Opinión

¿Qué ganan con crear más problemas, o agravar los existentes?  

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Uno de los parámetros que uso para tratar de definir si un político es buen gobernante o no, es si resuelve problemas y como complemento obligado, saber de qué índole son esos problemas. La idea de esto último es simple, conocer cuál es el nivel de gravedad y complejidad de los problemas resueltos.

A lo anterior he agregado, particularmente desde la gobernación desarrollada por el presidente español Rodríguez que hizo, donde no había un problema, uno de dimensión casi gigantesca. Se requiere realmente ser muy pero muy inepto para la gobernación, haber revivido un problema que se veía distante, y colocarlo en el centro de la agenda política española: LA Guerra Civil.

Dudoso aún, al analizar la gobernación desarrollada por ese personaje inflado que es la Sra. Michelle Bachelet, llegué a la conclusión que debía, para poder juzgar de manera más objetiva a un gobernante o en general, a un político, es analizar si durante su encargo, no únicamente no resuelve los problemas existentes, sino que crea nuevos o cuando menos, agrava aquéllos.

Para emitir el voto en favor de éste o aquel candidato, hasta donde sé, los electores mexicanos no realizan -en la mayor parte de los casos, y no olvide que a la fecha somos casi 88 millones de ciudadanos en el Listado Nominal y de ellos, muy posiblemente voten el 1 de julio próximo, 50 millones.

¿Imagina usted la distribución de esos 50 millones, si los electores mexicanos se preguntaren desde dos o tres semanas antes del día de la elección, qué tan buen político ha sido uno u otro candidato? ¿E imagina ahora lo que pasaría en cuanto a decidir por quién, empezaren a salir los problemas que dejó de intentar siquiera resolver, los que dejó a medio resolver, pero sobre todo, aquellos que agravó y los no pocos que creó con sus ocurrencias e incapacidad para la gobernación?

¿Imagina el juicio que se haría el elector, de personajes como Fernández Noroña y Ríos Píter? ¿Y de López, personaje protervo (Perverso, obstinado en la maldad) y demagogo como pocos, que además tiene casi doce años sin trabajar en la gobernación? ¿Y qué pensaría de Rodríguez al conocer su desempeño en Nuevo León, y de Pedro que jamás ha ocupado una posición pública en los poderes Ejecutivo o Legislativo?

Ahora bien, lo que arriba le planteo es la forma cómo decido -algo muy ranchero, burdo si lo prefiere-, quién es buen o mal político; mas sin duda, usted debe tener su propio método para llegar a definir si éste o aquél que le simpatiza, merece su voto o no.

De no tener algún método, ¿por qué no intenta con las preguntas sencillas que enlisto arriba?

Lo que importa, no olvide, es emitir un voto informado; un voto que exprese su convicción de que al que lo entregue, es merecedor de su confianza.

De la misma manera, por si se le dificultare obtener datos acerca del desempeño de uno u otro candidato, cámbielo por partidos; así, en vez de concluir que este candidato es el mejor y por él entregaría su voto, ahora lo haría por uno u otro partido.

Hágale como guste, pero por favor, no vote por inercia o por una simple ocurrencia; vote informado, convencido de que su voto vale y por eso mismo, merece analizar candidatos y/o partidos antes que entregarlo ciegamente.

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