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La mejor defensa: la autoestima

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Una de las principales preocupaciones que tenemos como padres hoy en día es la de proteger a nuestros hijos, en todas las etapas de desarrollo, contra la agresión y presión social a la que son sometidos y cómo darles herramientas para no sucumbir ante estas presiones.

En mi época de infante y adolescente, la verdad es que si bien ya existía el bullyng, este era focalizado en lugares físicos tales como la escuela, el vecindario y, sí, incluso hasta en la familia. Sin embargo, aunque no era lo ideal, sí había forma de abstraerse de estos lugares físicos para evitar el sentir esa presión o al menos sentirla con menor intensidad. Sin embargo, hoy en día, con el crecimiento de la redes sociales y las comunicaciones digitales, ya no hay lugares físicos para abstraerse de la presión, ahora la recibes, hasta escondiéndote en tu cuarto, por lo tanto, se hace fundamental el proveer a nuestros hijos de herramientas para que puedan soportar esta presión e incluso, llegar a sacar provecho de ella.

Como lo dice el título de este escrito LA MEJOR DEFENSA  para esta presión social, es el desarrollarles a nuestros hijos, una autoestima tal, que les sirva de escudo de protección contra todo tipo de presiones sociales, escolares y hasta familiares.

Cada vez es más común que escuchemos casos de depresión infantil y juvenil, gastritis, bulimia y hasta intentos de suicidio entre nuestros hijos y si consideramos que las generaciones que hoy tienen menos de 30 años, son las personas más inclusivas que han existido en la época moderna, resulta aún más incomprensible. Hoy, que nuestros hijos nos enseñan como la forma en que veíamos y juzgábamos las preferencias de las personas, asumiendo como “normal” y “bueno” lo que era lo “más común” y despreciando o juzgando y condenado todo lo que saliera de esa “normalidad”, resulta paradójico que se sientan más presionados en una sociedad tan inclusiva, pero así es.

Como comentaba al inicio de este escrito, la presión hoy en día les llega a nuestros hijos de manera física (presiones de amigos, de grupos, familiares, vecinos, etc.) como digital (redes sociales e internet). También decía que de la presión física, que los padres tendemos a llamar “malas compañías”, se puede controlar evitando los espacios físicos en donde estas ocurren.

Esto es cierto a medias, porque los espacios físicos en donde ocurren esas presiones son, justamente, donde nuestros hijos quieren estar, por lo que el sacarlos de esos espacios, lejos de generar una mejora en la relación con sus padres, generalmente, la empeora. 

Por lo que nuestra labor como padres radica en darles las herramientas para defenderse de estas presiones, llamémosle físicas, porque involucra cercanía con las personas y si somos capaces de ayudarles en este tema, estaremos ayudándoles también a sobrellevar las presiones “digitales”.

De las “Malas Compañías”, concepto que no acepto como tal, ya platicaremos en otro escrito, en este el tema es como generar en nuestros hijos, una defensa real contra la presión del bulling, la popularidad, etc. Y la solución a este tema, es la autoestima.

Ahora bien, el tema aquí es como ayudarles a nuestros hijos(as) a desarrollar una autoestima alto, que los blinde de las presiones a las que, sin poder evitarlo, serán sometidos. Y lo más complicado es que lo que nos sirva para uno de nuestros hijos no necesariamente nos servirá para los demás hijos(as) que tenemos, así que, hay que hacer algo particular con cada uno de ellos(as). Pero lo bueno de esto, es que esto nos ayudará a generar esos vínculos individuales con cada hijo(a) que es fundamental para que la relación padre-hijo(a) sea relevante para ellos, durante toda la vida. 

En mi caso particular, ya lo he mencionado, tengo una hija mayor y un hijo menor, que se llevan entre ellos más de 6 años y que son tan diferentes que había que desarrollarles la autoestima a cada uno de distinta manera.

Mi hija es muy apasionada, analítica e investigadora, no hay respuestas sencillas que la satisfagan y no hay línea de mando que respete solo por jerarquía, sino que hay que ganarse su respeto. En su caso la estrategia fue la de abrirle un espacio de diálogo que le generara confianza y certidumbre, que le permitiera sacar sus propias conclusiones y contrastarlas con sus padres, que se sintiera reconocida en sus juicios y no socavada a lo que pensaban sus mayores, porque este saberse reconocida en sus análisis y sus juicios, le dio el poder de creerse capaz de tomar sus propias decisiones, con el riesgo de equivocarse, pero con la posibilidad de revisar sus decisiones con “personas mayores” con todo el valor del análisis hecho por ella y con la seguridad de contar con el apoyo de su padre cuando fuera necesario. Eso hizo de ella una persona con la seguridad suficiente para no tener que hacer cosas que no quisiera, por el simple hecho de poder pertenecer a un grupo y aunque suene paradójico eso le dio una imagen respetable dentro de esos grupos que desechó.

En el caso de mi hijo, yo sentía que el desarrollarle la autoestima, sería mucho más difícil, porque él es mucho más reservado, menos analítico y muy enfocado a ciertos temas. Desafortunadamente para mí, el tema que más le apasionaba desde que era un niño es la música y es un tema en el que yo soy absolutamente un neófito. Con él, el enfoque fue primero tratar de convencerlo de ser deportista, porque de eso si sabía, si me gusta, si me entretiene y si le podía aportar valor.

Mi hijo, aunque tiene una facilidad innata para los deportes, siempre los vio solamente como un hobbie y nunca tuvieron la importancia como para opacar su pasión por la música. Como dije antes, en ese tema, yo no podía aportarle mucho, pero lo que sí hice, fue reconocer y valorar su pasión y hacerle sentir mi confianza en él para encaminarlo a que la desarrollara.

Desde 4º de primaria lo metí a clases de guitarra clásica, que era la que había en su escuela, cuando ya no le apasionó lo metí a clases de Guitarra Eléctrica, lo impulsé, cuando junto con otros compañeros hicieron una banda, lo motivé a seguir su pasión cuando dejo la banda para pensar en ser un DJ, me emocionaron sus presentaciones, mas por el hecho de ser mi hijo que por el hecho de saber apreciar lo que hacía (pero eso no yo no lo demostraba), cuando quiso estudiar una carrera de música, seguí confiando en su juicio, porque al final, las decisiones que el tomara en ese momento, serían las que poco a poco marcarían su vida. Y ahora que es Canta-autor, que aunque no sé cómo define él, lo que hace o como se le debe de llamar hoy en día a lo que él hace, es como yo lo describiría si alguien me preguntar que hace tu hijo.

Yo les he comentado, lo que yo hice en el caso de mis hijos, pero como ya he comentado en escritos anteriores, no hay reglas para Padres y lo que funciona a uno, no necesariamente funciona para todos, pero lo que sí es importante, es encontrar para cada hijo(a) la mejor manera de que tenga un autoestima alto.

Tratando de resumir, la única verdadera defensa, es que nuestro hijo(a) sea capaz de pensar que un  grupo que le condicione su amistad o su valor dentro del mismo a que haga o deje de hacer determinada cosa, no es digno de su amistad y mejor deje al grupo, el (ella) mismo(a) antes que el grupo se atreva a dejarlo(a).

Cuando un joven es capaz de ser él, el que no acepta al grupo, el efecto es totalmente contrario, los del grupo, le respetan en lugar de despreciarlo, esto si el grupo es realmente un grupo que vale la pena y no un grupo nocivo. Entonces el mensaje es claro, si alguien te condiciona su amistad o su cariño a que tu hagas algo por el o hagas lo que todos en el grupo hacen para que seas considerado “digno” del mismo, tu respuesta debe ser: Yo elijo lo que hago por mí mismo no por lo que demás dicen, si así no me aceptan, pues ni modo, gracias y no podré seguir con la amistad o pertenecer al grupo.

Lo impactante de esta respuesta, es que esa es la que menos se esperan y al darla, lo más común es que genere admiración y no desprecio. Así que ya saben, hay que hacer que nuestros hijos, crean en sí mismos, para que no digan “mi papá (mamá) me regañarán si lo hago” sino, no lo hago porque yo no quiero y eso les dará mayor protección contra influencias negativas. Porque una vez que el (ella) joven vea que esa postura genera admiración, ya no habrá ni que fomentársela, el (la) solo(a) la aplicará.

Aunque parece que con fortalecer la autoestima ya tenemos ganada la partida de ser padres, la realidad nos vuelve a dar una cachetada, porque el tener alta autoestima se interpreta muchas veces como altanería y la línea entre una y otra es tan delgada, que hay que tener mucho cuidado de no cruzarla o al menos, de evitar cruzarla siempre.

En los casos de mis hijos, el fortalecerles la autoestima si me obligó a tener que asistir a varias juntas en sus escuelas, pero eso ya lo platicaré en otro escrito, porque es un tema, el de las escuelas, que da para uno o varios escritos.

Como en anteriores post, los invito a que si tienen algo que compartir, lo hagan con la confianza de que será leída y respondida.

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