarización ideológica que parece exigir a las mujeres a renunciar a la posibilidad de que los derechos de las mujeres converjan con los de los menores por nacer, un conjunto de colectivos que agrupa a mujeres que auxilian a la sociedad civil en circunstancias de adversidad y penuria han lanzado una convocatoria a marchar por los derechos de las mujeres y de la vida por nacer el próximo 3 de octubre en varias plazas de la República mexicana. La petición es que el Estado ‘no claudique’ en la responsabilidad de auxiliar lo mismo a la mujer, a las embarazadas y a la vida por nacer.
Según explicaron en una conferencia de prensa, son más de mil organizaciones de la sociedad civil que buscan manifestar su inconformidad con las resoluciones alcanzadas por los ministros de la Suprema Corte en semanas pasadas. Desde su perspectiva, los fallos de la Corte estuvieron más orientados a la relativización de la naturaleza humana en el seno materno y al prejuicio contra quienes buscan opciones de salud integral a las mujeres que a exigir a las instituciones a proveer servicios para garantizar la verdadera libertad de las mujeres a decidir, a propiciar la equidad o a proteger la libertad de conciencia.
Este colectivo de mujeres e instituciones asegura categórico: ‘No queremos la criminalización de las mujeres que abortan’ pero afirman estar cansadas de que las instituciones sólo trabajen por la despenalización del aborto y las orillen a la falsa dicotomía de elegir entre su salud y derechos, o la salud y los derechos de sus hijos por nacer: “Estamos cansadas de la polarización que confronta dos bienes… marcharemos para decir que es falso que hay que elegir entre la mujer y el hijo”.
La manifestación pública de este conglomerado de organizaciones civiles y de mujeres pretende fomentar además espacios de diálogo con representantes políticos y funcionarios de los tres niveles de gobierno para alcanzar “un acuerdo nacional” para que, desde la pluralidad y la democracia, se elaboren “propuestas para implementar políticas públicas concretas de apoyo a la mujer y a la vida”.
Entre las demandas urgentes para favorecer que las mujeres elijan en libertad se encuentran sistemas públicos de apoyo y protección a la mujer embarazada, acceso a seguridad social, atención médica y fuentes de trabajo: “Nos rehusamos a pensar que terminar con una vida humana se van a resolver los problemas sociales”, opinan.
En el fondo, este colectivo de mujeres y organizaciones de la sociedad civil exige a las autoridades a ‘no lavarse las manos’ ante las necesidades reales de la población femenina: seguridad, equidad laboral, justicia, oportunidades y pleno acceso a opciones de salud. En su parecer, las decisiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación orientadas a despenalizar el aborto son la excusa de las instituciones del Estado para no hacerse cargo de las profundas carencias en materia de salud y seguridad de mujeres embarazadas o madres en los primeros años de vida de sus hijos.
Este colectivo femenino, compuesto en gran medida por organizaciones que auxilian a las mujeres agredidas, violentadas, precarizadas y heridas por diversos fenómenos contemporáneos (incluidos los efectos fisio-psicológicos adversos del aborto), afirma que “la agenda de las mujeres” no puede reducirse a la legalización del aborto, a la invisibilización de los derechos del no nacido y a coartar la libertad de conciencia del personal de salud. Estas medidas -aseguran- que ahora son asumidas por varios grupos políticos, patrocinadas por intereses comerciales que proveen servicios e insumos de aborto y promovidas por grupos ideologizados sólo facilitan que el Estado claudique en su responsabilidad de proteger a todas las mexicanas plenamente antes y después de su nacimiento; en fin ¿tomarán nota los políticos de estas demandas o -como ha cuestionado siempre el papa Francisco- simplemente buscarán ‘solucionar’ estos problemas mediante la eliminación del ser humano?
*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe
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Análisis y Opinión
Un asunto de dignidad

En estos días se discutirá y sancionará un diferendo apreciativo sobre los márgenes de la acción sanitaria y humanitaria en El Salvador que quizá pueda tener efectos en otras latitudes, incluido México. El tema es complejo pero en el fondo, hay un diferendo ante la permanente atención, vigilancia y decisión médica pertinente que buscó salvaguardar la vida de una mujer embarazada y la del ser en su vientre.
Se juzga al sistema local de proveer asistencia médica profesional durante varios meses para procurar el bienestar integral a las dos personas. Los quejosos plantean que hubiera sido mejor invisibilizar la existencia de una bebé discapacitada desde el inicio (aunque nació y murió después, no sin antes recibir nombre e identidad) y permitir que, desde la opinión –personalísima pero ciertamente inexperta y alienada por abogados– de la paciente, se impidiera al personal médico a pensar, ofrecer opciones u obrar conforme a su conocimiento, su profesión y su conciencia. La mujer murió años más tarde y su historia hoy es utilizada como una estrategia, como un relato de intereses contrapuestos.
Estos asuntos son, por desgracia, sumamente comunes en nuestra vida contemporánea. En el estilo de vida, poder y privilegio que hoy campea en el mundo, las personas están más cerca de ser mercancías (adquiribles, consumibles y descartables) que de ser comprendidas en su complejidad irrepetible y en su absoluta dignidad sin importar sus particulares orígenes, sus condiciones, su hado o ventura.
Existe una antigua fábula china sobre un supuesto ‘hombre compasivo’ de quien se dice pescó una tortuga para hacer sopa con ella: “como no quería que alguien llegara a decir que él había dado muerte a un ser viviente, encendió fuego, hizo hervir agua en una olla, colocó una pértiga de bambú encima de la olla a manera de puente y le hizo a la tortuga una promesa: ‘Si consigues atravesar el puente, te dejaré en libertad’”. La fábula relata que la tortuga puso toda su voluntad e hizo lo imposible al atravesar el puente sobre el agua hirviendo… pero el hombre, aplaudiendo su hazaña, le pidió a la tortuga que regresara “para ver mejor cómo había logrado la proeza”.
La fábula enseña que, los discursos disfrazados de compasión son aún más pérfidos. Esto nos lleva a pensar que, aunque los discursos actuales aboguen por las libertades, los derechos o el reconocimiento de las diversidades de la humanidad contemporánea –incluso son socialmente aceptadas las ideas de trascendencia y armonización plural social mediante gestos de solidaridad, responsabilidad y amor– siguen existiendo narraciones que sólo defienden el propio privilegio, el egoísmo, el utilitarismo o el pragmatismo económico, la comodidad del fuerte frente a la anulación del débil o la indolencia ante los fácilmente descartables, los que nadie extrañará en “este mundo atestado de humanidad, agresivo, competitivo y eficientista”.
Hoy, mientras algunos se distraen con luces en el cielo, por fortuna hay gremios enteros defendiendo a trabajadores sexagenarios, a minorías arrinconadas, a mujeres violentadas, a personas e historias desaparecidas, a niños agredidos o utilizados, a jóvenes sometidos o corrompidos, a localidades envenenadas y a usuarios engañados. La única razón que alimenta el espíritu de esas luchas sociales es ese asunto de dignidad que perfora las conciencias, conmueve corazones y motiva a la acción en esa larga marcha hacia el bien común.
Pero ¿qué sucede cuando la dignidad humana es relativizada? ¿Qué sucede cuando se anteponen supuestos políticos, económicos o ideológicos que condicionan este principio humano? Hay quienes insisten que la lucha obrera, ecológica, comunitaria o social debe estar sujeta a las condiciones políticas; otros que la dignidad de la vida humana debe estar limitada por las condicionantes de la economía y el mercado; otros más llegan a afirmar que la indignación social sólo es válida desde una sola orientación ideológica. Y aún así se llaman compasivos.
Lo que atestiguamos en estos días –desde el utilitarismo bélico internacional o las agendas de interés económico supranacionales– es la evidencia que descarta aquella fantasía laicista de los Estados neutrales. Las opciones formales políticas o económicas tanto de las tiranías como las democracias son decisiones éticas y hasta morales, pero jamás neutrales: ¿Cuáles son las fronteras de la sanidad pública? ¿Cuáles son los límites de la acción contra el negocio de la droga? ¿Dónde se separa el bien común del privilegio? ¿Qué o quién define el grado de dignidad de una persona humana? Porque si quienes deciden se parecen al hombre de la fábula, se llamarán compasivos mientras contemplan a los miserables luchar por su vida bajo las reglas injustas y las condiciones imposibles que ellos mismos han definido.
Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Análisis y Opinión
La riqueza de las empresas familiares
Según cifras del INEGI, el 97% del número total de empresas de México son microempresas

En un mundo tan inestable como el de hoy, -donde las empresas públicas nacen y desaparecen o se funden con otros corporativos-, las empresas familiares representan estabilidad, pues son el patrimonio de una familia.
Muchas de las grandes marcas icónicas europeas y norteamericanas, -que están rodeadas de glamour-, como las bebidas espirituosas finas, ropa de larga tradición, productos de piel, relojes y otro tipo de bienes, son familiares y tienen raíces que pueden llegar a dos o tres siglos de vida.
Por lo que toca a las microempresas en México, estas son totalmente familiares.
Según cifras del INEGI, el 97% del número total de empresas de México son microempresas y por ello tienen tanto peso social y representatividad y generan el 70% de las oportunidades laborales.
Sin embargo, la estructura organizacional de las empresas familiares constituyen una importante debilidad, puesto que se mezclan consideraciones subjetivas de tipo familiar, que luego impactan negativamente en la operación del negocio.
La empresa consultora Advanced Management Consulting Group, también conocida como AMCG, ha identificado esta grave problemática, pues mencionan que el 70% de las empresas familiares desaparecen con la muerte de su fundador y dicen que del 30% de las empresas restantes, que son las que sobreviven, solo el 13% sobreviven a la tercera generación. Y de ese número, apenas tres o cuatro por ciento llegan a la cuarta generación.
El problema parece ser la tendencia a contaminar la operación de la empresa con condicionantes de la relación familiar e incluso, con los conflictos.
Además, el modelo familiar, que generalmente tiene que ver con estructuras de liderazgo paternalista, termina transfiriéndose al negocio y cuando existe un liderazgo muy fuerte del fundador, al pasar la autoridad a un sucesor, que es un miembro de la familia que incluso puede ser de otra generación, podría ser que se propicie una lucha por el control y los beneficios que se derivan del liderazgo.
Tal y como lo manifiestan los directivos de la empresa Advanced Management Consulting Group a sus clientes, la solución está en la institucionalización de la operación, totalmente alejada de las condicionantes familiares, donde el objetivo fundamental sea la eficiencia y la eficacia y detrás de ésto, la rentabilidad.
El modelo que da forma y eficiencia a la operación de una empresa familiar es precisamente el “modelo de gobierno corporativo”, que es el que garantiza decisiones objetivas orientadas a la competitividad y la rentabilidad.
El gobierno corporativo blinda la sucesión, para que se dé de forma madura entre un fundador con poder y control incuestionable y la organización institucional que llevará la operación de la empresa, lo cual garantiza larga vida y sucesiones generacionales sólidas e institucionales.
¿A usted qué le parece?
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx