Columna Invitada
¿Innovación política? Muy poca
Por Antonio Maza Pereda
La próxima semana estaremos pendientes de los resultados de una de las elecciones más importantes del 2023. Son, como todos sabemos, unas elecciones estatales, pero tienen una importancia mayor de lo normal por su cercanía a las elecciones presidenciales y por qué, en conjunto, abarcan casi la quinta parte de los votantes del país.
El campo de juego son los Estados de Coahuila y de México. Ambos gobernados por largo tiempo por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y ahora compartiendo la candidatura con los partidos Acción Nacional (PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD). Sólo el Estado de México es el 16% del padrón electoral del país, pero, más importantemente, son Estados con una configuración social muy diversa, con zonas industriales importantes en ambos de ellos, áreas agrícolas, zonas muy marginadas y también algunas localidades con un ingreso per cápita comparable al de algunos países europeos. Lo cual permitirá predecir con alguna aproximación cuál va a ser la reacción del electorado a diferentes ofertas políticas. También, hasta cierto punto, predecir el posible éxito de las propuestas políticas de las distintas alianzas en juego.
No dejan de tener un cierto riesgo. Cualquiera de las alianzas qué falle en ganar las elecciones, sobre todo si lo hacen por un margen elevado, sufrirá un golpeteo interno entre los posibles candidatos para el 2024. No faltaran las acusaciones mutuas, críticas de todo tipo porque, como he dicho en varias ocasiones, el fracaso generalmente es huérfano. Nadie se va a querer hacer responsable si no tiene el éxito que espera. Tan es así que ambos bandos ya empezaron a hablar de posibles fraudes, buscando como dice un dicho mexicano “curarse en salud”.
Lo que es notable es que la oferta política es básicamente la misma en ambos Estados. Una oferta que no se distingue por su innovación. Unos ofrecen más de lo mismo. Otros ofrecen más de lo antiguo. La alianza en el poder está ofreciendo… bueno, aquello que ofrezca el actual presidente. Mismo proyecto de país, que básicamente consiste en lo que proponga un gobernante al que no le gusta que le cambien ni una coma de sus propuestas. Es muy difícil imaginarse qué propuesta enviará próximamente. La oposición no tiene una oferta importante.
Básicamente consiste en ignorar las realizaciones y amplificar las fallas de la actual administración, para volver a lo que se hacía antes. Para el ciudadano común, que no esté en el círculo rojo, que solo entiende por encima lo que le dicen los medios, sean los profesionales o las redes sociales, ese mensaje se reduce a decir: “no dejemos que entre en nuestros estados la 4T, para que podamos seguir gobernando cómo los últimos años”. Una oferta que difícilmente entusiasma a quién no pertenece a los núcleos duros de estas alianzas.
Unos, los paladines de la cuarta transformación, piden paciencia para que las promesas, que no han podido cumplir hasta ahora, se realicen dándoles más tiempo. Otros juegan con el miedo: “Si no hacemos algo ahora, el país se destruirá, entraremos en una dictadura que sólo tendrá como resultado empobrecer a nuestro país, como ha ocurrido en Cuba, en Corea del Norte y en otros países”.
Mala cosa. Lo único claro de las ofertas políticas de ambas alianzas es que no tienen propuestas innovadoras. Ambos están jugando a qué contarán con la fe de los votantes. Nos dice la 4T: “sí en el mundo todo sigue igual, todo lo que hemos estado ofreciendo verdaderamente se cumplirá, siempre y cuando se haga al gusto del primer mandatario. Solo dennos más tiempo”. La oposición nos dice que, por el mero hecho de tomar el poder, revertirá todas las fallas que hubo, y todo se resolverá, solo con cambiar la administración actual, con solo revertir las medidas de AMLO. Sin que se nos ofrezcan nuevas medidas de fondo para atender temas que son reales y que, dadas las condiciones en nuestro país, no han tenido soluciones particularmente exitosas con sus administraciones anteriores.
La solución, por supuesto, está en manos del electorado coahuilense y mexiquense. A nosotros, el resto de los ciudadanos de a pie, los sin poder, nos queda observar lo mejor posible lo que ocurra, para aplicar las acciones que nos sugiere el análisis de estos resultados. Y será muy interesante también observar en las próximas semanas cómo se modificará la oferta política al 2024, cómo aumentarán las patadas bajo la mesa entre los posibles candidatos, y cómo se deterioran las relaciones en ambas alianzas. Y, como siempre, lo importante será la actuación de nosotros, los votantes, que finalmente seremos quienes definan la situación del País. Posiblemente en toda la historia moderna de nuestra nación, nunca tuvimos las fuerzas políticas más estancadas y menos innovadoras, más necesidad de que nuestro electorado participe copiosamente en las elecciones y actúe con sabiduría y moderación. Hay que responderle a nuestra Sociedad.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
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Columna Invitada
La Presidenta
Por Antonio Maza Pereda
La precampaña a la presidencia para el período 2024- 2030 se ha puesto interesante por el hecho, ciertamente inédito, de tener dos precandidatas con las mayores probabilidades para ser quien presida el Poder Ejecutivo de nuestro País.
Probablemente, lo más importante es que el hecho de ser mujeres no fue el tema de las discusiones que las llevaron a esas posiciones. En un país tan machista como México, esto es realmente extraordinario. Recordemos los casos de Cecilia Soto, Josefina Vázquez Mota y Margarita Zavala, quienes estuvieron nominadas como candidatas a la Presidencia y en cuyos casos se dio esta discusión: ”¿Verdaderamente está México preparado para tener una presidencia femenina?” Y el tema fue discutido muy ampliamente. No fue el caso de estas precandidatas. En esto podemos ver un avance en la madurez política de nuestro país.
Claramente, una vez tomada la decisión de la administración actual y su oposición más relevante, han empezado las discusiones y los señalamientos. Que si la doctora Sheinbaum es un títere de Andrés Manuel, que si la ingeniera Xóchitl Gálvez lo será de Claudio X. González. Y en ambos casos se está suponiendo que ellas son incapaces de tener iniciativa propia, que ambas serán manipuladas por varones y que no podemos esperar de ellas un liderazgo fuerte. O sea que el aparente avance en la aceptación de las mujeres gobernantes es puesto en duda. Posiblemente con el propósito de captar el voto machista. O dividir el voto opositor.
Nuestro País es uno de los que, en todo el mundo, llegó más tarde a la aceptación del voto femenino. La clase política, dominada en aquella época por los sectores jacobinos, se negaba a aceptar el voto de la mujer, con el argumento de que ellas eran fácilmente manipulables por el clero y que eso les daría un gran poder a los curas. No fue hasta mediados de los cincuenta del siglo XX que, finalmente, se les concedió el voto. En la práctica, con el famoso “techo de cristal “que todavía padecemos en muchas organizaciones públicas y privadas. Es decir, un obstáculo invisible que no permite a las mujeres acceder a los máximos niveles de decisión.
Este “techo de cristal” aparentemente se ha roto, aunque se siga poniendo en duda la capacidad de las mujeres en el campo político. Y qué bueno que se haya roto: dar el voto a la mujer, pero sin permitirles el acceso a los más altos niveles de responsabilidad, no deja de tener algo de simulación.
Por lo pronto, estas acusaciones a las precandidatas de ser fácilmente manipulables, de tener una gran debilidad en cuestiones delicadas de gobierno, están siendo usadas como un arma mediática. Las experiencias en otros países, confiando el poder ejecutivo a mujeres, ha demostrado que no existe tal debilidad. Solo por mencionar dos casos relativamente recientes, Golda Meir y Margaret Thatcher, quienes gobernaron con una gran fortaleza e incluso condujeron a sus países durante guerras extranjeras, cómo fue el caso de la guerra de las Malvinas, con Margaret Thatcher, apodada “la dama de hierro”, y el de Golda Meir, qué condujo a su nación durante la “Guerra del Yom Kipur”, que estableció la situación actual de Israel en el Medio Oriente.
¿Será verdaderamente efectiva una mujer presidenta? Claramente, depende de la Sociedad, del electorado. Los votantes, tanto masculinos como femeninos, ¿tendrán la confianza en que una de ellas conduzca al país de manera igual o mejor que los varones? La pregunta no es ociosa. Y en particular habrá que ver si las mujeres tendrán la confianza para elegir a otras mujeres. Porque es claro que en esto no necesariamente se da una conciencia de clase. Se dice, y hay algo de razón, que son muchas mujeres las que contribuyen gustosamente a sostener al patriarcado.
Ojalá podamos sacudirnos estas costumbres, estos criterios que tanto daño le han hecho al país. Necesitamos incluir a todos los sectores de la Sociedad en la toma de decisiones, y con mayor razón al sector que es mayoritario y que puede aportar puntos de vista muy valiosos a nuestra vida pública.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
Candidata
Por Antonio Maza Pereda
Antes de lo esperado, pero como era el resultado que muchos creían que ocurriría, la ingeniera Xóchitl Gálvez resultó ser la candidata del Frente Amplio por México. Se logra lo que en el pasado se llamaba un candidato de unidad de la oposición. Al parecer, más de lo mismo.
Pero hay un aspecto muy importante. Se le da continuidad a una asociación de los tres partidos de oposición más importantes del país, el PRI, el PAN y el PRD, pero con la diferencia importante de que ahora no solo se le da cabida a la ciudadanía, sino que además la triunfadora no viene de los partidos.
Se logra un pacto de civilidad entre partidos con ideologías relativamente diferentes, y al mismo tiempo se vence la desconfianza mutua entre la casta política tradicional y los ciudadanos organizados en distintas instituciones, que no necesariamente tienen una intención política. Esta inclusión de la sociedad civil de alguna manera queda reflejada por qué la candidata triunfadora, aunque ha sido propuesta para distintas posiciones por el Partido Acción Nacional, es percibida por la ciudadanía como alguien que no forma parte la típica casta política: una profesional exitosa, empresaria con el mérito de haber partido de su posición indígena y de clase social muy modesta hasta lograr una carrera universitaria, con cuyos conocimientos construye una empresa rentable. Algo totalmente diverso de lo que nos presentan los políticos tradicionales.
El Frente logra vencer una serie de dificultades, aparentemente difíciles de remontar: los intereses de los partidos, qué se juegan el registro que les permiten acceso a fondos sumamente importantes, las ambiciones personales de sus integrantes y también sus diferencias ideológicas que son aparentemente insalvables. Haber logrado esta asociación no es poca cosa. También es un logro haber creado un método de selección, claramente perfectible, qué finalmente no se pudo llevar hasta las últimas consecuencias, pero qué permite a estos partidos y a los participantes de la sociedad, llegar a una solución aceptable para todos.
Hay quienes señalan como un mal resultado el que no se haya podido concluir hasta las últimas consecuencias el procedimiento que se había propuesto para elegir el candidato. No cabe duda de que hizo falta tener mejor organización, sobre todo en las votaciones ciudadanas. Que no es cosa fácil: el Instituto Nacional Electoral nos ha acostumbrado a que las elecciones ocurran con mínimas fallas, pero hay que reconocer que esto no es nada sencillo. Les falta mucho a nuestros partidos para lograr la capacidad para tener lo que algunos le han llamado las elecciones primarias. Pero para ser una primera vez en que se intenta un acuerdo de esta magnitud, los resultados son bastante buenos. Sobre todo, pensando a que la clase política está acostumbrada al icónico ”dedazo”.
En mi opinión de “ciudadano de a pie”, “sin poder”, me parece que debería haberse tenido más cuidado en el trato a Beatriz paredes. La impresión es qué se le impuso una solución y que no se tomó en cuenta sus méritos. En la carta donde acepta el resultado que de alguna manera le impone su partido, deja ver su desagrado porque el procedimiento se llevó a cabo con criterios mercadológicos. En esto tiene razón. Ojalá se pueda encontrar un modo de recuperar y aprovechar sus capacidades para diseñar e implementar las políticas más relevantes del país.
Y sería muy importante qué esto se extienda a todos los candidatos que compitieron por este puesto, incluso aquellos que no pasaron a la ronda de los foros. No es momento de profundizar en las divisiones, sino el de contribuir a crear soluciones de largo plazo y sobre todo para solidificar el papel relevante que debe tener la sociedad civil en estos casos. Si hoy les une el tratar de descarrilar el proyecto de la 4T, habría que cuestionarse, en caso de que logren derrotarlos, si la unión qué han logrado ahora, se podría sostener si la 4T dejara de ser un factor importante.
Es importante construir unidad hacia el futuro, mejorar los métodos de elección y consulta de los candidatos, hacer institucional el papel de los grupos ciudadanos no políticos y concentrarse en soluciones con un amplio apoyo, de largo plazo y qué resuelvan los temas qué la 4T puso en la palestra. Porque si no se resuelven los problemas que hicieron que una parte importante de la ciudadanía apoyará a la 4T, a futuro seguiremos cayendo en situaciones que son las que menos les convienen a nuestro país.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
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