Laboratorio de Ideas
¿Por qué no soy feminista?
No me malinterpreten, creo plenamente en el valor de la mujer; hasta estoy criando a dos para que construyan el siguiente cohete que llegue a Marte, con ellas incluidas. Me refiero a que no creo en el feminismo extremista que busca, más que la igualdad de género, que les paguen hasta por no dejarlas votar hace 100 años.
Tampoco creo en la igualdad, somos diferentes los hombres de las mujeres, pero sí creo en la igualdad de oportunidades. No creo tampoco en llenar cuotas de género, las mujeres somos capaces de llenarlas si nos lo proponemos.
No puedo cerrar los ojos a que existe violencia, maltrato, abusos y demás eventos en contra de las mujeres y que es nuestra responsabilidad cuidar a nuestras hijas para protegerlas y sobre todo prevenirlas, pero tampoco creo que la generalidad sea esa violencia.
Conozco cientos de mujeres maravillosas que me han enseñado el camino de que todo se puede: tener una posición de liderazgo en trabajos muy exigentes, ser capaces de administrar empresas, manejar cientos de personas, tener familias unidas, tener grupos de amigos en quién apoyarse y ser un referente en la comunidad en la que se mueven.
¿Habrían podido llegar solas? Posiblemente. No hay límites para una mujer con grandes sueños, pero creo -y hablo por experiencia propia- que es más fácil llegar si cuentas con apoyo de hombres y mujeres cercanos en ese camino.
Un día de esos en que yo solo pensaba en cómo trabajar más y llegar más lejos, mi mamá me dijo: “no te van a juzgar por lo lejos que llegaste, lo van a hacer por cómo criaste a tus hijas” y ese día me cambió el enfoque.
Desde entonces, cuando pierdo el rumbo hago una lista de las cosas en las que creo y que me mantienen en mi centro:
- Creo en el hogar. No hay nada mejor para el alma que tener un lugar al cual regresar.
- Creo en la familia. Cercana y extendida. Debería ser nuestro pilar más fuerte.
- Creo en el matrimonio. La vida compartida es más llevadera.
- Creo en los hijos. Y no solo por la trascendencia, sino porque nos obligan a tratar, todos los días, de ser mejores personas.
- Creo en los amigos. Sobre todo en aquellos que complementan mi vida y me hacen ver las cosas de manera diferente.
- Creo en los socios. Esas personas que confían plenamente en ti y caminan a tu lado con una visión conjunta.
- Creo en los mentores. Todos deberíamos tener gente a nuestro alrededor, mucho mejores que nosotros, que nos hagan esos cuestionamientos que no nos atrevemos a hacernos, que nos llevan al límite y nos ayudan a encontrar soluciones.
- Creo en el aprendizaje constante. La vida es un mar de enseñanzas y cerrarnos al conocimiento implica ir muriendo poco a poco.
- Creo en el trabajo. Es gratificante entregarnos a una actividad remunerada que nos llene.
- Creo en la disciplina. Comulgo plenamente con la frase de “cuando termina la motivación, entra la disciplina”.
- Creo en los viajes. La mejor manera de ampliar horizontes, tanto física como espiritualmente es viajando. No importa lo cerca o lejos que eso sea.
Por todo lo anterior, no cabría en la definición de feminista. Concuerdo más en la maravillosa frase del mexicano de “tu casa es mi casa”. Si todos viviéramos así, dejaríamos de querer pisotearnos entre géneros y más bien lograríamos que cada quien llegue a sus sueños ayudado por los demás.