Opinión
El gran negociador
Ciudad de México.— Nadie puede negar que mi viejito lindo es un gran negociador; a partir de sus derrotas en el 2006 y 2012 se dio cuenta que sin negociar nunca llegaría a la silla que tanto anhelaba.
Después de tomar cursos intensivos con Miguel Ángel Cornejo y dedicarse a leer y comprender a fondo libros como “Quién se ha llevado mi puesto”, perdón queso; se convirtió en negociador experto.
Por ahí se rumora que utiliza la técnica que hiciera famosa Don Fernando Gutiérrez Barrios, llamada “El Expediente Secreto”.
Primeramente, en negociación con Enrique Peña Nieto y los duros del PRI, usando como carta fuerte, la alta probabilidad de llegar a los Pinos, más bien de abrir Los Pinos al pueblo bueno y el instalarse austeramente en su Palacio, logra el apoyo de estos para llegar a la silla presidencial a cambio de perdonarles sus fechorías a Quique y sus cuates.
Ahora todos están tranquilos y felices, sólo algún “chivo expiatorio” como lo es Rosario Robles, cuyo pecado fue andar con Carlos Ahumada y echarse a René Bejarano y señora en su contra.
Sin la menor duda debió ser una negociación sumamente complicada ya que incluía una jugada maestra, de las que sólo él domina, de esas que nadie ve venir, pero ahí estaba, el gobierno en turno se comprometía en liberar a la heredera de fortunas, la mismísima profesora Elba Esther, con quien a su vez a cambio de liberarla y darle reversa a la Reforma Educativa le ayudaría en su Cuarta Transformación apoyándolo con todo el poderío del SNTE.
Es curioso como poco a poco nuestro querido presidente ha ido adueñándose a través de estas negociaciones de instituciones, organismos y todo de aquello que le podría entorpecer su programa de transformación.
En esta lista de despidos y renuncias hay que destacar la renuncia/despido de Gonzalo Hernández Licona, quien fuera desde noviembre del 2005 Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Porque es importante destacar esto, el Coneval es el organismo que se encarga de evaluar la operación de los programas de gobierno, es decir, son los encargados de calificar la efectividad de lo que hace el gobierno.
Y ante la duda de cómo podrían salir evaluados los programas sociales del actual gobierno como lo son: Programa de ayuda a adultos mayores, Tandas para el Bienestar, Sembrando Vida y muchos más, donde vale la pena destacar el incorruptible Jóvenes Construyendo el Futuro, donde a menos de un año de iniciado ya empezaron a salir los trapitos al sol de que los actuales son iguales a los anteriores, solo cambiaron de color.
Mejor poner a alguien del equipo y garantizar una evaluación aprobatoria, no vaya a ser que alguno de estos brillantes programas fracasara, lo cual veo muy difícil, dada la gran capacidad demostrada por Andrés y su gente.
Y ahora resulta que después de que hace algunos meses empezaron a circular rumores sobre el actuar del ministro Eduardo Medina Mora, esté renuncia a su cargo y con esto mi cabecita de algodón ya tiene poder real en la Suprema Corte de Justicia, tendrá a 4 ministros nombrados por él de los 11 que son. Donde uno de estos cuatro puestos ocupador por la esposa del Ingeniero Riobo, su fiel amigo y constructor.
Y así a pasos agigantados está tomando control total del país mediante aliados en los puestos clave, limitando a los gobernadores con sus súper delegados, negociando con todos y con todo.
Parece ser que el siguiente blanco es nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México, a la cual se le avecina un cambio de rector y parece ser que desde Palacio no quieren al Doctor Enrique Graue Wiechers, ya que no le da el sí a todas las ocurrencias del habitante más distinguido de Palacio Nacional.
Ya veremos este 24 de octubre quienes son los candidatos, pero no sería extraño que por ahí le quieran endilgar a Rectoría los grupos de choque que han estado apareciendo en las ultimas marchas, con tal de ensuciar su nombre y poner a alguien a modo en la UNAM.
Mientras tanto y ante tanto inepto de sexenios anteriores y los que le faltan por eliminar, se ha dado su tiempito para defender la gran honradez y probada capacidad de trabajo de su gente cercana y por cierto, atacados por los neoliberales , ejemplos de ello son: Don Manuel “Casa Lomas” Bartlett y la Doctora Claudia “No represión” Sheinbaum.
Domingo Días
domingo.dias@yahoo.com.mx
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Felipe Monroy
Brujería y 500 años de evangelización
En este 2024 se cumple medio milenio de la llegada de los primeros frailes evangelizadores al corazón de la tierra mexica conquistada y, por desgracia, aún en nuestro siglo hay cristianos que prefieren el desprecio y la ridiculización de las culturas indígenas antes que el esfuerzo por el diálogo, el entendimiento y la comprensión.
Me refiero a algunos eclesiásticos y personajes hiper-clericales, rancios de falso eurocentrismo, que no dudaron en definir ofensiva y temerariamente como “brujería” a la ceremonia indígena con la que se entregó el ‘bastón de mando’ a la presidenta de México y se le involucró en el “saludo a los cuatro rumbos”; un gesto que forma parte de una compleja cosmogonía que guarda ritualizaciones prehispánicas con acentos clamoreados y rogativas del catolicismo novohispano.
Prestos al desprecio de lo que no se somete a su perfecta idiosincrasia, estos personajes no solo ofenden al pueblo que sostiene y patrocina su labor, también representan una vergüenza para la herencia de los misioneros cristianos que renunciaron a cualquier peana de superioridad para servir a la grey, escuchándola e intentando comprenderla antes de juzgarla y demonizarla.
No hay que imaginar aquel escenario posterior a la guerra y el establecimiento del nuevo orden en la Conquista del siglo XVI, el primer obispo de México, fray Juan de Zumárraga lo relata claramente: “Los indios son muy maltratados de los españoles caminantes, que los llevan cargados a todas partes donde quieren ir, como acémilas [mulas], y aún sin darles de comer”. El obispo, escandalizado por lo que observa en la Nueva España, pide al rey ordene el castigo a todo español que robe mujeres o tierras de los indios “o le llame perro o le diere de palos o cuchilladas o bofetadas o le mate”.
Es decir, en buena medida, la ejecución del dominio se implementó desde la superioridad, la agresividad y también desde cierta ignorancia voluntaria y desde el desprecio a la naturaleza y la cultura de los vencidos. Sin embargo, los primeros cristianos, los frailes mendicantes, tenían un encargo muy distinto al de los capitanes de la armada: Comprender la lengua, entender las dinámicas culturales de los pueblos indígenas (muchos de los cuales fueron aliados de los españoles), conocer la tierra, los ritos y las costumbres para poder enseñarles que la paternidad de Dios también es gracia sobre sus pueblos. Aquel esfuerzo por conocerlos tuvo un fruto quizá no tan inesperado: el amor a los indígenas y, por ende, a la necesidad de defenderlos de los abusos del poder militar, económico y político. No es casualidad que los primeros defensores de la dignidad de los indígenas y de sus pueblos fueran religiosos católicos como Anton de Montesinos, Bartolomé de las Casas, Toribio de Benavente y Francisco de Vitoria.
Y a pesar del medio milenio de evangelización a nuestras espaldas, hoy surgen voces que pretenden ‘europeizar’ colonias, barrios y pueblos americanos en lugar de escuchar, comprender y amar como hicieron los humildes misioneros que les antecedieron. Además, en estos personajes demonizadores de todo lo que ignoran no sólo hay una fascinación por el eurocentrismo decimonónico sino una concepción errónea de una cultura europea estrechisima y muy específica (y que hoy vive una feroz mutación) que sólo considera válidas las dimensiones jerárquico-monárquicas, político-liberales y racionalistas-occidentales como cánon absoluto y fuente de un obligatorio adoctrinamiento unilateral.
La cultura actual se caracteriza ante todo por su superficialidad y en esa frivolidad caen los nuevos inquisidores, creyendo que cierta cultura pasada es el pináculo de la perfección. Bien dijo el cardenal Carles Gordó cuando reflexionó sobre esto hace treinta años: “[Los católicos] no nos queremos detener en ninguna cultura como algo definitivamente conseguido, sino como algo que, porque es fruto del hombre, es renovable, frágil y perfectible”.
Llamar brujería a un acto social cultural sustentado en símbolos ancestrales y actuales sincréticos (indígenas y cristianos a la vez) con la tranquilidad que sólo la soberbia puede dotar, no sólo genera discriminación gratuita sino que constriñe la universalidad y atemporalidad del mensaje de salvación cristiano; o como dijo el brillante Alfonso López Quintás en ‘Cuatro filósofos en busca de Dios’: “La marcha hacia lo religioso sigue una dirección opuesta a la que marca el reduccionismo”.
Desde hace medio siglo, la Iglesia católica ha aceptado que la evangelización de las culturas y la inculturación de la fe son parte de un proceso, y no de una completud ya perfeccionada por una única forma dogmática, disciplinar y ritualista con la que algunos eclesiásticos pretenden uniformar a todas las culturas desde una “Europa” hoy inexistente; por el contrario, la fe se encarna en el modo de vida de cada pueblo.
Y sí, la evangelización de la cultura significa encarnar el Evangelio en la cultura de una sociedad (la que es, no la que deseamos que sea) y purificar de ella sólo aquellos elementos contrarios a la dignidad humana mientras se elevan en sus gestos todos aquellos valores que comulguen con la bondad, la verdad y la belleza a una dimensión universal.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Columna Invitada
¿Qué esperar de una presidenta?
Ahora que empieza a gobernamos una mujer presidenta, la primera mandataria, vale la pena hacer algunos comentarios al respecto. México llega tarde en este aspecto. En América se han dado ocho casos de mujeres presidentas y una primera ministra, algunas de ellas elegidas dos veces. Gobernaron diferentes países: Argentina, Nicaragua, Chile, Costa Rica, Brasil, Bolivia, Panamá, Canadá y ahora México. Tenemos algo que revisar.
¿Qué esperamos de una presidenta? Buena pregunta. En algunas cosas deberíamos esperar lo mismo: honestidad, capacidad, patriotismo, como de cualquier gobernante. En cambio, por el hecho de ser mujer, podríamos pensar también en otras cualidades, que no necesariamente significan que sean mejores o no. Simplemente diferentes: otro sentido de las prioridades, un uso más importante de la inteligencia emocional, conciliar de modo diferente, más confianza en su intuición. Eso lo esperaríamos de las dos candidatas que contendieron, independientemente de sus posiciones políticas. También esperamos que sea una mujer con fortaleza, decidida. Por otro lado, tenemos que cuidar que no caigamos en prejuicios. No todas las mujeres son iguales, cómo no lo somos los hombres.
Para decirlo de una manera muy clara, hay que evitar el tema del machismo. Uno que se da en ambas vertientes del espectro político, tanto del lado opositor como del lado de la 4T. Algunos hablan de que la presidente Claudia Sheinbaum no será verdaderamente presidenta, sino una vicepresidenta. En su machismo, consideran que por ser mujer no tendrá la capacidad de tener libertad de acción y que tendrá que ser dirigida a control remoto por el presidente anterior. Algo que se ha visto también en otros casos: en algunos países, se consideró que la presidenta ha sido colocada en el puesto por su propio marido, con el propósito de gobernar a través de ella.
Del otro lado, nos encontramos también que la así llamada izquierda, considera a la doctora Sheinbaum como alguien que tiene la capacidad de dar continuidad y les da confianza a los miembros de la 4T, precisamente porque piensan que no tendrá capacidad de gobernar de una manera diferente. Consideran que la está vigilando Andrés Manuel y no le permitirá cometer errores. Una situación interesante es cómo se manejan los slogans en este sentido. Muchos de ellos dicen que “es un honor estar con Obrador”. Prácticamente no se escucha decir “es un honor estar con Claudia Sheinbaum”. Porque se les considera en ligas diferentes.
La verdadera aceptación de la mujer como gobernante, sea presidenta o primera ministra, tiene que ver con un reconocimiento de su aportación. Hay que considerar que son elegidas porque verdaderamente son las que mejor cumplen las necesidades del electorado, y no meramente porque hay que imponer cuotas artificiales.
¿Qué deberíamos de esperar de una presidenta o primera ministra? Deberíamos de esperar, entre otras cosas, que gobierne para todos. Desde luego, la doctora Sheinbaum ha prometido gobernar para todos, pero básicamente no se cree verdaderamente que esto ocurra así, por ninguno de los dos bandos.
¿Qué futuro podemos esperar? Es muy difícil de pronosticar. La oposición, que sigue todavía en un modo de campaña, como si las cosas no hubieran cambiado, tampoco está en una condición de reconocer y colaborar con este gobierno. Ojalá pudiéramos lograr un concepto incluyente, donde aceptemos que puede haber diferentes maneras de gobernar sin que necesariamente todas ocurran en el mismo orden, con las mismas prioridades. Y de la misma manera, ojalá tuviéramos una gobernante dispuesta a escuchar a la ciudadanía, no una que solo escuche a sus adeptos. Una presidenta que renuncie a la aplanadora legislativa, una que acepte contrapesos, que no tenga como lema “aquí mando yo”.
Hay que influir en diferentes niveles para lograr, de este gobierno, un enfoque femenino. Aceptar que lo femenino tiene el mismo valor que lo que pueda tener lo masculino. Y esto, que lo deseamos a nivel de la sociedad civil, también es particularmente importante en el sector privado. En aspectos como familia, educación, sociedades intermedias, tenemos que encontrar soluciones que sean aceptables para todos, aunque no sean particularmente homogéneas.
Hay que aprovechar las capacidades de las mujeres gobernantes para enriquecer y mejorar nuestra Sociedad. Incluir a mujeres, no sólo en los más altos niveles: en todos los niveles del Estado. Presentar este hecho de una mujer gobernante, al más alto nivel, como la demostración de que las mujeres tienen un papel fundamental en la vida de la Sociedad.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
El México que nos espera: Compromisos y participación ante el cambio de gobierno
Primero de octubre, escribo esta columna y México despierta bajo una nueva administración encabezada por Claudia Sheinbaum como presidenta. Este cambio no solo implica una transición en el poder político, sino una oportunidad para redirigir el rumbo del país hacia una visión más justa, incluyente y sostenible. Nos encontramos ante un punto de inflexión que debe motivarnos a ser más proactivos en la construcción del futuro que deseamos.
La presidenta Sheinbaum ha presentado una serie de compromisos que de implementarse correctamente, pueden transformar a México en un país más equilibrado social y económicamente.
Ha esbozado un plan que abarca diversos temas esenciales para el desarrollo de México. Entre los más destacados se incluyen la mejora de la infraestructura educativa y de salud, austeridad y lucha contra la corrupción, el impulso a la autosuficiencia alimentaria y la producción de energías sustentables, así como el fortalecimiento del sistema de seguridad social y la modernización del transporte.
Nuestro papel como ciudadanos: de observadores a actores clave
La implementación de estos compromisos no es responsabilidad exclusiva del gobierno. Los diversos sectores de la sociedad, como el empresarial, académico y civil, debemos adoptar un papel proactivo. No podemos esperar que el cambio provenga únicamente de las instituciones; es nuestra responsabilidad colaborar y proponer soluciones innovadoras.
Las alianzas público-privadas pueden jugar un rol crucial, especialmente en proyectos de infraestructura. Sin embargo, debemos asegurarnos de que estas colaboraciones no se limiten a la rentabilidad económica, sino que también prioricen el impacto social y ambiental a largo plazo.
La comunicación como herramienta de transformación
Es momento de dejar atrás las críticas vacías y polarizantes y avanzar hacia un análisis más profundo y constructivo. Los medios de comunicación y líderes de opinión tenemos la responsabilidad de actuar como puentes entre el gobierno y la sociedad, informando de manera objetiva sobre los logros y desafíos de la administración.
Debemos promover un diálogo inclusivo, donde todas las voces sean escuchadas, pero también valorando el debate informado y propositivo. Las redes sociales, aunque han democratizado la opinión pública, también requieren un compromiso mayor para elevar el nivel de la conversación, alejándonos del sensacionalismo y enfocándonos en soluciones concretas.
Acciones a seguir
Es crucial que los sectores clave de la sociedad no esperen pasivamente a que los compromisos de Sheinbaum se desarrollen, sino que comiencen a actuar desde ahora. Es necesario formar mesas de trabajo, foros de consulta y alianzas que reúnan a empresarios, académicos, expertos en políticas públicas y sociedad civil para colaborar en la implementación de estos compromisos. Como ciudadanos, debemos asumir el rol de co-creadores del futuro de México.
El mandato de Claudia Sheinbaum está lleno de promesas que pueden cambiar el destino de México. Si bien los compromisos son ambiciosos, la clave está en cómo los llevaremos a cabo. Esta es una oportunidad para trabajar juntos, innovar y transformar verdaderamente al país. Si lo hacemos bien, podemos construir un México más próspero, justo y equitativo para todos.
Este es el momento de actuar, de convertirnos en protagonistas del cambio que anhelamos y no quedarnos como simples espectadores en nuestro propio país. México nos necesita, y juntos podemos hacer que los compromisos de hoy se conviertan en las realidades de mañana.
Felicidades Presidenta, en Sonora la sociedad civil estamos listos para, como usted dice: “aprovechar la relación del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá para seguir impulsando la relocalización de las empresas, mientras se promueve el desarrollo regional con bienestar y cuidado al medio ambiente. Estados Unidos, Canadá y México sabemos que la cooperación económica fortalece a las tres naciones. Es claro que entre nosotros no competimos, nos complementamos y, además, generamos las condiciones para una mayor consolidación de la economía de todo el continente en una visión de presente y futuro de la economía mundial”, por ello, esperamos nos acompañe el próximo 14 de noviembre en nuestro XXV Aniversario de fundación como Consejo INCIDE y empecemos juntos a hacerlo realidad.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en gestión integral de riesgos, resiliencia empresarial, seguros y derechos humanos.
incide.guillermo@gmail.com
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Felipe Monroy
Valores cristianos y democracia: legado compartido entre México y España
En días pasados tuve oportunidad de escuchar una reflexión muy nutrida del cónsul general de España en México, Manuel Hernández Ruigómez, sobre la influencia de los valores cristianos en la formación de los sistemas democráticos. El tema podría parecer delicado en estos momentos tan agitados en donde la histórica relación entre España y México transita por dificultades derivadas de una mutua dureza en las certezas nacionalistas y una falta de apertura a horizontes compartidos fraternalmente.
La perspectiva del cónsul parte de la idea de que el proceso de evangelización en tierras americanas contuvo fermentos de valores proto-democráticos, principalmente entre algunos clérigos católicos que –ante el gran cambio de época que significó la colisión y encuentro de dos civilizaciones– optaron por promover y defender la dignidad de la persona. Líderes sociales y religiosos que, arriesgando su posición de privilegio, alzaron la voz en defensa de los pueblos sometidos y de las víctimas de los abusos cometidos por las élites poderosas de aquel singular momento.
Y es que, la igualdad en dignidad de cada persona ante la sociedad así como la lucha por los auténticos derechos humanos constituyen, efectivamente, elementos imprescindibles para el diálogo democrático y para que todos los ciudadanos participen horizontalmente en las decisiones de gestión social y pública que les atañen. Y, sin embargo, hoy la esencia misma de estos valores democráticos está en cuestionamiento en muchas naciones, incluidas la República de México y el Reino de España. Democracias que para algunos deben estar hiper reguladas a través de elitistas e inaccesibles burocracias doradas que salvaguardan manuales electorales (viene a la mente una alegoría de un médico que prefiere salvar su vademécum en lugar de a su paciente); y que para otros deben limitarse a un ‘aplausómetro’ de inasibles mayorías bulliciosas.
El cónsul Hernández Ruigómez destaca acertadamente el papel fundamental que jugó la evangelización en la conformación de la identidad cultural de México y América Latina. La llegada de los misioneros franciscanos en 1524, hace 500 años, marcó el inicio de un proceso que, más allá de su dimensión religiosa, sentó las bases de muchos de los valores que hoy consideramos fundamentales en nuestras sociedades democráticas como el respeto a la dignidad humana, la igualdad, la solidaridad, el bien común, el derecho a la identidad y la libertad. Y aquí debo aclarar que “sentar las bases” no es igual a “llevar a plenitud”; es decir, no se debe absolutizar en positivos o negativos el complejo encuentro entre dos mundos.
Es decir, tampoco hay que minimizar la extensa evidencia histórica de los muchos signos de violencia sistemática que ha acompañado la historia de nuestro país pero no sólo durante la Conquista y el Virreinato sino en los primeros años del México independiente, de la Reforma, la Revolución e incluso de la Post-revolución con su institucionalización del poder omnímodo, el cual no estuvo exento también de persecución social, gremial, ideológica y religiosa.
Así que podemos señalar que, si bien hubo un avance en los valores constructores de democracia desde el Encuentro de las Dos Culturas, sería una necedad confundir semillas con frutos. Condiciones de coerción extrema y desigualdad de poder son heridas aún pulsantes en la piel de las naciones americanas; varias de ellas provienen de la colisión entre los estados-teológicos prehispánicos y los estados-teológicos europeos; pero muchas también son parte de nuestro largo y doloroso proceso de construcción del Estado plurinacionales modernos.
Con todo, tiene razón el cónsul al recordarnos que la contribución del pensamiento cristiano-hispánico al desarrollo de los conceptos de derechos humanos y dignidad de la persona fue vanguardistas en su época y es precursor en la conceptualización de los derechos universales, mucho antes de las declaraciones humanísticas inglesas o francesas.
Y esto es importante hoy, que nos parece nuevamente urgente contextualizar estas reflexiones en el vergonzoso momento que viven las relaciones entre México y España. Ambos países han evolucionado como naciones diversas y plurales, cada una con su propia trayectoria histórica y composición social única; y ambas han sido también tristemente negligentes en el reconocimiento de sus complejas realidades pluriculturales.
México, con su rica herencia indígena y su singular proceso de mestizaje, aún falta abrirse al reconocimiento de una identidad nacional reconciliada que integre todas las múltiples tradiciones que lo hacen justamente un mosaico de culturas. La influencia hispánica en nuestra nación es innegable y coexiste con un sustrato prehispánico igualmente valioso y con las aportaciones de otras culturas que han enriquecido al país a lo largo de su historia.
España, por su parte, también ha experimentado transformaciones significativas, convirtiéndose en una sociedad multicultural que acoge diversas comunidades y tradiciones, algunas que retornan desde las marginalidades después de siglos de ostracismo y desprecio, renovando –no sin dolor– un fuerte vínculo con su pasado histórico.
Así, en este contexto tan intrincado, el actual debate sobre los errores diplomáticos parece menor ante la necesidad de un reconocimiento mutuo de los aspectos complejos de nuestra historia compartida, el cual debe abordarse desde una perspectiva de madurez y entendimiento mutuo.
Hoy México y España son naciones plurales y diversas, ambas han superado etapas funestas y dolorosas, y ahora se enfrascan en nuevos desafíos que ponen en riesgo los fundamentos del respeto, la igualdad y la infinita dignidad humana. Sólo una visión crítica y honesta de los aspectos más dolorosos de nuestro pasado común puede hacernos recordar cuáles son esas bases comunes de valores que nos pueden ayudar a responder ante los desafíos globales actuales.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
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