Opinión

Cuidado con tanto charlatán de la adivinación política y económica

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El grado de complejidad que han alcanzado las economías abiertas en la era de la globalidad, aunado a los altos niveles de volatilidad de ciertos precios    -tanto de materias primas como de no pocas divisas- y a la inestabilidad  política en algunas regiones del mundo, lejos de haber estimulado el estudio de un conjunto de temas y materias relacionadas con la economía y la política, lo que ha producido es un ejército de charlatanes que ha dejado lejos a quienes han hecho, de la supuesta adivinación del futuro, un pingüe negocio.

Especialistas en la estafa y la charlatanería, con una prosa aparentemente de alto nivel técnico, han desplazado en poco tiempo de los espacios mediáticos a luminarias como Walter Mercado, Madame Zasú y Amira. Hoy en día, académicos y pseudo investigadores destripados, así como repetidores de boletines y desgastados lugares comunes, no dejan sin llenar todo espacio mediático, sea éste electrónico o impreso.

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Por otra parte, como dicen en mi pueblo: No es tarugo el que chifla, sino el que voltea a ver.

Esos vendedores de cuentas de vidrio -que hacen pasar como si fueren piedras preciosas-, están en todo su derecho de vender baratijas que promueven como pronósticos precisos con base -supuestamente-, en análisis serios debidamente soportados en modelos econométricos, o en análisis políticos elaborados con el debido profesionalismo cuando, en realidad, se trata las más de las veces de ocurrencias del momento.

Lo anterior no significa, por supuesto, que no haya en los medios investigadores serios que, de vez en vez son consultados para dar su opinión en éste o aquel tema. Lo que sucede, en la práctica, es que los charlatanes son tantos que para el que los oye, ve o lee, al no tener los conocimientos especializados, es seducido por el lugar común y la jerga falsamente técnica.

El problema entonces, está en otra parte; en la del que inerme por su falta de información y/o conocimiento especializado para desenmascararlos y exhibirlos como lo que son, charlatanes, contribuyen a fortalecer su presencia mediática y a adquirir -en corto tiempo-, un prestigio que cual pompa de jabón, se rompe y pronto desaparecen; de inmediato, ahí está el reemplazo.

¿Es posible acabar con esa plaga de charlatanes? Sin duda; pero no todo el mundo está dispuesto a estudiar e informarse. En consecuencia, prepárese para aguantarlos por un tiempo no corto.

agch

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