Opinión
¿Por qué nos deben interesar las elecciones en otros países?
Hoy, prácticamente no hay país que esté a salvo del surgimiento y/o posterior fortalecimiento, de grupos cuyos integrantes comparten el rechazo al ajeno, el aislamiento frente a la globalidad y una visión endógena.
Si bien esta forma de ver el mundo y el desarrollo, no es algo nuevo que debería sorprendernos, si nos sorprende la extensión y profundidad que grupos así han alcanzado en los tiempos que corren.
¿Quién se habría atrevido a pronosticar que el Reino Unido abandonaría la Unión Europa? ¿Y la virulencia de las visiones en contra de los migrantes en Estados Unidos? ¿Y qué me dice de las posiciones francamente racistas como no se veían -al menos públicamente- en Francia desde hace muchos años?
Hoy, en aquellas regiones que aprendimos a ver como ejemplo de aceptación del ajeno, de la tolerancia al que piensa diferente, y aceptación abierta y sin reticencia alguna del que ha dejado su país en busca de un mejor futuro para los suyos, lo que hay ahora es rechazo abierto y odio franco, así como la exigencia de que sean echados del país que hace años los acogió, y les permitió integrarse y progresar.
Sin duda, algo se vino gestando desde, quizás, los años setenta en no pocos países y hoy, por razones todavía no totalmente aclaradas, ha estallado incontenible. Esa furia e ira en contra del que no es como nosotros, no piensa como nosotros y no adora la misma deidad que nosotros, debe ser tratado como el peor de los criminales y expulsado de ese paraíso de la pureza en que se han convertido países como Estados Unidos y Francia por citar los casos más relevantes.
Si bien debe ser dicho que lo anterior no es válido para la totalidad de sus habitantes, debe señalarse que aquellos para los cuales sí es aplicable, no es una minoría, sino que su número y presencia económica y política pudo hacer ganar a uno de los suyos, la Presidencia del país.
Dado el resultado que vimos en Estados Unidos el 8 de noviembre del año 2016, y lo que vemos en Francia en estos días, no hay otra conclusión que ésta: Los procesos electorales para elegir a un gobernante, no únicamente en esos dos países, deben ser seguidos con mucha atención porque, sería infantil pensar siquiera que en México, no hay grupos que comparten la visión de quienes hicieron ganar a uno y quieren hacer ganar a otra este domingo en Francia.
¿Es molesto y quita tiempo hacerlo? ¡Si! Pero peor sería que algo parecido nos cayere de sorpresa.
Como dice la conocida expresión, es mejor prevenir que lamentar.
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