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Análisis y Opinión

¿Estamos los padres preparados para la separación?

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Cada padre tendrá una respuesta para esta pregunta, porque el separarnos de nuestra pareja no solo implica eso, sino también el modificar la relación que se tenía hasta ese momento con cada uno de los hijos(as) que se tengan, por lo que la situación se tiene que abordar desde esas dos perspectivas.

Generalmente cuando te casas o inicias una familia, tienes la idea de que sea para siempre, pero cada vez es más común que esto no suceda así y por esa razón, no es suficiente con que tengas relaciones de familia, sino que debemos de crear las relaciones individuales con los diferentes integrantes de la familia, para que sin importar si la familia siga unida para siempre o se separe en el trascurso de la vida, las relaciones se puedan seguir manteniendo y creciendo, conforme vamos creciendo todos.

Entonces, ¿Cuándo debemos de empezar a crear relaciones individuales con nuestros hijos? La respuesta correcta es desde el momento en que nacen y debemos de ir creando nuevas conforme vayan creciendo, porque las cosas que les gustan de bebes, no siempre son las que les gustan en la infancia, seguramente serán muy diferentes las que les gusten en la adolescencia y en la edad adulta.

Ahora que si no creamos estas situaciones de padre-hijo(a) desde las primeras etapas de la vida de cada uno de nuestros hijos(as), la respuesta correcta a la interrogante del punto anterior, es a partir de este momento. Porque no importa si seguimos como familia completa o si ya nos hemos separado de la pareja, si queremos ser parte importante de la vida de nuestros hijos(as) por mucho tiempo o por todo el tiempo que nos quede, tenemos que establecer relaciones y situaciones que sean solo de dos (padre-hijo(a)) con cada uno que tengamos.

Retomando la pregunta del título del presente artículo ¿Estamos los padres preparados para la separación? Que tal vez tendríamos que redactar de otra manera e incluir algunas otras, como  ¿Por qué tenemos que prepararnos para la separación? ¿Qué pasa si nos preparamos para la separación y no se da? ¿El prepararnos para la separación no condicionaría nuestra relación de pareja orientándola a que se disuelva por el solo hecho de prepararnos? Y un sin número de preguntas más.

La realidad es que el principal sufrimiento de los padres después de una separación es que la relación con los hijos queda muy segmentada, en la mayoría de los casos a poder verlos un par de días cada dos semanas y con tan poco tiempo, las posibilidades de crear estos vínculos individuales son más complicadas, sobre todo cuando son 2 hijos o más, porque tenemos que aprovechar al máximo el tiempo que convivimos con ellos y si este tiempo lo tenemos que partir en dos o más, pues se complica aún más.

Pero en este artículo no pretendo afirmar que todas las relaciones de parejas acabarán disolviéndose, ni siquiera que la mayoría de estas, pero lo que sí quiero puntualizar es que si nosotros como papás, somos capaces de tener actividades en común, individuales con cada uno de nuestros hijos(as), no importará si la pareja de padres sigue o se separa, siempre tendremos nuestros “momentos de gloria” que nos permitirán ser parte importante en la vida de nuestros hijos.

Entonces, no se trata de “prepararnos para la separación” sino de estar preparados por si sucede y que esto no limite la interacción con nuestros hijos, en cualquier etapa de la vida en la que ellos y nosotros nos encontremos. Porque además, si creamos las condiciones que nos sean favorables en la eventual separación de la pareja, estas condiciones serán favorables incluso si la pareja permanece junta durante toda la vida.

Yo soy miembro de varios grupos de padres en Facebook y participo en otros foros de padres y en los pocos en los que si se habla de paternidad y no de intercambio de memes e imágenes, el común denominador es que los papás se quejan de que ven poco a sus hijos, que no interactúan con ellos igual que con sus madres, que se limitan a tratarlos como proveedor y que los hijos pareciera que solo desean pasar ese fin de semana lo más rápido posible, para regresar a “su casa” y retomar su “vida normal”.

Justo en estas últimas palabras esta la importancia en “estar preparados” por si la separación sucede y justo son esas palabras las que más duelen a un padre, el no estar incluido en los conceptos de “su casa” y “su vida normal”. Porque si bien relaciones de parejas podemos tener muchas en nuestra vida, desde que somos jóvenes y cada una de ellas nos deja enseñanzas que podemos aplicar en las relaciones que siguen, la relación con cada hijo es puntual y diferente y aunque también podemos aprender un poco de la que tenemos con el primer hijo, no siempre podemos aplicarla en las relaciones con los demás hijos.

Pensemos que si logramos desarrollar, por llamarle de alguna forma, conexiones puntuales con cada hijo, ya no dependeremos de que la familia está toda junta para poder enriquecerlas, incluso tampoco dependeremos al 100% de que tengamos mucho tiempo para estar presente con nuestros hijos, sino que con el tiempo que tengamos (poco o mucho) podremos disfrutar en lugar de padecer nuestra Paternidad.

Y si somos muy prácticos, tendremos que reconocer que incluso cuando la pareja sigue estando unida, el tiempo que le dedicamos a vivir estas “conexiones puntuales” generalmente es menor al que quisiéramos. Así que nuevamente, no se trata de pensar en o fomentar la separación, sino se trata de optimizar el tiempo que tengamos para conectarnos con cada hijo y que este sea un tiempo muy disfrutable. Por supuesto que tendremos desencuentros y diferencias con nuestros hijos, actitudes que nos molesten, incluso que nos saquen de quicio, pero en la medida que tengamos también buenos momentos, es en la medida que nuestra paternidad será un verdadero gozo.

Como ya les he comentado en anteriores escritos, tengo dos hijos, la mayor es mujer y el menor con casi siete años de diferencia es hombre, por lo que durante más de 6 años mi hija fue hija única y si bien, al principio para mí, era muy complicado desarrollar vínculos individuales con ella, porque desconocía todo lo que significa ser “niña” fui encontrando situaciones en las cuales, pudiéramos ser “solo ella y yo” y esto no afectara a la integración de la familia y si me fueron ocurriendo (porque como también he comentado no hay reglas que funcionen para todos los padres, ni siquiera para todos los hijos) y que me permitieran ser considerado por mi hija, fundamental en ciertos temas y en otras le dieran a ella recuerdos imborrables.

Con mi hija, empecé un poco por casualidad y otro seguramente por crear un diferenciador, el cantarle una canción de cuna. La verdad es que ni se de música, ni tengo ningún talento para cantar, pero en esta etapa, eso no es relevante, lo relevante es el vínculo que se forma, así que escogí “Hacer el amor con otro” de Alejandra Guzmán.

Podrán pensar que no es una tema adecuado para una canción de cuna, pero mi hija ni se enteraba del significado de la letra y cuando más grande le contaron a ella eso, sirvió para establecer un recuerdo curioso entre nosotros.

Conforme fue creciendo, seguía siendo difícil para mí, el entender que pensaba una niña a esa edad, así que me enfoque en ser el referente para temas escolares e inquietudes particulares, fue algo aventurado de mi parte, porque mi hija, era (y aún lo sigue siendo) extremadamente inquisitiva y tuve que estar ahí para ella para responder una gran cantidad de dudas que planteaba que no necesariamente eran con respecto a su vida o su realidad, pero si todas las dudas que tenía o que encontraba en el camino.

Al día de hoy, sigue siendo un reto poder responder la gran cantidad de interrogantes que ella se plantea, aunque afortunadamente, ya me llegan a mi pocas porque la mayoría las resuelve ella investigando y solo aporto mi opinión en algunas ocasiones, pero ahora, las opiniones que les damos a los hijos, también tienen que estar fundamentadas, porque el internet se encarga de confirmar si son valiosas o no.

Pero incluso dentro de ese periodo de infancia, también desarrollé actividades uno a uno con ella, como salidas solo nosotros dos, desde salidas para comprar el desayuno de los domingos, hasta recogerla por la tarde de casa de amigas con la que había estado haciendo trabajos en la escuela.

Cuando nació mi hijo, yo me sentí muy confiado, con el si conocía la evolución, ya que yo también fui niño antes y si bien, hoy el mundo es muy diferente a cuando yo era niño, la evolución,  es más temprana que en “mis tiempo”, se desarrolla de forma similar.

Como decía, con 6 años de experiencia como padre, con un hijo de mí mismo sexo, creía que podía tener todo su proceso de desarrollo controlado y sin temores. Yo pensé a mí me gustan los deportes, lo oriento a los deportes, voy con él a sus juegos y con eso tenemos tema de conversación y conexiones puntuales, sin que me signifique un gran esfuerzo.

Sin embargo, la confianza no me duró mucho, porque en cuanto empezó a ser un poco consiente de su realidad, descubrió que su pasión era la música, el tema en el que yo estaba menos preparado y entonces, tuve que prácticamente tirar a la basura toda mi experiencia de género y de padre para convertirme para él, en un padre que entendiera y fomentara su pasión.

Como mis conocimientos musicales eran prácticamente nulos y mi aportación no podía ser grande, me convertí en una especie de cómplice o promotor de su pasión, para que pudiera irse desarrollando en esa faceta, que para él, era mucho más relevante, incluso que la escuela. En el camino, surgió su afición por el yo-yo que le duró un par de años y que al apoyarlo y acompañarlo en esta faceta, nos dio otra oportunidad de tener un vínculo de solo dos.

Como verán, la idea central del artículo no es la separación de la pareja en sí, sino la ventaja de tener vínculos con cada hijo, que siempre serán más fáciles de desarrollar cuando los hijos son pequeños y cuando la familia esta junta que cuando ya está separada, por eso el prepararnos para la separación, nos preparará también y que es mucho más importante a ser un padre de verdad para nuestros hijos(as) en todas las etapas de su vida y llegar a ser una parte fundamental de “su vida normal” y que tu casa, también sea, al menos, una de “sus casas”

Sigue mis artículos en mi blog: https://www.padredeverdad.com



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De la gasolina al auto eléctrico

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Los cambios radicales son lentos pero definitivos.

Del libro impreso en papel, al libro electrónico, la evolución es continua. Es asunto de hábitos.

Sin embargo las energías limpias, -comparadas con los hidrocarburos-, representan la oportunidad de frenar los adversos y peligrosos efectos del cambio climático sobre nuestro planeta, pero también sobre nuestra salud.

Quizá las dos razones que más pesan en la decisión de adquirir un auto eléctrico en lugar de uno con motor de combustión interna, -o sea de gasolina-, es el precio del vehículo por una parte y la disponibilidad de carga eléctrica en recorridos largos. Por ello, en la mayoría de los países líderes el impulso a las energías limpias en el ámbito automotriz, se ha enfocado como política de estado, lo cual lleva como objetivo facilitar al ciudadano la decisión de compra, y por otra parte, garantizar el suministro de energía eléctrica a estos automotores.

En el ámbito corporativo las circunstancias no son diferentes. Por tanto, es el Estado quien ha asumido en todo el mundo el compromiso de estimular la utilización de “energías limpias”, ofreciendo estímulos fiscales a las empresas ensambladoras de autos para que ofrezcan los autos con precios accesibles al comprador y además, crear una red de puestos de carga de energía eléctrica.

Sin embargo, en México el actual gobierno ha manifestado políticas contradictorias respecto a las energías limpias y al cambio climático.

Mientras el mercado automotriz mundial evoluciona hacia el auto eléctrico, el gobierno de la 4T se esfuerza por desarrollar la producción de hidrocarburos, como lo es la construcción de la planta de Dos Bocas, en Tabasco y la compra de la refinería Deer Park, en Texas, además de solapar la ineficiencia y poca productividad de PEMEX, que hoy tiene una operación deficitaria.

En contraste, frente a las continuas reconvenciones de la comunidad internacional respecto a la actitud negligente de nuestro gobierno frente a los compromisos firmados por los gobiernos anteriores, -para cumplir con las políticas ambientalistas de la agenda verde-, este gobierno da respuestas ambiguas y poco comprometidas.

Aunque la Secretaría de Energía, SENER, estima que para el año 2036 en México habrá 4.9 millones de autos eléctricos circulando, lo cual representará el 14% del total del parque vehicular, vemos que en la realidad cotidiana la AMDA, que es la Asociación Mexicana de Distribuidores de Autos, ha dado a conocer que en el año 2022, -del total de un millón noventa mil autos nuevos vendidos-, sólo se comercializaron 5,631 unidades totalmente eléctricas, lo cual representa el 0.5% del total.

La realidad es que no se perciben políticas gubernamentales que estimulen la producción de autos eléctricos y menos aún, la demanda de este tipo de unidades.

Los autos y camiones híbridos representan una oportunidad de transición entre el modelo tecnológico de motores de combustión interna y los motores eléctricos, en un contexto donde el suministro de energía eléctrica para el sector automotriz es totalmente ineficiente.

Por tanto, es el sector empresarial quien debe asumir iniciativas de desarrollo de automotores eléctricos. Por lo ponto, la empresa lechera Grupo Lala y la cervecera Grupo Modelo, han empezado a renovar su parque vehicular con camiones eléctricos.

Grupo Modelo inició este proyecto en diciembre del 2021 y para el 2025 espera tener en circulación 400 vehículos eléctricos.

Del mismo modo la iniciativa privada, -con responsabilidad social-, debe tomar iniciativas para impulsar la compra de automotores eléctricos.

Conforme avance el consumo de unidades movidas por electricidad, entonces veremos que los precios unitarios al último consumidor disminuirán, por efecto de la oferta y demanda.

A la vez, la instauración de centros de recarga eléctrica en las plazas comerciales y además la promoción de unidades de negocio dedicadas al suministro de energía eléctrica para consumo automotriz, así como lugares de recarga en carreteras, seguramente impulsarán la compra de este tipo de autos.

La transición del sistema de combustión interna automotriz, al transporte a través de unidades movidas por electricidad, en los países del G20, -al cual pertenece México-, es una prioridad. Hay prisa por dejar de utilizar hidrocarburos en unidades de transportación, pues la tendencia destructiva que lleva el cambio climático genera grandes preocupaciones en las más importantes economías del mundo.

Ante la visión simplista y caprichosa de este gobierno, la iniciativa privada debe tomar iniciativas y asumir el liderazgo de este cambio de modelo de transporte, -con visión comercial, económica y tecnológica-, pero también con responsabilidad social.

Sólo así se logrará proteger la ecología y el medio ambiente de este país, pues este será nuestro legado para las nuevas generaciones.

¿A usted qué le parece?

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Con el pueblo, siempre

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Ha comenzado el viaje escalonado de los obispos de México al Vaticano para visitar al papa Francisco. En estos diez años de pontificado y, desde la última visita ad limina del 2014, ha pasado mucha agua bajo el puente en la relación del episcopado mexicano con el sucesor de Pedro, y aunque sin duda quedará para la historia la interpelación de Bergoglio a los obispos en la Catedral de México donde les pidió enfrentar sus diferencias con madurez y carácter, hay algo que el pontífice no deja de reiterar cada vez que se encuentra frente a los jerarcas católicos mexicanos: conminarlos de una y mil formas para verdaderamente estar e interceder por el pueblo.

En 2014, por ejemplo, en la primera visita ad limina que hicieron los mexicanos al Papa argentino, éste les entregó un discurso bien redactado donde les decía: “La fidelidad a Jesucristo no puede vivirse sino como solidaridad comprometida y cercana con el pueblo en sus necesidades, ofreciendo desde dentro los valores del Evangelio”. Pero de viva voz les reiteró: “Ustedes con su pueblo, siempre […] La única recomendación que yo les diría es ésta, de corazón… Trascender, en la oración al Señor ese negociar con Dios del obispo por su pueblo. No lo dejen. […] Y cercanía con su pueblo”.

En febrero del 2016, durante su viaje apostólico a México, el Papa se reunió con el episcopado en la Catedral capitalina y ofreció un profuso y profundo mensaje a los pastores con una decena de peticiones muy concretas aunque quizá la principal interpelación fue: “No pierdan tiempo y energías en las cosas secundarias, en las habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes de hegemonía, en los infecundos clubs de intereses o de consorterías […] ¿Acaso se ha diluido, se ha olvidado, la necesidad de regazo que anhela el corazón del pueblo que se les ha confiado a ustedes? […] Sean capaces de contribuir a la unidad de su pueblo”.

Aquel texto y aquella improvisación de Francisco en México ha sido una de las intervenciones más exhortativas dirigidas a un cuerpo episcopal: “Sean obispos de mirada limpia […] no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa […] No se dejen arrastrar por las murmuraciones y las maledicencias […] No se dejen llevar por la vana búsqueda de cambiar de pueblo […] No se cansen de recordarle a su pueblo cuánto son potentes las raíces antiguas […] Les ruego no caer en la paralización de dar viejas respuestas a las nuevas demandas […] los invito a cansarse, a cansarse sin miedo en la tarea de evangelizar”.

Ahora, siete años más tarde, en la segunda visita ad limina del episcopado mexicano a Francisco, el tema sigue siendo el mismo: Cercanía con el pueblo. Es una recurrencia del pontífice frente a la jerarquía mexicana y que seguro tiene un trasfondo simbólico porque con ningún otro episcopado él ha insistido tanto en este punto.

Por ejemplo, las únicas dos recomendaciones que dio Francisco en 2015 a los obispos norteamericanos versaron en torno a la formación de sus sacerdotes “para que no caigan en la tentación de convertirse en notarios y burócratas” y la acogida a los inmigrantes. Y punto, no dijo más: “No es mi intención trazar un programa o delinear una estrategia. No he venido para juzgarles o para impartir lecciones”.

Otro enorme episcopado es el brasileño y con ellos tampoco ha sido tan conminativo. Tanto en 2013 en Río de Janeiro como en el reciente mensaje de abril pasado, Francisco les ha pedido compromiso con la formación religiosa y la reconciliación del país: “Los obispos no pueden delegar este cometido”, fue lo más imperativo de su mensaje. En la visita ad limina de los obispos españoles en 2014, Francisco sólo les hizo una gentil sugerencia: “Os invito, pues, a manifestar aprecio y a mostraros cercanos a cuantos ponen sus talentos y sus manos al servicio del programa del Buen Samaritano, el programa de Jesús”.

Entonces ¿por qué esta obsesión temática del Papa con los obispos mexicanos? La respuesta fácil –facilona en realidad– es que Bergoglio recibe informaciones o percibe que los obispos mexicanos no están suficientemente próximos a sus comunidades, que se encuentran bajo pertrecho de los funcionarios de sus curias episcopales, que no salen de las celebraciones litúrgicas cómodas y de una retórica nostálgica en sus homilías, que prefieren velar por las tres C (capilla, colegio y club) en lugar de las tres T (tierra, techo y trabajo), que se enfrascan en ideas y prolijos proyectos de papel pero que no alcanzan a aplicarse a ras de suelo o que se involucran más en la pragmática política de las élites que en los dramas atemporales de su pueblo.

La otra perspectiva es, además de más compleja, creo más interesante y oportuna: Quizá Francisco ve en el pueblo mexicano una fortaleza e identidad que ha sabido sobrevivir en el tiempo a pesar de las muchas tragedias e intervenciones en su historia, una voz ancestral (semilla del Verbo) que se niega a morir, un periplo nacional marcado por una fe maternal y una multifacética adaptabilidad cultural (mestizaje simbólico que va del sincretismo a la inculturación) que pueden enseñar mucho frente a un siglo que se asoma pleno de integrismo, polarización, fanatismo y agresividad.

Por ello, los obispos mexicanos tienen una gran oportunidad de ser observadores al recorrer íntimamente sus pueblos escuchando sus testimonios, oportunidad de reflexionar sobre la piel de la realidad y no en el mundo de las ideas, oportunidad para poner manos a la obra en acciones pequeñas –diminutas incluso– pero indispensables para la dignidad y el rescate de la Creación y las creaturas.

Entre el clero hay un dicho: “Ante la duda: genuflexión”; indicaba que, cuando no se sabe qué hacer en la liturgia, lo mejor es hincarse. Algo así quizá deba resonar en el corazón de los obispos cuando se enfrenten a alguna indecisión o inquietud: “Ustedes con su pueblo, siempre”, grabado a fuego en el alma.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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