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Javier Chávez de Icaza

Papá… me voy de la casa

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Estas palabras pueden significar la satisfacción del deber cumplido o un sentimiento de fracaso, dependiendo de los motivos y la edad en la que los hijos los pronuncian. Aunque incluso cuando la salida del hogar es para iniciar con su vida independiente, que nos debería indicar que nuestra función como padre prácticamente ha terminado, la realidad es que la relación padre-hijo(a) es una de las pocas situaciones que podemos asegurar que serán efectivamente y no solo en deseo para “toda la vida”.

Lo importante como padre es conseguir que después de que los hijos abandonan el hogar familiar, sigan teniendo el interés en mantener la relación vigente y cercana, incluso cuando por cuestiones laborales o personales se vayan a vivir a otra ciudad o país.

En mi caso particular, yo tuve mi primera experiencia de estas palabras, que se quedó en nuestro recuerdo familiar como una anécdota muy chistosa y que recordamos todos con alegría, se las cuento: Mi hijo menor tendría en ese entonces unos 5 años y su mamá recibió la visita de una amiga que llevó a su hijo, que era prácticamente de la misma edad que el nuestro a que jugaran juntos. A todos nos pareció muy bien, porque por donde vivíamos en ese entonces no había casi ningún niño de la edad de mi hijo y él se acostumbró a jugar solo, por lo que el que tuviera un compañero para jugar nos parecía a todos los demás muy bueno. Sin embargo después de unos 15 minutos que los niños jugaban en el cuarto de mi hijo, lo veo salir a él de su cuarto muy serio, tomar su lonchera de Hércules, abrirla y empezar a guardar algunos juguetes. Cuando le pregunto qué es lo que está haciendo, me dice que ya se hartó de  “ese niño” que está en su cuarto y como la mamá del niño está platicando con su mamá y no se va, entonces él se va de la casa y estaba preparando lo necesario para irse. Pero lo decía tan serio y convencido que nos dio mucha risa, pero la evitamos y tratamos de convencerlo de apreciar lo que era tener un compañero de juegos. El final de la historia es que no logramos convencerlo de sacarle provecho a la compañía, pero si conseguimos que no se fuera de la casa.

Como comentaba al inicio del artículo estas palabras para los padres nos da o una gran frustración, cuando el motivo de las mismas es que los hijos ya no soportan el ambiente del hogar o un gran sentido de satisfacción cuando es porque ellos van a empezar a forjarse su propio camino en la vida. En el primer caso, debemos de hacer un profundo análisis de cuáles son las causas que llevan a un hijo(a) el querer romper con la unión familiar y aunque en muchas ocasiones no son totalmente responsabilidad de los padres, si es muy común que surjan los sentimientos de frustración y culpa en los padres y no tan común en los hijos.

En el segundo escenario, en épocas anteriores cuando los hijos se iban de seno familiar (sobre en todo en países que le dan mucha importancia a la familia, como los son los latinoamericanos) en la mayoría de los casos era para casarse o formar una familia, sin embargo en la actualidad, cada vez es más común que el motivo de salir del hogar familiar es por cuestiones que no necesariamente son para formar una familia, sino que son para estudiar fuera de la ciudad o del país, para “vivir solo” que generalmente es con compañeros (roomies) que son amigos o familiares de su edad o incluso para trabajar en otras ciudades o países.

Como ya les he contado, cuando yo me divorcié mis hijos se quedaron viviendo conmigo y con mi hija mayor, he tenido 3 experiencias de que se vaya a vivir fuera, las dos primeras por cuestiones de estudio en el extranjero y la tercera para iniciar su camino independiente. La primera estando a mitad de su carrera profesional, decidió tomar un semestre fuera, buscó donde podría serlo y finalmente escogió Ámsterdam, estuvo 6 meses fuera y aunque si sostuvimos contacto, fue difícil el estar tan separados, cuando siempre habíamos estado tan conectados. La segunda fue ya menos drástica y más corta en tiempo, ya que se fue a hacer su servicio social a Los Ángeles y sólo estuvo 3 meses por allá.

La tercera, que como dice el dicho fue la definitiva, fue cuando después de terminar su carrera y haber trabajado en la CDMX por algún tiempo, decidió que ella no quería ser “Godínez” aquí, esto de estar en la selva de concreto le causaba muchas frustraciones, así que se aplicó a buscar trabajo primero en Estados Unidos sin mucho éxito y después busco en Cancún, consiguió 5 entrevistas y me dijo, ya estoy lista me voy el miércoles y en ese entonces, como se dice coloquialmente, me cayó el veinte de que ahora sí, se iba de la casa. Aun cuando como Papá sabes que lo mejor que les puedes dar a tus hijos(as) es la confianza y el apoyo para que emprendan el camino por su cuenta, si te deja un vacío importante y te lo tienes que tragar, para impulsarlos.

Ella tuvo el talento y la suerte necesaria para que la contrataran en el trabajo que a ella más le interesaba, aunque en poco tiempo descubrió que no era ni remotamente lo que ella esperaba, pero para su fortuna (Y la mía) ella es muy positiva y a todo le pone una sonrisa. Como papá cuando sabes que tu hija está sola en otra ciudad y no está nada a gusto con su trabajo, te dan ganas de ir por ella, abrazarla y traértela de regreso para que siga protegida por ti, pero la realidad es que es mejor permitirle que ella encuentre, por si misma, como mejorar su situación, darle todo tu apoyo y no mostrar que por dentro estas muy triste. Y así, como tomó la decisión de irse, tomó la decisión de mejorar su situación y consiguió un nuevo trabajo, este le gustaba más, aprendió muchas cosas y se sostuvo por su cuenta en esa nueva aventura. Yo tuve la oportunidad de ir a verla varias veces con mi esposa actual y su hermano, incluso en un verano, su hermano se quedó un mes allá con ella.

Desafortunadamente para ella, el clima y la humedad de Cancún y la sensibilidad extrema de su piel, la obligaron a dejar la playa y regresar a la CDMX, pero desde que venía planeando esto, resolvió el tema del alojamiento para vivir con unas amigas y aunque esto me daba el orgullo de pensar que la habíamos educado bien al querer seguir si vida de manera independiente, también me daba tristeza el que no regresara a “su casa”.

Esta relación a distancia que tuvimos nos ayudó a valorar tanto a ella como a mí, lo importante de nuestra relación y hoy que vivimos en la misma ciudad aunque no juntos, no dejamos pasar la oportunidad de reunirnos y platicar y realizar actividades en conjunto. Una de ella, justamente es este blog.

Como lo comenté al inicio del artículo, cuando los hijos(as) se van de la casa no acaba la paternidad, solo la modifica. Si logramos esa buena conexión individual con cada hijo(a), ellos seguirán recurriendo a nuestros consejos y opiniones, aunque al final, apliquen su criterio para tomar las decisiones. En mi caso particular, mi hija me sigue buscando para preguntarme temas laborales, conflictos entre amigos y seguir desarrollando vínculos individuales, al grado que hay series que solo vemos cuando estamos juntos los dos. Incluso hemos desarrollado actividades con su hermano, con mi esposa o solo nosotros dos y no importa que no nos podamos ver todas las semanas, siempre nos tenemos presente.

Otro martes y otro nuevo artículo en mi blog ¡Padre de Verdad! titulado: PAPÁ….ME VOY DE LA CASA donde platico las emociones encontradas que generan estas palabras en los padres.



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