Opinión

¿Qué dirán ahora los que los cubrieron de insultos? ¿Callarán como siempre, u ofrecerán las disculpas de rigor?  

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Muy mal les fue a los integrantes de lo que he llamado La Banda de los Cinco; la lluvia de insultos de los puros les causó más destrozos que el huracán Harvey a Houston.

Sin embargo, pronto las cosas se aclararon y los integrantes de aquella Banda -según los que los cubrieron de insultos, más peligrosa que Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis-, aclararon y firmaron que por ningún motivo aprobarán lo que sus detractores -mal informados y adelantados- daban por hecho: Que se plegarían al PRI para aprobar el Pase Automático.

Además, para ridículo de los que lanzaron adjetivos ofensivos a una velocidad mayor que Valenzuela su famoso screw ball, resultó que Anaya ni siquiera había leído con la acuciosidad que debía haberlo hecho, el documento que, aprobado por él, legitimaba el hoy famoso y temible Pase Automático.

De entre todos los lanzadores de groserías e insultos mil, destacó por su ferocidad e ira quien no tiene templete aborrecido: La Doctora Denisse Dresser.

¿Qué hará ahora? ¿Ofrecerá una sentida disculpa a los cinco que cubrió de adjetivos en reciente colaboración en Reforma? ¿Repetirá, ahora en sentido contrario, la enjundia y decisión mostrada cuando, iracunda y con dedo presto a señalar a los infieles, y blandiendo -cual guadaña mortífera- la espada flamígera de la moral republicana, que parece poseer casi de manera monopólica, cubrió a los cinco malvados?

¿Ofrecerá la misma autocrítica que hace unas cuantas semanas nos dejó ver, con motivo de sus apreciaciones erróneas en materia jurídica del fallo de la SCJN relacionado con la Tarifa Cero?

¿Acaso en aquel tema lo hizo porque se trataba del Ingeniero Carlos Slim y aquí, al no haber entre los cinco un adversario de tales dimensiones, dejará sin corregir el torrente de insultos lanzados de manera irresponsable?

Que sea ella la que diga qué hará; o habla con su silencio para exhibir una vez más esa conducta extrema -de quien ha hecho de la corrección política casi una religión- o, como esperaría yo, simplemente se retracta y ofrece una sentida disculpa.

El espectáculo que brindan los que se suben al vagón de la corrección política y desde ahí, lanzan ofensas y juicios sumarios a quien juzgan no estar a la altura de su moral, cada vez se parece más a una mala ópera bufa, o a un sketch de cómicos de tercera categoría donde, el único recurso que tienen para seguir en la preferencia de sus seguidores es el pastelazo de la injuria.

Por último, una aclaración obligada; no soy amigo de alguno de los cinco. Con dos de ellos -Cordero y Lozano- mantuve durante años, una polémica dura pero respetuosa, y jamás he cruzado con ambos ni un saludo.

Con Vega he cruzado, una sola vez, un saludo en la banqueta de Paseo de la Reforma; sin embargo, debo decir que durante los años de la LIX Legislatura, él en calidad de diputado del PAN y yo un simple asesor del diputado Beltrones, pude atestiguar su desempeño profesional y la seriedad en su trabajo.

A Gil y Lavalle no los conozco, salvo por las referencias positivas de amigos comunes.

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