Felipe Monroy

Infodemia y abstencionismo

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Los resultados de los comicios en el Estado de México y Coahuila han comenzado (finalmente) a exigir a los liderazgos partidistas y a la casta política planteamientos certeros y pragmáticos sobre lo que, por lo menos a nivel de campaña electoral, se debe realizar para la contienda por la sucesión presidencial en 2024. Claramente es tiempo de interpretación de los datos, sí; pero también de imaginación sobre lo que realmente desean ser cada uno de los partidos o movimientos políticos en el concierto sociopolítico mexicano al menos en la próxima década.

Se dice que interpretar correctamente la derrota es el comienzo de la victoria; y esto aplica no sólo a los fracasos de candidaturas en específico sino al todavía aún más evidente asunto de la indiferencia partidista, ideológica o conceptual que gran parte de la ciudadanía coahuilense y mexiquense manifestó respecto a los proyectos o los grupos políticos.

Es cierto que las elecciones presidenciales suelen tener mayor respuesta ciudadana puesto que aparentemente hay mucho más en juego; pero los resultados que se han expresado en años recientes revelan una creciente distancia de la ciudadanía a los mínimos democráticos: menor participación en los procesos electorales; creciente desencanto de los mecanismos representativos, instituciones y funcionarios; mayor adhesión a personajes exóticos, emergentes, vociferadores y pendencieros; aumento de tentaciones autoritarias; y sobretodo, exceso de desinformación, falta de memoria y formal ignorancia políticas reforzadas y agudizadas por perversas dinámicas en las redes sociodigitales.

En un estudio de los años noventa, el entonces Instituto Federal Electoral reveló que existía una correlación positiva entre el fenómeno de abstencionismo y la población con poca instrucción educativa y bajos ingresos. Por supuesto, esto sucedió mucho antes del impacto de la Internet y evidentemente de las redes sociodigitales; ahora hay una interrogante importante entre el mismo fenómeno de abstencionismo y la saturación de infodemia cuya potencialidad es la de desarrollar esa “lesa instrucción”.

El ejemplo más claro de esto fue un sondeo realizado en video por Hernán Gómez entre jóvenes que parecen evidenciar una posición social aventajada y privilegiada (al menos en una situación muy superior al 60% de los jóvenes en México que padecen una o varias pobrezas estructurales); a pesar de su acceso ilimitado a medios de información y a una educación también privilegiada, su consumo de redes sociodigitales parece paradójicamente abonar a su ignorancia. Casi ninguno supo distinguir ni los nombres ni los proyectos ni las historias u orígenes identitarios, políticos o partidistas de las contendientes al gobierno estatal.

El estudio antes citado también advertía de correlaciones importantes entre abstencionismo e ingresos. Todo parecía indicar que condiciones precarias de uno o dos salarios mínimos favorecía indudablemente al abstencionismo; mientras que, cuando la sociedad tenía satisfactores económicos más favorables se permitían la distracción de salir a votar y hacerlo especialmente por una oposición que representaba tanto mejoras para sí mismos como para los más desfavorecidos.

Habrá que analizar el comportamiento actual de estas correlaciones; porque si los apoyos económicos a gente de bajos recursos podrían estar favoreciendo su participación política (además del discurso de reivindicación social que desde la Presidencia se hace de ellos) también se podría intuir que, por el otro lado, mejores condiciones educativas no necesariamente están incentivando el involucramiento con los desafíos democráticos; o peor, que cualquier idea de cambio o alternancia no necesariamente expresa una condición de mejora para el prójimo (como lo manifestaba la oposición hace dos décadas) sino una perspectiva exclusiva de privilegio egoísta y utilitario.

Como se ve, hay mucho qué analizar y reflexionar; es completamente ingenuo pensar que simplemente una ‘narrativa’ vaya a remediar las necesidades de construcción política democrática. Hay que recordar que sólo quienes tienen una inclinación por el totalitarismo pretenden transformar la realidad en una ficción que sólo a ellos les conviene.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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