Opinión
CONTRALUZ: Del Toro y el acto de creación
Los Ángeles, California.- Uno nunca sabe cuándo estará caminando en los mismos pasillos que su mentor. Guillermo del Toro ganó este fin de semana el León de Oro en el Festival Internacional de Cine en Venecia por su cinta ‘The Shape of Water’, tal como lo hiciera si ídolo Luis Buñuel en 1967 por ‘Bella de día’.
Apasionado del surrealismo en el cine que impulsó Buñuel en el cine, Del Toro ha abierto su camino por sí mismo hasta Venecia, lo mismo haciendo honor al director de ‘Los Olvidados’ que a otros de sus ídolos como Hitchcock (a quien le escribió un libro como estudiante en Guadalajara); pero sobre todo apostando por hacer de la pantalla grande su medio de expresión, con sus fascinaciones, propios demonios y preguntas existenciales.
“Una carrera profesional es un accidente de auto en cámara lenta”, declaró Del Toro frente a la prensa internacional, refiriéndose tal vez a que la suma de muchos arrancones, derrapadas, frenadas y colisiones, es lo que hace que la vocación pueda avanzar. Al final, todo es un continuo movimiento al gran clímax de una meta que posiblemente nunca llegue.
ENTÉRATE >>> Del Toro triunfa en Venecia
Pero a sus 58 años, Del Toro ya ha cruzado muchas metas impuestas y otras no buscadas. Sus filmes son sus trofeos codiciados y sus galardones de Arieles en México (‘Cronos’) y nominación al Oscar (¿El laberinto del fauno’) –sumado ahora a Venecia´- son el reconocimiento de que va por buen camino.
“Debes hacer lo que haces como un acto de amor y creación, si algo sucede a la película, como obtener un premio, será algo bueno; pero si recibes premios por pureza y verdad, entonces sí será grande. Si te dan en cambio abucheos, pero te mantienes puro, entonces eso te confortará”, agregó Del Toro a los medios.
‘The Shape of Water’ es un regreso al concepto de la Bella y la Bestia que tanto ha cautivado al también director de ‘Hellboy’, donde la actriz Sally Hawkins representa esa inocencia y pureza en la historia, cuyo poder de comprender y amar, hará que una criatura humanoide con escamas, proveniente de un rincón del océano, la elija a ella para comunicarse e incluso detonarse un romance imposible, mientras hombres ambiciosos sólo quieren enterrar un bisturí en lo que no entienden. El filme aborda a la vez, el tema de cómo no abrazamos lo que no es idéntico a nosotros.
En un mundo que necesita más que nunca a contadores de historias que nos pongan luces en el horizonte a seguir, la película de Del Toro nos habla de las consecuencias de no atrevernos a sentir compasión, además de no aprender a comunicarnos con el otro.
‘The shape of water’ nos coloca en la mano una misiva con poesía hecha de cine, sintiendo a la vez el filo de sus ideas poderosas. La profunda verdad de la película aguardará para quien se asome a ella.
Una vez más, la visión y sensibilidad de Del Toro han hecho que el mundo voltee a ver al mexicano. Los dioses del cine estarán contentos.
Porque el cine es para siempre…
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Felipe Monroy
Iglesia bimilenaria e inteligencia artificial

El papa Francisco anunció que el próximo 25 de enero presentará un mensaje para reflexionar –evidentemente desde la fe cristiana– sobre el papel de la Inteligencia Artificial en la vida cotidiana y en la comunicación humana, un tema que ha sido absolutamente avasallador en los últimos dos años.
En recientes meses, ha estallado la proliferación de plataformas y servicios soportados por diferentes diseños de IA que remedian un sinfín de tareas a través de herramientas digitales dialógicas; que proponen modelos generativos y creativos alternos; o que plantean escenarios lógicos, plausibles y precisos a través del análisis predictivo de inmensos volúmenes de datos. Es lógico que desde la moral y ética cristianas exista una urgencia por diseccionar y comprender este fenómeno así como su impacto en la vida humana.
No es la primera vez que desde la Santa Sede se expresa una inquietud en esta materia, el Dicasterio para las Comunicaciones publicó en mayo pasado una audaz reflexión pastoral sobre la vida cotidiana digital contemporánea. En ella, la Iglesia católica acepta que la cultura contemporánea es ya una cultura digital que plantea desafíos especialmente en las fronteras de la veracidad, de la inclusión y la justicia.
Es probable que el pontífice recoja del mundo científico y cultural, las principales interrogantes que los especialistas se hacen sobre el impacto de la inteligencia artificial en la vida digital moderna: el reemplazo de profesiones y especializaciones del trabajo humano; la influencia de la IA sobre el comportamiento social; la manipulación de sesgos psico-cognitivos; la intervención en decisiones de política pública: salud, educación, diplomacia; la vulneración de límites de la privacidad o derechos humanos; y un largo etcétera.
“En los próximos años –apunta la Santa Sede–, la inteligencia artificial influirá cada vez más en nuestra experiencia de la realidad. Estamos asistiendo al desarrollo de máquinas que trabajan y toman decisiones por nosotros; que pueden aprender y predecir nuestros comportamientos; de máquinas que responden a nuestras preguntas y aprenden de nuestras respuestas…”.
Y, enseguida pone el dedo en la llaga: “¿Quién establece las fuentes de las que aprenden los sistemas de inteligencia artificial? ¿Quién financia a estos nuevos productores de opinión pública? ¿Cómo podemos garantizar que quienes elaboran los algoritmos estén guiados por principios éticos y ayuden a difundir globalmente una nueva conciencia y un nuevo pensamiento crítico para reducir al mínimo los fallos de las nuevas plataformas de información?”.
Sobran ejemplos de los desafíos de la IA en la cotidianidad, retos que pueden ir desde la falsificación de la realidad (como el deepfake que lo mismo puede hacer declarar la capitulación de la guerra a un avatar del presidente Zelenski, o manipular videos pornográficos con rostros de menores u otras personas) hasta la normalización de brechas socio-digitales o la redefinición de principios y valores éticos o civilizatorios.
Si bien la industria de estos sistemas y herramientas se ha comprometido a implementar regulaciones y directrices éticas; es evidente que se tratan de empresas de interés comercial y económico cuyos servicios avanzados están a disposición de las entidades de poder.
Es claro que el papa Francisco partirá desde los principios de la Doctrina Social de la Iglesia para explicar y atender estas nuevas relaciones y dinámicas, humanas y sociales, con la inteligencia artificial pues se requiere –como siempre– una renovada mirada al océano de posibilidades que ofrece este tipo de tecnología comunicativa desde tierra firme, una mirada que atienda oportunamente los fenómenos que probablemente se presenten en el futuro inmediato respecto a temas entorno a la veridicción y veracidad informativa, la dignidad del trabajo humano, la equidad en el acceso a bienes y servicios públicos, la resolución de conflictos, la construcción de paz, la corresponsabilidad política-tecnológica, el derecho a la intimidad, el derecho a la desconexión y la protección de la imagen personal.
Hay, finalmente, tres asuntos de orden geopolítico que preocupan a los expertos respecto al orden que la IA puede implantar en la cultura contemporánea a través de los diferentes accesos informativos y productos comunicativos: la utilización de la IA para reforzar estructuras de poder que podrían perpetuar modelos de injusticia e inequidad a través de simulaciones democráticas; el sometimiento de gobiernos o Estados-nación a las necesidades tecno-económicas de los propietarios de la IA; y la depredación tecnológica sobre la ya vulnerada ecología integral.
Como puede verse, el mensaje del pontífice respecto a la comunicación humana en tiempos de la inteligencia artificial no puede perder de vista que todo proceso de interacción dialógica humana o tecnológica debe estar basada en la complementariedad y la totalidad de la vida humana y social. Esperemos la propuesta que haga el pontífice respecto a este tema.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Felipe Monroy
Catolicismo de derecha en el escenario electoral 2024

En la última entrega explicaba cómo de manera simplista se tiene la idea de que el votante católico en México se orienta con más naturalidad a la derecha política cuando en realidad también hay movimientos católicos con convergencias ideológicas ubicadas en la izquierda política; y, sin embargo, es evidente cómo en los últimos años se expresa cierto reacomodo de varios grupos católicos a las políticas de la derecha económica neoliberal, de integrismo identitario antiinmigrante y de un misticismo del capital como medio disciplinar moralizante.
Este novísimo fenómeno tiene varias motivaciones sociológicas; unas que son producto de la historia del país y otras que vienen de recientes acontecimientos políticos internacionales que movilizan los intereses y juegos de poder.
Comencemos por esto último. En los Estados Unidos (el supuesto ‘paradigma democrático universal’), era tradicional que el voto de los católicos norteamericanos se manifestara favorable al Partido Demócrata. Según el sacerdote jesuita Matt Malone, entre 1890 y 1930, en medio de la masiva inmigración de grandes grupos católicos a los Estados Unidos, las políticas anti inmigrantes de políticos del Partido Republicano y del poderoso grupo protestante-blanco-anglosajón, orillaba a la clase emergente y pobre a mirar con más simpatía al Partido Demócrata.
Con el tiempo, ilustres personajes católicos fueron alcanzando lentamente relevancia en la política norteamericana a pesar de haber comenzado inicial y literalmente satanizados por grupos racistas protestantes anglosajones como el Ku-Klux-Klan (a Al Smith, primer gobernador católico de Nueva York, lo comparaban con el “anti-cristo”). Pero después de apoyar primero al demócrata Kennedy, como primer presidente católico de EU; y luego al republicano Nixon; quedó en claro que el votante católico no respondía a las siglas partidistas sino a las políticas públicas y a los privilegios de su clase. Incluso cuando la Suprema Corte posibilitó la realización de abortos, el voto católico continuó yendo y viniendo entre partidos ‘pro-vida’ y ‘pro-aborto’ equiparándose en pluralidad al voto nacional. Hasta que llegó Trump.
Después de décadas de aparente neutralidad, el voto católico se manifestó sólidamente a favor del millonario, de su propaganda anti inmigrante, de su defensa de la vida del no nacido y de su evidente orientación neoliberal. Este fenómeno, animó a diferentes grupos políticos ideológicos de derecha a trabajar por una aparente insolubilidad entre el catolicismo y la derecha; incluso a utilizar el planteamiento del papa Benedicto XVI sobre ‘los principios innegociables del catolicismo en la política’ para reducir esos principios a la derecha política y económica. Porque si bien dichos principios innegociables hablan de dignidad de la vida humana y bien común, la derecha política sólo los utiliza para limitarlos a ciertas realidades de libertad de mercado y de moralización de la vida social; pero no a las de luchas populares, los derechos civiles, la justicia social, el ecologismo, la igualdad o la integración de las minorías en las democracias liberales.
Y eso nos devuelve a México. Después de la persecución religiosa de inicios del siglo pasado, el catolicismo mexicano intentó incorporarse a las dinámicas políticas a través de la institucionalización partidista. Primero con el Partido Católico Nacional y después, de una forma menos gremial, con el Partido Acción Nacional. De hecho, a pesar de mostrar una mayor apertura y modernidad institucional, el PAN tuvo entre sus dirigentes y grupos de acción política a católicos y movimientos católicos muy relevantes. Desde sus orígenes, este partido –quizá buscando desmarcarse del prejuicio católico que utilizaría en su contra el partido hegemónico, quizá porque el episcopado mexicano no incorporó los principios políticos de la encíclica social Rerum Novarum a su magisterio– no se afilió a la Democracia Cristiana que ofrecía una crítica igualmente dura contra el socialismo como contra el capitalismo: “La DC profundizaba su condena al capitalismo inhumano que sólo creía en la acumulación de riqueza y al comunismo que vulneraba las libertades individuales y sometía a los nacionalismos en el mundo”, explica la socióloga Hernández y confirma que, aunque el PAN asumió en sus ideales los preceptos de la doctrina social de la Iglesia, en la práctica se concentró más en la defensa de los valores del liberalismo político y económico.
Fue durante la Guerra Fría y particularmente en el pontificado de Juan Pablo II, que el catolicismo mexicano ponderó su lucha contra el comunismo mientras abrazaba los preceptos del emergente neoliberalismo económico. Ahí, la derecha política terminó de definir su alianza con la jerarquía eclesiástica y con los movimientos católicos de participación política.
En contrasentido con la doctrina social, no sólo se identificó a toda lucha popular y social con el comunismo sino que, por asociación, debían ser condenadas por el catolicismo. Y además, la derecha política propuso reinterpretar principios de la Doctrina Social de la Iglesia (la distribución universal de los bienes, la solidaridad, la justicia social y la subsidiariedad) bajo la filosofía del neoliberalismo económico, es decir: la supremacía de las leyes del mercado, los derechos de la propiedad privada por encima del espacio público y la naturalidad de la desigual representación en el poder de las élites.
Así, el catolicismo de derecha (una categoría tan absurda como el catolicismo de izquierda) se enfrenta hoy a una utilitaria e injusta categorización porque sin bien la derecha política mexicana fue absorbida por una ideología económica neoliberal radical eso no significa que, desde el catolicismo militante también se relativicen los valores tradicionales, las identidades pluriculturales del pueblo o la dignidad de la integralidad de la vida humana. Es sólo que más que el nacionalismo o la implementación de mecanismos más horizontales de representación del pueblo, la derecha católica mexicana está imbuida en un determinismo ideológico del mercado y el predominio del capital.
Y esa es la razón detrás de las emergentes rupturas de la derecha católica mexicana provocadas por personajes exóticos (algunos realmente farisaicos) que movilizan desde la radicalización discursiva al posicionarse frente a ciertos conflictos políticos desde prejuicios fanáticos, extremismo intransigente y sin las imposiciones ideológicas neoliberales, como sucede en los debates entorno a los feminismos, las ideologías de género, el aborto, la eutanasia, etcétera. Un tema que abordaremos en la tercera entrega.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
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