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Obligaciones del Estado Mexicano para los profesionales de la salud ante el COVID-19

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Por Agustín Antonio Herrera Fragoso

Actualmente, México se encuentra en primer lugar en el mundo de muertes de profesionales de la salud, de los últimos lugares en aplicación de pruebas y el 11.38% de letalidad, cuando en el mundo es de 4.3%. Referentes que impactan a la responsabilidad del Estado en la atención de la pandemia.

Todos somos vulnerables y necesitamos de cuidado y atención adecuada, eficiente, eficaz y responsable. En el núcleo de esta pandemia que desde diciembre del año 2019 inició su impacto a la humanidad, entendiendo que el virus no discrimina, ya que se dirige a todos y a cada uno de los seres humanos que circunstancialmente viven o podrían vivir el contagio, razón suficiente para darnos cuenta de nuestras acciones y omisiones, es decir, somos el eslabón de la conciencia para mantener la vida y la unidad significativa de la integridad personal y la salud de nuestros seres queridos, y de la sociedad en general. 

El diagnóstico, tratamiento y recuperación de la salud se debe llevar bajo el timonel de los profesionales de la salud, cuya responsabilidad se debe estructurar en el sentido de práctica empírica y, posteriormente, ir reuniendo elementos para ser ciencia basada en evidencia y principios éticos, elementos simbióticos en la adecuada atención médica, para la adecuada atención de los pacientes, donde el desequilibrio de su salud biopsicosocial y espiritual, necesita una atención integral, por lo que todas las personas, instituciones, empresas y los gobiernos dentro de sus tres esferas (ejecutivo, legislativo y judicial), deben responder con las mejores prácticas en la prevención y atención de la salud personal y pública, sin restricciones humanas, económicas e institucionales, para estabilizar y, en su momento, atender las consecuencias y posteriores secuelas que genera esta emergencia de la forma más rápida eficiente y humanamente posible.

Las cifras referidas, nos presentan una situación adversa y vulnerable, como se ha demostrado con el contagio y muerte de muchos profesionales de la salud; en esa inteligencia, las decisiones fueron tardías, y más aún cuando se contaba previamente con las experiencias de China, Italia y España, como países que sufrieron malas decisiones y por el otro lado, los que establecieron buenos ejemplos de atención, como Taiwán, Islandia, Finlandia, Alemania, Nueva Zelanda y Corea del sur, ejemplos que debimos prever como buenas práctica, mismas que debieron ser abordadas con rapidez, eficacia y efectividad; encauzadas con oportunidad y previsión para permitir dar la mejor atención posible y disminuir la carga profesional y psicológica en el actuar del personal de salud durante la emergencia sanitaria.

En este sentido, no solo se ponen a prueba las propias capacidades técnicas y las presuntas virtudes de nuestro sistema de salud por la urgencia, el mayor riesgo y lo masivo de la situación, sino que también se demuestran los valores (o su falta) en las personas, la familia y en la sociedad. Crisis como las que estamos viviendo exteriorizan nuestras deficiencias y debilidades personales e institucionales habituales o endémicas.

La mayor responsabilidad, descansa sobre los profesionales de la salud, donde el llamado a su vocación, les exige un esfuerzo doble y responsabilidad social hacia sus pacientes (sufrientes), de la manera más empática y humanamente posible.

No de ser héroes, donde expongan su integridad personal o sin contar con los medios necesarios, laboren de forma riesgosa, más bien deben ser profesionales de su arte, con los medios suficientes, debidamente capacitados para su utilización, con insumos materiales y humanos adecuados a la situación que amerita y con la seguridad requerida.

En esa inteligencia, El Estado mexicano, debe realizar unas acciones básicas para que los profesionales de la salud ejerciten de forma prudente y adecuada su ardua labor que enfrentan ante la pandemia.

En particular, medidas apropiadas para usar los recursos disponibles, bajo los siguientes requisitos explícitos:

  1. Elaborar un plan de acción. 
  2. Ejecutar dicho plan de acción. 
  3. Uso máximo de recursos disponibles, sobre este punto es preciso precisar que es sobre el recurso del Estado Mexicano, no así del recurso previsto para el tema de salud.
  4. No discriminación en la garantía y promoción de estos derechos.
  5. Progresividad y no regresividad. El Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales (DESC) entiende por progresiva efectividad el “proceder lo más expedita y eficazmente posible con miras a lograr ese objetivo”.. 
  6. Posibilidad de revisión jurisdiccional, ya sea por un recurso administrativo y siempre por un procedimiento judicial. 
  7. Incluir entre las medidas apropiadas la cooperación internacional.

Es muy importante que, para alcanzar el objetivo de detener la pandemia urge dotar de medios adecuados al sistema de salud, tanto público como privado. Esa es la prioridad: reforzar el sistema de salud y a sus profesionales. 

Priorizar en la asignación de recursos, sobre todo en los casos más graves o con peor evolución, y adoptar criterios justos en la asignación de recursos que sean comunes para todos, de modo que no se produzcan graves inequidades asistenciales entre unos y otros.

Asegurar a todos los profesionales de la salud la disponibilidad y provisión oportuna de cantidades suficientes de material de bioseguridad, insumos y suplementos médicos esenciales, fortalecer su capacitación técnica y profesional para el manejo de la pandemia, y garantizar la protección de sus derechos.

Considerar los enfoques diferenciados requeridos al momento de adoptar las medidas necesarias para garantizar los derechos de los grupos en situación de especial vulnerabilidad, en especial a los adultos mayores quienes se encuentren en residencias de larga estancia, hospitales y centros de privación de libertad, adoptando medidas de ayuda humanitaria para garantizarles la provisión de alimentos, agua y saneamiento y estableciendo espacios de acogida para personas en situación de pobreza extrema, calle o abandono o con algún tipo de discapacidad, quienes se encuentran en condiciones crónicas y enfermedades, pacientes con VIH o sida, que requieren medicación y atención regular como pacientes de diabetes, hipertensión, demencia senil, alzhéimer, entre otras.

Reforzar el acceso a medicamentos necesarios y a los cuidados paliativos, garantizándose que se lleve a cabo un consentimiento previo, pleno, libre e informado con pertinencia cultural y en su caso, en su lengua materna.

Adoptar estrategias accesibles de comunicación, a fin de informar en formatos accesibles sobre evolución, prevención y tratamiento a todas las personas, con pertinencia cultural y en su lengua materna, evitando el alarmismo y discurso de odio o estigma.

Por último, es importante estar al pendiente de las instituciones de investigación que establecen las nuevas evidencias y de la Organización Mundial de la Salud en sus recomendaciones, siempre siguiendo el buen ejemplo de los países que siguen las mejores prácticas en beneficio de toda su población y en particular de los que se encuentran en la primera línea de atención “los profesionales de la salud”.

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