Opinión
Para variar un poco, hablemos del español
En un tweet subido por el Secretario de Desarrollo Económico del GCDM, escribió diseccionar.
Una persona me respondió diciendo, que la Real Academia de la Lengua acepta el verbo diseccionar, el cual convierte en sinónimo de disecar: Dividir en partes un vegetal o un cadáver para su examen.
Por desgracia no está entre nosotros desde hace años, Don Raúl Prieto, azote de la Real Academia de la Lengua y conocido como Nikito Nipongo y sus demoledoras Perlas Japonesas, para que exhibiere esa barbaridad de aceptar verbos construidos a partir de una acción como sería en este caso: Disecar es el verbo (Según la RAE), y disección sería la acción de disecar. Luego entonces, ¿por qué aceptar un verbo que no sería necesario si ya existe uno?
Dejo esa discusión para entrar en algo más general: ¿Por qué tratamos tan mal el idioma, y por qué la RAE acepta barbarismos en vez de promover la palabra correcta?
Hace años, quizás poco más de cincuenta, empecé a seguir a la poetisa hidalguense -gran conocedora y mejor defensora del idioma español-, en sus colaboraciones donde, con una gran claridad y sapiencia, criticaba el daño que realizaban, particularmente personajes públicos -políticos y periodistas-, en contra del buen uso del español.
Si bien no me considero un buen usuario del idioma, si trato de cometer en menor número de errores, tanto en la expresión oral como en la escrita. No siempre tengo éxito y de vez en cuando se me van dos o tres barbarismos que lamento.
En los tiempos que corren, se ha arraigado entre no pocos mexicanos, prácticas nefastas en materia del uso del español. Una de ellas, tomada del inglés, es aquélla que lleva al hablante a formar el verbo a partir de la acción. Por ejemplo, promocionar en lugar de promover.
Muchas son las deformaciones que ha venido sufriendo en los últimos decenios el idioma español; razones, sin duda, hay muchas que explicarían este proceso de degradación. Van desde la falta del hábito de la lectura a la pésima enseñanza de la gramática en la primaria y la secundaria de nuestro sistema educativo.
Esto último me ha llevado a afirmar que nuestro sistema educativo -tanto en la parte pública como en la privada-, a formar profesionistas casi monolingües: Casi leen, casi escriben, y casi hablan el español.
Para terminar, le doy a usted algunos ejemplos de esa campaña sistemática de destrucción del idioma.
1.- En una institución bancaria: ¿Viene usted a aperturar una cuenta, pregunta a usted un ejecutivo bien trajeado?
2.- ¿Usted promociona un producto o un servicio, un partido o un candidato o promueve? ¿Promover o promocionar?
3.- Si usted usa aperturar en lugar de abrir, ¿entonces vamos a cerradurarla o cerrarla? ¿Apertura usted una puerta, o la
4.- ¿Implementa un plan, o lo pone en práctica?
5.- Si el femenino de actor es actriz, y el de instructor institutriz, ¿por qué dicen crédito automotriz?
En las siguientes colaboraciones, daré a usted más ejemplos de este ataque artero en contra del idioma español.
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