Análisis y Opinión

¿Deben los diputados tener formación académica?

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Estamos ante un tema polémico, importante, pero también poco visible. ¿Deben los diputados y diputadas tener formación académica? Yo creo que sí, pero hay personas que no lo ven necesario, incluso consideran importante que no cuenten con ella. Lo verdaderamente importante es que en las democracias se escucha a todos y a todas sin importar su origen y formación, eso es incuestionable. Lo que también es incuestionable es que necesitamos líderes capacitados, con profesionalismo, responsabilidad social y conocimientos, es decir, un perfil de legislador más humano.

Conozcamos mínimamente tres posturas y tomando en cuenta que nunca se debe pretende contravenir el cumplimiento de los derechos ciudadanos establecidos en sus artículos 34 y 35 fracción II Constitucionales, en donde se precisan los requisitos para ser votado para todos los cargos de elección popular, y sin olvidar que la educación no es sólo un mecanismo de movilidad social y ascenso meritocrático que contribuye a democratizar a la sociedad, sino que también puede convertirse en un medio de movilidad política.

Postura a favor de la pluralidad (no académica)

Para Lorena Vázquez, investigadora legislativa del Instituto Belisario Domínguez, “un nivel de estudios alto no es sinónimo de un buen legislador, (explicó para una nota de El Universal del 28 de junio 2021) y agregó que en la conformación del Congreso incluso se busca que exista la pluralidad para representar a todos los sectores de la población”; “es deseable que exista esa pluralidad de perfiles de las personas que llegan al legislativo tener educación básica por ejemplo no es un impedimento para la realización del trabajo como diputado y por ello se otorga una partida para que cada legislador contrate asesores, una formación educativa de alto nivel podría contribuir al desempeño legislativo pero no es un requisito” concluyó la experta.

Postura a favor de la profesionalización

Para Alejandro Barroso Chávez, diputado federal integrante del Grupo Parlamentario del Partido Morena en la LXIV Legislatura, en una iniciativa presentada el 12 de marzo de 2020, pide reformar el Artículo 55, agregando en el apartado VII lo siguiente: “Contar con estudios concluidos de Educación Media Superior y el suplente debe contar con el mismo requisito, al día de la elección”, la argumentación es muy sencilla, apela a la necesidad de elegir ciudadanas y ciudadanos que tengan capacidades tanto físicas como intelectuales, así como conocimientos básicos e instrucción académica, cuya experiencia les permita realizar tareas sustantivas para afrontar los grandes problemas nacionales.

Postura internacional (Latinoamérica)

En el artículo “La educación como elemento de calidad de los políticos latinoamericanos”, la investigadora del Instituto de Iberoamérica, Universidad de Salamanca, Cristina Rivas, plantea la hipótesis de que el grado educativo alcanzado por los legisladores de algunos países latinoamericanos no redunda positivamente en las características de la democracia de sus respectivos países, debido a que, en condiciones de falta de equidad social y económica, como ocurre en los casos de los países como México, un elevado nivel de estudios puede evidenciar más bien situaciones de privilegio individual o de grupo y, por lo tanto, no repercutir positivamente en las condiciones generales del sistema social y político.

Estado actual 65 Legislatura

Aunque la Constitución no exige ningún requisito de escolaridad para ser diputado y el artículo 55 constitucional únicamente precisa que es necesario ser ciudadano mexicano por nacimiento, tener 21 años cumplidos el día de la elección, ser originario o vecino del estado que aspire representar, no estar en servicio activo en el Ejército o la policía, no ser alto funcionario en cualquiera de los tres Poderes de la Unión u órganos autónomos ni ser ministro de algún culto religioso, la preparación académica resulta relevante para las labores legislativas; sin embargo de los nuevos diputados (del total de 62 legisladores electos) sólo el 12.4 % que ocuparán una curul en la Cámara de Diputados Local (Asamblea Legislativa) en la 65 Legislatura llegarán sin formación académica, de ellos hay una miscelánea de combinaciones, están los que tienen la preparatoria concluida, los que no la tienen e incluso hay quienes apenas ter minaron la secundaria.

Esfuerzos por modificar el 55

A Través de los años se ha tratado de reformar el artículo 55 en múltiples ocasiones; se ha modificado: la reducción de la edad, la disminución del número de sus representantes, la paridad de género y los tiempos para separarse del cargo por funcionarios de gobierno que han decidido aspirar a un escaño en el congreso; sin embargo, establecer como requisito básico la obligación de contar con estudios académicos para ser Diputado o Diputada no ha encontrado eco en la Cámara, lo que sentaría un precedente importante en nuestra Carta Maga, contribuyendo a la profesionalización de los nuevos cuadros políticos dentro de la conformación del Honorable Congreso de la Unión.

Conclusiones

Tomando como contexto las tres posturas mostradas y el actual estado de la Cámara de Diputados, veo con urgencia solventar las situaciones de desigualdad social y económica estructurales, mi postura es que a través de la educación podríamos tener una Cámara de mayor calidad de debate y diálogo, por ende de profesionalización, sin embargo no podemos ni debemos olvidar las dificultades para el acceso a la educación o las diferencias de calidad que existen dentro del sistema educativo que hacen que los estudios no funcionen necesariamente como un sistema calidad de profesionistas.

Muchas veces como lo escribe en su artículo la investigadora Cristina Rivas, ocurre lo contrario, en las circunstancias del sistema educativo como el de México el individuo se enfrenta a estructuras sólidas de exclusión que no lo valorarán necesariamente en función de sus méritos, los estudios pueden ser un indicador de la exclusión social y política, lo que en principio no sería benéfico para el funcionamiento del sistema político.

De lo que creo que no cabe duda es que enriquecer el perfil de los legisladores y las legisladoras, permitirá fortalecer las tareas políticas, de debate y negociación del proceso legislativo, buscar la profesionalización de los Diputados y Diputadas del futuro, fortalecerá el desarrollo político y social; imaginemos un alto nivel que no responda únicamente a la coyuntura, si no que tenga una base social, con fortalezas académicas y un proyecto legislativo claro e intelectual en beneficio de la ciudadanía. Todo lo anterior en armonía con el artículo 3 Constitucional, dónde ya se establece el requisito obligatorio de contar con estudios terminados a nivel medio superior, es decir ser congruentes con lo ya establecido en materia de educación y obligatorio para todo el país. Debemos poner atención a lo evidente, no estar ciegos ante los actuales paradigmas del ejercicio parlamentario, los cuales se están trasformando y exigen perfiles más preparados, exigen lideres capacitados, con profesionalismo, responsabilidad social y conocimientos, es decir, un perfil de legislador más humano.

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